En los últimos años, un fenómeno ha empezado a extenderse en bares y restaurantes: cobrar un suplemento por dividir la cuenta entre los comensales. Esta práctica, que en un principio parecía inédita, es cada vez más común, y ha generado un debate sobre su legalidad y sus implicaciones éticas.
Una escena cotidiana en cualquier restaurante puede terminar en sorpresa cuando, al pedir cuentas separadas, los clientes se encuentran con un sobrecargo inesperado en el ticket. Aunque se trata de importes pequeños, el malestar es inevitable.
Pero, ¿es legal? El abogado y creador de contenido Xavi Abat, conocido en TikTok por su claridad en cuestiones legales, ha analizado esta práctica y despejado las dudas.
¿Qué dice la ley sobre el cobro de este suplemento?
Abat explica que no existe una regulación específica en el Código Civil que prohíba o limite el cobro de estos "gastos de gestión". Es decir, los locales tienen libertad para establecer sus condiciones, siempre y cuando las informen previamente.
Este principio de libertad contractual permite que los establecimientos añadan suplementos o recargos si lo notifican de manera visible y clara antes del consumo.
En algunos restaurantes, estas condiciones están señaladas en carteles visibles o incluso en las cartas del menú. Según el abogado, en estos casos no hay margen para la queja: el cliente, al consumir, está aceptando implícitamente esas condiciones.
“Si el restaurante avisa de este cobro, hay una oferta contractual. Tú accedes, lo ves y lo aceptas”, explica Abat.
Sin embargo, la situación cambia si el recargo no es anunciado previamente. En ese caso, el cliente puede negarse a pagar el suplemento o incluso presentar una queja formal, argumentando que no tuvo oportunidad de negociar o rechazar esa condición antes.
¿Cómo justifican los restaurantes este recargo?
Desde la perspectiva de los establecimientos, dividir una cuenta genera un coste extra en tiempo y recursos. Gestionar varias transacciones, sobre todo en grupos grandes, puede ralentizar el servicio, aumentar la carga de trabajo para los camareros y dificultar la contabilidad diaria.
Un ejemplo de esta práctica es la tarifa escalonada aplicada por algunos restaurantes según el número de comensales: un euro adicional para grupos de hasta ocho personas, dos euros para grupos de hasta 12, y tres euros si el grupo es mayor, además del IVA.
¿Es ético cobrar por dividir la cuenta?
Más allá de la legalidad, el debate sobre esta práctica también se mueve en el terreno de la ética comercial. Algunos clientes consideran que dividir la cuenta debería ser parte del servicio básico, ya que los pagos individuales son comunes en la actualidad, y más entre jóvenes y grupos de amigos.
Por otro lado, los defensores del recargo argumentan que el cliente tiene la opción de organizarse antes de llegar al restaurante, utilizando aplicaciones para dividir gastos o designando a una sola persona para pagar la cuenta. De este modo, se evitarían los gastos adicionales y se agilizaría el servicio.
Sin embargo, los detractores señalan que este enfoque no siempre es viable. En reuniones informales o grupos numerosos, dividir la cuenta puede ser la única opción práctica. Asimismo, critican que algunos locales implementen estos recargos sin avisar, lo que deja a los clientes sin capacidad de decidir.
¿Qué hacer si te cobran sin previo aviso?
Abat aclara que, si un restaurante aplica el recargo sin haber informado previamente, el cliente tiene derecho a negarse a pagarlo. “Podrías presentar una queja o plantarte ahí hasta que te dejen cobrar por separado”, afirma.
En estos casos, la ausencia de un aviso previo anula la validez del recargo como parte del contrato entre el cliente y el restaurante.
Otra opción es solicitar el libro de reclamaciones, donde el cliente puede dejar constancia formal de su queja. Esto ejerce presión sobre el establecimiento, y también ayuda a las autoridades de consumo a detectar prácticas abusivas.