Soplan vientos nuevos en Euskadi. Del norte, nada menos. Vientos que traen noticias distintas a lo que hemos escuchado hasta ahora y que parece que, por fin, van a lograr cambios de posiciones para que podamos hacer algo con el tema del ahorro energético desde y para nuestro país.

No les descubro nada nuevo si les digo que tenemos gas escondido en Araba. Escondido sería un término incorrecto porque sabemos que está. Lo correcto sería decir que sabemos que está pero no sabemos nada más. Recuerdo la beligerancia discursiva de PP, EH Bildu o Elkarrekin Podemos ante la posibilidad de su mera exploración. Claro que, entonces, no había una guerra en ciernes que nos está condicionando la llegada de la energía a casa y su precio. Me pregunto si ahora las reflexiones serían distintas. Pero para eso ya es tarde.

Hoy la lucha es otra. Ahora hay que convencer a la sociedad de que la eólica es la mejor opción. Pero el ciudadano recuerda todas las advertencias de que cualquier propuesta en forma de molino de viento es, poco menos, que la ruina medioambiental de nuestro país. Y si el mensaje llega de la consejera Arantxa Tapia o las diputaciones, qué te voy a contar. Entonces, el desastre es definitivo.

Pero hete aquí que el viento ha rolado a norte y desde Noruega llega una empresa que plantea, nada menos, que dos parques eólicos. Uno en Gipuzkoa y el segundo en la muga entre los tres territorios, es decir con afectación por igual a Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Toma ya. En pleno corazón verde de Euskadi.

Y pienso al oír la noticia que los noruegos ya se pueden preparar porque la llevan clarinete con los ayuntamientos de EH Bildu. Pero donde dije digo, digo Diego y asombrada escucho al propio Arnaldo Otegi hablar de las bondades de la operación y de explicar los proyectos en asambleas locales. Ni palabra de aves trilladas por los molinos de viento, la afección medioambiental en forma de carreteras por nuestros montes, la búsqueda de beneficios de las empresas a costa del medio ambiente. Nada de eso. Será cosa del viento, que al ser del norte, logra hacer girar hasta lo que, hasta esta semana, parecía imposible. Bienvenido sea, pues.