No sé si a ustedes les ha pasado algo insólito estos días. Siempre he visto cómo se publican encuestas de intención de voto antes de unas elecciones. A veces me he llegado a preguntar hasta qué punto la información publicada en las mismas es real o intencionada. Ya me entienden ustedes: si digo en una encuesta que tal partido va a cosechar una cantidad de votos que se nos antoje insólita, igual consigo movilizar el voto al partido o partidos contrarios. Pues bien, siempre me preguntaba por qué nunca me tocaba a mí ser encuestado. La respuesta a priori es sencilla: con el apellido foráneo que gasto, poco interés debo de tener para los encuestadores.

Bueno, los ciudadanos comunitarios votamos en las elecciones municipales, al igual que en las europeas. Pero hete aquí que en los últimos meses me han llamado cuatro empresas de prospección sociológica para participar en encuestas de este tipo por vía telefónica. Una de ellas dos veces. Y la última ocasión fue ayer. No les voy a aburrir con las preguntas que me hicieron ni con las respuestas que di: las preguntas eran siempre más o menos las mismas. Claro, el demonio está en los matices. Pero no es eso por lo que escribo hoy.

Claro, al no percibir qué interés puede tener mi perfil en una encuesta antes de estas elecciones, tiendo a pensar que estarán llamando a bastante más gente que en otras elecciones anteriores. Ya digo, en anteriores elecciones municipales en las que he votado, nunca ha suscitado tanto interés mi opinión.

Decía Oscar Wilde que la verdad pura y simple nunca es pura y rara vez simple. Los politólogos atribuyen mucha importancia a estas municipales como primarias de las generales, sí. Pero yo tiendo a guiarme más por la Navaja de Ockham: “En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable”. Acaso lo que ocurre es que las empresas de prospección usan la misma base de datos y solamente por eso me ha tocado esta vez varias veces. Ambas cosas son ciertas.

@Krakenberger