En el momento en el que las empresas dueñas de las redes sociales vieron su potencial económico y fueron a explotarlo sin ningún tipo de consideración ni escrúpulo, comenzó el proceso de cambio. El modelo de negocio de las redes sociales tiene como objetivo volver adictos a sus usuarios para que no puedan dejar de usarlas (para ganar dinero mientras vemos anuncios y generamos información de uso), y con esa base es muy difícil, casi imposible, usarlas de una forma saludable

Hay una cantidad ingente de dinero, poder computacional e inteligencia artificial destinados a estudiar cómo interactuamos con las redes sociales, cómo somos y cómo funcionamos para que las usemos constantemente y para volvernos adictos a ellas. 

Por mucho que pongamos de nuestra parte para usarlas conscientemente, si entramos en el juego y comenzamos a usarlas, de una forma o de otra vamos a perder seguro.

Algoritmos

Los algoritmos de las redes sociales fomentan aquellos contenidos que nos hacen estar más tiempo pegados a las pantallas o que nos hacen interactuar más con ellas. Entre otras cosas fomentan el contenido sexualizado y, resumiendo y simplificando mucho, eso lleva a que aumenten las posibilidades de que muchos usuarios, tengan la edad que tengan, vean porno.

Como la emoción que más interacciones genera es la indignación, cada vez vamos a ir viendo más contenido destinado a indignarnos para que interactuemos, para que lo comentemos o lo compartamos, y lo peor es que no nos vamos a dar cuenta. 

Los partidos políticos se dieron cuenta del potencial de las redes sociales para difundir propaganda y manipular a los votantes, y comenzaron a utilizarlas como armas electorales. Les da lo mismo que en el camino estén alimentando un monstruo incontrolable que también se volverá contra ellos. Además de la indignación, los partidos políticos y otros poderes fácticos utilizan la desinformación para manipular a la sociedad en general, y la difunden principalmente en las redes sociales porque se puede difundir cualquier cosa sin que prácticamente nadie diga nada, ya lo hemos aceptado. 

Desinformación

Hasta hace un año, a quien quisiera le resultaba sencillo distinguir la verdad de la mentira y de la manipulación, solo había que seguir unas pautas sencillas para poder investigarlo, pero hoy en día, con las imágenes, vídeos y sonidos generados por la inteligencia artificial, ya es prácticamente imposible hacerlo.

Además, hay muchas más formas de desinformación, no solamente la creada específicamente para engañar. Muchos influencers y muchas personas que quieren serlo desinforman de forma consciente o inconsciente todos los días en su objetivo por tener más seguidores y más likes. Circulan libremente contenidos falsos que incluso implican riesgo y peligro. Prácticamente nadie habla de las enfermedades de transmisión sexual cuando hablan sobre relaciones sexuales, y cualquiera habla sobre temas relacionados sin tener formación de ningún tipo. También hay estafadores que proclaman que se puede ganar mucho dinero sin trabajar y que “si trabajas eres tonto, si no tienes una casa en propiedad con 25 años eres un fracasado”, o que “vas a tener mentalidad de pobre toda la vida” a menos que compres sus cursos, que te van a hacer rico, o a menos que te suscribas a sus canales de pago para que te enseñen a apostar. 

Mucha gente pensará, “¿pero quién cae en estas cosas?”. Un montón de adolescentes y jóvenes. España tiene la mayor tasa de ludópatas juveniles de Europa. No tengo la capacidad de resumir y transmitir la cantidad de desinformación relacionada con diferentes aspectos de la vida que circula por las redes sociales con consecuencias muy graves y que tiene un efecto aún mayor en adolescentes, porque son más impresionables.

El 44% del contenido de TikTok está relacionado con la pérdida de peso, el mundo de la nutrición online también cuenta con gente sin formación que desinforma con el objetivo de vender sus suplementos y sus cosas poniendo en riesgo a los usuarios que los siguen.

Una gran parte de los usuarios, sobre todo chicas, suben todas sus imágenes y vídeos usando filtros en un intento de verse mejor, y eso tiene una doble consecuencia: por un lado los demás usuarios comienzan a ver imágenes de personas con filtros que les quitan las arrugas y los granos, o les blanquean los dientes… en todo momento, se comparan con lo que ven y comienzan a sentirse mal consigo mismos. Por otro lado, esas personas que siempre suben imágenes con filtros comienzan a sentirse mal cuando se miran ante un espejo sin filtro.

‘Cosmeticorexia’

La obsesión por la belleza y la juventud hace que la industria de los cosméticos esté experimentando un aumento enorme de ventas y que muchas chicas retransmitan rutinas de belleza, maquillaje y cuidado de la piel, con y sin formación. 

Esto está llegando tan lejos que ya hay adultos, adolescentes e incluso niñas que sufren cosmeticorexia (una obsesión desmedida por los productos de belleza y el cuidado de la piel) y comienzan a ir a dermatólogos porque se están aplicando esos productos de belleza y les irritan la piel o tienen efectos físicos negativos. La cantidad de problemas que las redes sociales está generando en la salud mental de sus usuarios es abrumadora. 

Todo el potencial positivo que tienen las redes sociales pasó a un segundo plano hace mucho y ha sido eclipsado por sus efectos negativos. Es evidente que nadie es capaz de meterse en este pozo sin fondo sin salir dañado en muchos niveles, sea consciente o no. Y menos aún niños y adolescentes. 

Ante este panorama que cada día empeora, es hora de mirar a las redes sociales de frente, no desde dentro, y abrir el debate: ¿La edad permitida para usar redes sociales debería ser 18 años? ¿Qué opinas?