El martes se publicó en los Boletines Oficiales de cada uno de los territorios históricos la proclamación de las distintas candidaturas para las elecciones municipales del próximo 28 de mayo. Centenares de candidaturas y miles de candidatos. Esto, que desde fuera puede parecer un simple número, es, en realidad, el resultado de un largo, y muchas veces difícil, proceso de reflexión personal y familiar por parte de cada una de esas personas. Personas comprometidas que, sin tener más ambición que aportar su granito de arena para que sus pueblos mejoren, han decidido involucrarse en la gestión de su municipio. Personas, todas ellas, que más allá de su ideología, de su formación o de su profesión, dan un paso al frente y hacen algo que, a buen seguro, les supondrá algún que otro nuevo quebradero de cabeza. A todas esas personas, independientemente del partido con el que concurran a las elecciones, gracias. Gracias por su valentía y por poner al servicio de sus vecinos y vecinas algo cada vez más valioso: su tiempo.

Aunque a ti, ahora candidato y quién sabe si en unas semanas concejal o alcalde, también me gustaría, si me permites, hacerte una petición. Que cuando lleguen momentos complicados, que llegarán; y cuando haya nervios, discrepancias o desencuentros, que los habrá; no olvides que quien está enfrente, o al lado –depende de la distribución de cada salón de plenos–, es un vecino que probablemente busque lo mismo que tú, aunque el camino que proponga para alcanzarlo sea, algunas veces, diferente. Que después del pleno, o de las comisiones, irás al bar, al polideportivo, o a la puerta del colegio a recoger a los niños y allí te encontrarás con quien compartes responsabilidades municipales. Y tendrás que seguir conviviendo. Porque el mayor activo que tiene un pueblo es la convivencia entre vecinos y vecinas, y es cosa de todos evitar que esta trituradora de personas en la que, por momentos, se ha convertido la política municipal acabe también con él. Por favor.