A pesar de haber sido escrito en 1905, El sueño de la Sultana es un relato de plena actualidad y por eso Isabel Herguera quiso llevarlo al cine. Al igual que su protagonista, Inés, descubrió esta novela feminista en una librería en la India y quedó fascinada por la historia y la actitud transgresora de su autora, Begum Rokeya Hossain, quien imagina el País de las Mujeres, un lugar donde las mujeres son todas científicas y tienen el poder, mientras que los hombres, limitados por su ignorancia, se quedan encerrados en casa. La película de Herguera, a su vez, también ha fascinado en el Festival de Cine de San Sebastián, donde ha resultado ganadora del Premio del Cine Vasco, además de ser nominada a la Concha de Oro de Mejor Película. En su paso en cines espera fascinar también a los espectadores. Charlamos con esta directora de cine de animación de origen donostiarra que hace gala de un marcado sello personal.

Con su primer largometraje, El sueño de la Sultana, ha obtenido el Premio del Cine Vasco en el festival de cine de Donostia-San Sebastián, su ciudad de origen. 

Sí. Ha sido una experiencia muy bonita. En Donostia estuvimos entre amigos y familia, así que el recibimiento fue muy cálido. No me lo esperaba para nada, porque no es una película al uso, pero estoy muy contenta. Después estuvimos en el festival de Hamburgo, donde hemos recibido un premio a Coproducción Internacional y en el festival Lychee. Acabo de estar en el festival de cine de Tokio, donde la peli ha formado parte de una selección de películas del mundo que este año han dedicado a Euskadi y El sueño de la sultana ha sido una de las películas elegidas. También ha sido nominada a Mejor Largometraje de Animación en los Premios Forqué…

¿Cree que el hecho de hacer una película de animación, a pesar de ser para todos los públicos, reduce un poco las posibilidades de exhibición?

Es una película de animación y con un carácter también bastante artístico, lo cual hace que, fuera del tour de festivales, sea más difícil su exhibición, pero yo creo que va a ir muy bien porque creo que hay muchas maneras de implicarse o de encontrar algún tipo de complicidad con la propia película y con lo que cuenta. La gente está abierta, sobre todo ahora que estamos viendo tanta película de animación independiente, con un carácter tan particular. Creo que, poco a poco, el público está dándose cuenta de que la animación no tiene que ser sólo para niños.

Conoce desde hace años la India, ¿qué visión tiene de este país desde su experiencia?

Desde hace un par de años no he podido volver, por la pandemia y porque en estos momentos el trabajo no me permite estar moviéndome de un sitio para otro, pero sí, pasé mucho tiempo en la India y tengo muchas amistades que han hecho posible que esto se haya podido llevar a cabo. He tenido que contar con mucho apoyo.

“Nos falta superar muchas tradiciones en las que se nos encaja a las mujeres”

¿Y cree que ha mejorado la situación de las mujeres indias?

Avanzar hemos avanzado algo, pero hay muchas cosas en las que no, en las que seguimos igual. En la India encuentras de todo, desde posturas radicales hasta ancestrales, pero en el fondo encuentras algo que es común a todas las mujeres en el mundo es esa necesidad y deseo de sentirse a salvo. Hay que seguir luchando por ellas y hay que seguir siendo consciente de lo que nos queda todavía por recorrer, también aquí. Las mujeres hemos avanzado muchísimo pero hay mucho más. Todavía nos falta superar muchas tradiciones y formas culturales en las que se nos encaja a las mujeres y yo creo que que eso es una labor de educación principalmente, de que sean las niñas y los niños los que poco a poco vayan cambiando las cosas, que sean capaces de soñar y de transformar las cosas a partir de sus sueños.

En la historia de El sueño de la Sultana descubrimos un país imaginario en el que gobiernan las mujeres. En el mundo real no son muchas las dirigentes… ¿Cree que llegará algún momento en el que nuestros mandatarios sean mujeres?

Pues esperemos que sí, pero estamos a punto, porque estamos más cerca de lo que nos parece. Lo deseo fervientemente. En un mundo patas arriba, vergonzosamente enfrentado, me hago la pregunta de qué pasaría si las mujeres estuvieran al cargo. ¿Solucionarían los problemas con la misma violencia? Yo espero que no, que optasen por las vías del diálogo y la diplomacia y evitasen tanta sangre, tanto enfrentamiento… Eso es lo que nos hace falta.

En su película ha trabajado una compleja técnica artesanal tratando de hacer una animación personal y basada en métodos tradicionales, en las antípodas de las nuevas tecnologías prácticamente… 

Sí. Para mí era muy importante que la película nos diera la sensación de que entrábamos en una pintura en cada uno de los planos, así que he contado con dos personas que vienen de este mundo, y hemos hecho la base con manchas de tinta y, aunque después está compuesto todo digitalmente, toda la parte fundamental es analógica. Además, quería diferenciar las tres historias que se cuentan, por lo que se utilizan diferentes técnicas de animación. En el viaje de Inés, animación tradicional 2D en acuarela; en la vida de Royeka, recortables animados bajo la cámara, simulando el teatro de sombras típico de principios del siglo XX donde se enmarca esta historia; y el país de las mujeres se ha hecho íntegramente en el estilo Mehndi, donde han colaborado mujeres artistas del tatuaje temporal utilizando exclusivamente la henna. De esta forma, se separan formalmente, para luego entretejer las tres historias en un final donde se unen todas las técnicas.

“Después de los atentados del 11-S el cine independiente se paró y se volvió más conservador”

¿Se considera pionera de la animación en España?

No, para nada. Ya en los años 40 había mujeres haciendo animación, aunque igual no eran tan conocidas en ese momento. Y a día de hoy tenemos a directoras de animación independiente, como Florence Miage, Micaela, Paula… que nos han abierto las puertas, pero la animación más comercial, esa sí que está en manos de los hombres, sin duda. Para mi sorpresa, en el último informe que he leído, todavía sigue siendo minoritaria la presencia femenina en posiciones de dirección. A día de hoy estamos en torno a un 33% de mujeres sólo…

¿Qué aprendió de su paso por los estudios de animación de Los Ángeles?

Estudié en CalArts y después trabajé en diversos estudios de animación y para muchos directores y directoras, lo cual sí que me ha dado una perspectiva de las mil maneras que hay de dirigir. Anca Damián, por ejemplo, es una persona que me ha inspirado mucho y también Ari Folman, que me abrió las puertas a una nueva manera de captar el documental.

Llegó a montar su propio estudio, Loko Pictures, ¿por qué regresó de la meca del cine?

Sí. A mediados de los noventa, junto a mi socio Satinder Singh montamos este estudio en Los Ángeles y trabajábamos para otros estudios, pero cuando estábamos, por fin, sacando la cabeza y consiguiendo cada vez más clientes, es cuando vino el 11 de septiembre. Se paralizó mucho la escena más independiente y toda la producción volvió a ser más conservadora. Volvimos a los anuncios y a los vídeos musicales y para mí fue un bajón, así que fue entonces cuando decidí regresar a casa, a Donosti, para hacer mi corto de La gallina ciega. Y de esta forma volví a retomar mi trabajo, porque llevaba muchos años trabajando para estudios, pero había dejado mi voz personal de lado. A día de hoy, vivo entre Donostia y Colonia, en Alemania, y compagino mi carrera con la formación, dando clases de animación, que es algo que me encanta y para mí es un grandísimo placer también.

El viaje de Herguera 

Por la India. Para comprender el entorno de Royeka Hossain al escribir su relato de El sueño de la Sultana, Isabel Herguera hizo una ruta por la India. “Observé los paisajes de la Bengala rural para impregnarme de los colores, olores y sonidos que pudieron rodear a la autora, y visité su casa natal, su tumba en Sodepur y las escuelas que fundó en Calcuta. Todo ello me ayudó a comprender el coraje que necesitó para enfrentarse a una sociedad tradicionalmente patriarcal”, afirma la directora donostiarra.