Sorprende que en una sociedad en continuo avance como en la que vivimos, con una concienciación y preocupación por la Salud Pública, fruto en gran medida por lo vivido y padecido con el covid, cuando pensamos en salud nos seguimos olvidando de la importancia de la Salud Mental.

La Salud Mental seguramente sea el área menos cuidada de la Salud Pública, hablamos de la Salud Mental como algo ajeno y sobre el que sigue siendo tabú hablar; solo tienes conciencia de lo que supone, y de su importancia, cuando padeces algún trastorno tú mismo o en un entorno cercano y próximo, y tomas conciencia de lo que ello supone.

Hasta hace muy poco tiempo no se hablaba de los suicidios en los medios de comunicación, eso no suponía que no existiesen sino que se entendía que informar sobre los suicidios generaba un efecto llamada. La evidencia científica ha demostrado que hablar de ello ayuda a prevenir y que urge una estrategia para tratar la salud mental. En Euskadi en el 2022 se quitaron la vida 184 personas, y lo intentaron más de 2.700. La dureza de estos datos de suicidios o tentativa de ellos bien merecen una profunda reflexión. ¿Qué no estamos haciendo bien? ¿Qué no estamos viendo a pesar de tenerlo tan cerca? Es un tema tremendamente complejo, el tratamiento de los problemas de Salud Mental es distinto al de otros problemas de salud ya que en ocasiones suponen la limitación de la libertad individual de las personas obligándoles a someterse a tratamientos obligatorios, pero no por ello debemos olvidar la urgencia y necesidad de un tratamiento específico.

La pasada semana el Parlamento de La Rioja dio luz verde a La Ley de las Personas con Problemas de Salud Mental y sus Familias. Esta ley es pionera en el Estado no solo por cumplir con el ratio de personal especializado por número de habitantes que recomienda la OMS sino por tratar la Salud Mental no solo desde el ámbito sanitario. Seguramente, nada sea suficiente, pero, sin duda alguna, este es el camino.