na amiga me contó una vez que de pequeña pensaba que las maletas que dejas las en la cinta transportadora cuando las facturas para viajas en avión, van hasta tu destino en sobre esas cintas. Imaginaba autopistas de cintas transportadoras por el mundo y le sorprendía muchísimo que fueran capaces de llevar las maletas hasta su destino a la velocidad de un avión, porque, milagrosamente, al llegar al destino las maletas aparecían allí, al de pocos minutos de aterrizar el avión.
Desde que me lo contó soy incapaz de viajar en avión sin acordarme de lo que me contó mi amiga. Así que en más de una ocasión me he sorprendido a mí misma sonriendo mientras veo salir las maletas tras esa misteriosa cortinilla de plástico.
Pienso en la inocencia de mi amiga cuando era niña y en la imaginación sin límites que teníamos en la infancia, una imaginación libre que la realidad y el paso del tiempo nos ha ido capando poco a poco. Yo, por ejemplo, pensaba que las cabezas de ciervos u otros animales que se exhibían en algunas paredes como trofeo de caza, no eran solo una cabeza, sino que al otro lado de la pared estaba el resto del animal. No entendía esa manía de mostrar solo la cabeza y me imaginaba el resto oculto en alguna estancia oscura; de pequeña también escuché alguna vez que en las máquinas de fotomatón se escondía un fotógrafo muy bajito, que se ganaba así la vida, y más de una vez me quedé espiando la misteriosa puerta de atrás de aquella maquina a la espera de verle salir de allí. Nunca lo vi. Pero un día, no recuerdo cuando, la realidad se impuso.
La realidad nos ha ido limitando nuestra capacidad de imaginar cosas. Cuando nos convertimos en personas adultas, empezamos a imaginar algo y nos censuramos a nosotras mismas.
Hay veces, sin embargo, en las que añoramos esa capacidad de imaginar. Yo la añoro sobre todo cuando estoy en un aeropuerto esperando a las maletas y me imagino un mundo misterioso de cintas transportadoras que consiguen llevar los equipajes de un lado al otro del mundo a la velocidad supersónica de un avión.