Con la llegada del verano tendemos a comer mucho en la playa o en la piscina platos frescos. Aunque resulten muy refrescantes, hay que tomar precauciones para no contraer infecciones alimentarias. El huevo forma parte de muchas de esas comidas, ya sea en forma de ensaladas, mayonesa, etc.

Hay que tener especial cuidado con este alimento durante todo el año, pero mucho más en verano. Las altas temperaturas pueden derivar en una mala conservación de los huevos. Por esa razón, es importante guardarlos en el frigorífico para mantenerlos a una temperatura inferior a los cinco grados, consultar la fecha de caducidad que viene en el envase y en caso de que alguno esté roto o agrietado, tirarlo a la basura.

Los huevos se contaminan fácilmente por la porosidad de su cáscara, lo que le hace ser altamente sensible a la contaminación, sobre todo a los cambios bruscos de temperatura.

Para saber si un huevo está en mal estado, un truco infalible es sumergir el huevo crudo en agua y ver qué pasa. Si se hunde, significa que está fresco y se puede comer. En cambio, si este flota, está pasado y no es nada aconsejable comerlo, ya que nos podríamos arriesgar a contraer Salmonella, por lo que lo mejor es tirarlo a la basura.

En verano, los huevos deben conservarse en la nevera para que se mantengan a menos de cinco grados. Freepik

Este truco se ha utilizado durante años y es muy popular por su eficacia pero, ¿por qué los huevos frescos se hunden y los podridos flotan?

La causa está en el proceso natural de descomposición de los huevos. La clave está en la densidad. Para que una sustancia flote sobre otra tiene que ser menos densa. Por ejemplo, si una bola de corcho flota sobre el agua es porque es menos densa que ella. En cambio, una bola de acero se hunde porque tiene mayor densidad que el agua.

Si aplicamos este ejemplo a los huevos, cuando estos están frescos se hunden porque su densidad es mayor que la del agua. Por el contrario, cuando están en mal estado estos flotan porque su densidad ha disminuido.

Se cree que este proceso se da porque los huevos se han llenado de gas. Aunque esto en parte sea cierto, no es la respuesta precisa. Cuando la clara y la yema se descomponen por el efecto de diferentes microorganismos, se genera gas. Pero al contrario de lo que se dice, este no se queda dentro de la cáscara.

Si el gas no saliera, no podríamos llevar acabo el truco de sumergir los huevos en agua porque estos no flotarían. Esto se debe a dos motivos. Por un lado, el volumen del huevo no cambia porque la cáscara es rígida y no se puede hinchar. Por otro lado, la masa de la clara y la yema será la misma, tanto si están en estado líquido como si se encuentran en estado gaseoso. Si tenemos la misma masa y el mismo volumen, la densidad no cambia.

En caso de ingerir un huevo en mal estado, puedes padecer los siguientes síntomas: malestar estomacal, náuseas, diarrea, escalofríos, vómitos o fiebre. Se recomienda mantenerse hidratado con agua u otras bebidas que no contengan cafeína para que tu estado no empeore. Puedes tomar alimentos tostados porque se digieren con mayor facilidad y aportan energía.

A parte de eso, lo más aconsejable es descansar y no hacer ningún tipo de ejercicio ni esfuerzo hasta que no se note mejoría. Si el malestar persiste, hay que acudir al médico y explicarle a qué se debe la intoxicación. En cualquier caso, comer huevo en mal estado no es algo grave, sino más bien molesto.