Crueldad absoluta en el Palau (134-124)
Un Baskonia titánico cede tras tres prórrogas ante el Barcelona tras un partido memorable que perdurará en la historia de la Euroliga
La pesadilla continental a domicilio debió llegar a su fin de una vez por todas en el Palau Blaugrana, pero el Kosner Baskonia vivió el final más cruel posible en uno de los partidos más memorables de la historia de la Euroliga. Ver para creer lo que regalaron ambos equipos tras una noche que acabó de la peor manera posible tras un esfuerzo sobrehumano.
El 1x1 del Kosner Baskonia: Exhibición de Howard sin recompensa
Únicamente después de tres extenuantes prorrógas de una velada maratoniana que se extendió durante cerca de tres horas acabó rindiéndose un admirable equipo vitoriano al que se le escurrió de las manos un premio de oro. Muy duro, pero a la vez para sentir orgullo de este Baskonia que le puede mirar a los ojos a cualquiera.
Cuando uno cae así, solo cabe quitarse el sombrero ante el generoso esfuerzo de un Baskonia que, eso sí, perdonó la vida al Barcelona con algunos errores difíciles de creer. Sin embargo, no es una noche para reproches y sí para poner en valor la gigantesca actuación de un visitante alavés que, agarrado a la magia de Markus Howard y Luwawu-Cabarrot –ambos terminaron en el banquillo rotos por el esfuerzo– mandó en el luminoso durante numerosos minutos y se quedó a las puertas de quebrar su racha de ya 17 derrotas consecutivas lejos del Buesa en Europa.
Sin embargo, faltó lo más importante: el descabello. Kevin Punter, cuyo duelo anotador con Howard resultó irresistible para el espectador, se disfrazó de héroe para un Barcelona con infinidad de vidas y que acreditó su espíritu de supervivencia con una remontada que no entraba en ningún guion.
El Baskonia terminó quemándose en la hoguera del Palau, pero tiene motivos para mirar al futuro con optimismo
La pegada del estadounidense rescató a los culés, que llegaron a perder 107-116 a falta de poco más de un minuto de la segunda prórroga. En ese instante, una absurda antideportiva de Diakite fue el principio del fin para la escuadra alavesa, ajusticiada también por Satoransky en los compases finales.
Ni siquiera en una noche destinada a la gloria baskonista 367 días después como visitante en la Euroliga llegó el final de una pesadilla interminable. El Barcelona era un equipo casi entregado que para más inri perdió por el camino a Will Clyburn, pero el equipo vitoriano incurrió en algún error de principiante que a estas alturas se paga muy caro.
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Cuando se quedó mediado el tercer cuarto sin uno de sus bastiones en el perímetro por una lesión muscular, el Barcelona quiso morir matando en un momento de máxima adversidad. Las dudas alavesas se incrementaron en un momento que parecía propicio para dar la puntilla al ogro catalán, quien rescató su mejor versión con jugadores de la segunda unidad que le permitieron elevar la temperatura defensiva.
El Baskonia terminó quemándose en la hoguera del Palau, pero tiene motivos para mirar al futuro con optimismo. Tiene un plantel con muchos jugadores capaces de aportar a la espera de que se resuelva la incertidumbre que pesa sobre los bases extracomunitarios, pero ha rescatado de la depresión a Howard, tiene en Luwawu-Cabarrot a un verdadero diamante y necesita que Forrest coja más horas de vuelo. Lástima la falta de oficio e instinto asesino para rematar el dominio acreditado durante muchos minutos.
Hasta el 87-85 no se puso por delante por primera vez el Barcelona, quien se agarró a Punter para darle la vuelta a un partido que tenía perdido. Sin margen para recuperarse, toca sobreponerse a esta cornada porque a la vuelta de la esquina espera otro peso pesado como el Unicaja en el Martín Carpena. Y dejar atrás esta paliza a nivel físico y mental será harto difícil.
En ataque resultó encomiable la circulación de balón en busca de tiros liberados y todos los jugadores se sintieron importantes. Howard acribilló la defensa de Xavi Pascual gracias a su pegada desde la larga distancia, Luwawu-Cabarrot no falló como su mejor escudero y hasta su eliminación por personales Diop mostró sus credenciales en la pintura con una fortaleza pocas veces vista en Vitoria pese a la notable irrupción de Keita en las filas blaugranas.
Sin embargo, todos los méritos del Baskonia acabaron en la papelera ante su falta de tablas en los momentos calientes y la salvaje irrupción de Punter, un demonio para el que no hubo antídotos y que se fue hasta los 43 puntos.