La misión Apolo 11 llevó a dos hombres, Neil Armstrong y Buzz Aldrin hasta la superficie de la Luna. Fue en 1969 y abrió el camino a otros cinco alunizajes más en tres años, hasta que en diciembre de 1972 Eugene Cernan y Harrison Schmitt, en el curso de la misión Apolo 17, se convirtieron en los últimos astronautas en pisar el único satélite natural de la Tierra. Ellos cierran la lista de 12 personas que han pisado el polvo lunar. De momento, porque en 2024 el proyecto Artemis 3 puede llevar a un hombre o una mujer hasta allí.
En principio, es el primer paso para saltar hasta el planeta Marte, pero puede que no sea el único objetivo ahora que empieza a conocerse mejor el interior, la estructura geológica de la Luna, su núcleo.
Desde siempre los científicos y astrónomos se han preguntado de que estaba compuesta la Luna. Desde mediados del siglo XX se suponía que, al igual que las lunas de Marte, Fobos y Deimos, sería una masa rocosa. Pero en 2011, y gracias a los datos sísmicos recogidos por las diferentes misiones Apolo, cuarenta años antes, se llegó a la conclusión de que la Luna, al igual que la Tierra, contaba con un núcleo sólido.
Corazón de hierro
Ahora, en el mes de mayo, un equipo científicos franceses del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS), la Universidad de la Costa Azul, el Observatorio de la Costa Azul, la Universidad de la Sorbona y el Observatorio París-PSL revelaron, en un informe dado a conocer a través de la revista Nature, que confirma que la Luna tiene un núcleo sólido, y que este es de hierro.
Han podido demostrar que debajo de un núcleo externo de carácter fluido, del que ya se tenía noticia, hay un núcleo sólido del que ha logrado calcular su tamaño y su densidad. Así, el diámetro de este núcleo sería de unos 500 km, mientras que la densidad es de unos 7.822 kg/m2, lo que sugiere que es de hierro.
Para llegar a esta conclusión, los científicos franceses se apoyaron tanto en los datos geológicos recogidos hace medio siglo por los tripulantes de las misiones Apolo como los posteriores de la misión GRAIL, también de la NASA, en la que dos sondas sobre la Luna estudiaron su campo gravitatorio durante un año.
Con estos datos crearon un modelo informático en el que incluyeron además las deformaciones creadas por la interacción gravitatoria con la Tierra, la distancia entre ambos y la densidad del satélite. El resultado es el perfil interno de la Luna. Cuenta con una delgada corteza superficial, un manto muy grueso, una zona de baja viscosidad en la interfase manto-núcleo, el núcleo externo líquido y en núcleo solido interno.
INVERSIÓN DEL MANTO LUNAR
El estudio también ha podido revelar información sobre un fenómeno llamado inversión o vuelco del manto lunar. Se han hallado muestras que parecen apoyar la hipótesis del movimiento de material dentro del manto durante la formación de la Luna.
El material del manto se ha ido desplazando, lo que habría provocado que elementos ricos en hierro subieran desde el núcleo hasta la superficie, y acabaran integrados en las rocas volcánicas que forman la corteza lunar. Pero la diferencia de densidades habría hecho que parte de este material, más pesado volviera al interior del satélite.