Este verano está suponiendo un cambio de ciclo en el Baskonia y una buena muestra de ello es que David Gil (Vitoria-Gasteiz, 1976), que llegó al club en el curso 2000-2001 para encargarse de los conjuntos de la cantera y que desde la temporada 2002-2003 ha ejercido como entrenador asistente, no vaya a sentarse en el banquillo del Buesa Arena el curso que viene tras una fructífera alianza de 25 años. Con su trabajo alejado de los focos analizando minuciosamente a los rivales y aconsejando a todos los grandes técnicos que han pasado por Vitoria, una parte del mérito de las tres Ligas ACB, tres Copas del Rey y cuatro Supercopas también le corresponde a él. Ahora, al entrenador vitoriano le toca afrontar un gran cambio lejos del club de su vida, el que le dio las herramientas para crecer y tener una trayectoria envidiable e impensable cuando llegó a Zurbano.
25 años en el Baskonia llegan a su fin. ¿Qué es lo que siente?
Sobre todo agradecimiento a lo que ha supuesto el baloncesto para mi vida. Nunca pensé que mi trayectoria pudiera alargarse de tal manera y sobre todo de manera profesional. Siempre he sido muy apasionado del baloncesto, me gusta mucho la formación y raro es el año que no estoy en alguna ponencia o curso. Siempre me ha gustado no sólo ser ponente, también oyente. Todo lo que soy ahora va unido al Baskonia y al baloncesto. Además, he tenido la gran suerte de vivir la que yo creo que fue la época dorada del Baskonia, casi a final por año siendo firmes competidores para ganarla. Esos son recuerdos que se me van a quedar ahí para siempre, desde la primera Copa en la que participé hasta la Liga de la pandemia.
Tras marcharse Ángel Sánchez-Cañete del Unicaja a China el año pasado, era el técnico que más tiempo llevaba en el mismo club de la ACB. ¿Qué le dice eso?
Que es muy rara una trayectoria así y ahora que quiero conocer otros mundos, me doy cuenta de lo difícil que es la continuidad en los puestos de trabajo. Que yo haya hecho más de 20 años en un club de alto nivel, con la exigencia que ello supone, no es lo normal, pero no quiero que la gente piense que ha sido por falta de ambición. A lo largo de estos años he tenido propuestas que no quise coger porque me he sentido querido y respetado en el Baskonia, y sobre todo por mi familia. El poco tiempo en el que estoy he querido por lo menos estar con ellos. Otros proyectos que he podido coger compatibles con el Baskonia, como colaborar con la Federación Española de Baloncesto cada verano en el curso nacional de formación de entrenadores, los he cogido. Me gusta mucho enseñar y estar cerca de la gente que quiere aprender.
¿Qué ha significado para usted estar tanto tiempo en la élite y hacerlo en el club de su ciudad?
Se lo comenté precisamente a Josean Querejeta por teléfono. 49 años es una edad complicada y voy a echar de menos el baloncesto, pero a su vez, yo creo que la vida del baloncesto no la voy a echar de menos. El poder haber disfrutado de esta experiencia en casa ha sido muy especial para mí y sobre todo haber poder vivido esos momentos de altísimo esplendor.
También tenía otras funciones en el club como organizar el Campus Internacional o ayudar en la cantera. ¿Seguirá con ello?
No. Yo esperaba poder contar con alguna función dentro del club. Sí que estuve hablando con Félix Fernández de que en el club tenían que venir momentos de cambio y en ese aspecto la conversación fue muy positiva en el sentido de ver que ese cambio se debía producir. Eso sí, me habría gustado seguir colaborando de alguna manera en lo que más puedo aportar al baloncesto, que es el conocimiento para la gente nueva, tanto para jugadores como entrenadores que se quieran formar. Cuando entré al club, entré en la fundación como coordinador de cantera. Entonces no aspiraba mucho más y para mí eso ya era un logro en sí. Después de 23 años a alto nivel yo creo que habría sido útil aprovecharse de los conocimientos que hay ahí. Eso podría haber sido diferente y me sorprendió más que el dejar de ser técnico asistente. Pero bueno, supongo que cuando alguien quiere cambiar, quiere cambiar.
No cabe duda de que ahora es mejor entrenador que hace 23 años...
Desde luego. Mire, yo soy de guardar entrenamientos y ahora que doy clases de planificación y de dirección de entrenamiento miro atrás y digo: “Madre mía, ¿qué entrenamientos preparaba yo?”. Hay una evolución y además a mí la formación siempre me ha gustado. Estudié magisterio, aunque nunca he ejercido de profesor en un colegio, he ejercido de profesor de baloncesto. Ahora creo que voy a intentar un poco emprender en ese sentido, sacar mi vena de profesor en proyectos que pueda ir emprendiendo aquí en Vitoria.
¿No se ve como entrenador asistente en otro club?
No lo sé. Después de dirigir el partido de Euroliga contra el Barça y ganarlo tuve varias ofertas para entrenar. Hubo gente muy interesada que me persiguió durante años y las propuestas eran suculentas económicamente. Sin embargo, no me llamaron la atención y yo creo que ahora tendrían que ser muy buenas opciones deportivas y económicas para que yo con casi 50 años me vaya de Vitoria. En principio, voy a aprovechar mis conocimientos y toda mi formación para canalizarla de otra manera.
¿Se le queda la espina de no haber sido entrenador principal más allá de aquellos dos partidos como interino?
Mire, yo solía hablar muchas mañanas de café con Xabier Añua de lo importante que es el ser ayudante, que es un puesto en sí y que es una pena que a veces se vea como un puesto trepador para aspirar a más. Yo creo que el ser ayudante tiene que ser un puesto en sí, aunque a veces circunstancialmente alguien tenga que pasar por eso. ¿Que si se me ha quedado la espina? No lo discuto, puede ser. Me he visto capaz y me veo capaz porque estoy viendo cómo se está jugando a baloncesto actualmente, ves partidos y ves cómo es la preparación y la dirección y sinceramente no estaría lejos de eso. Pero la vida del baloncesto es lo que me tira un poco para atrás.
"Estoy años he rechazado ofertas porque en el Baskonia me he sentido querido y respetado"
¿A qué se refiere cuando habla de la vida del baloncesto?
Creo que hay una frase de Iñaki Iriarte que lo sintetiza bien. Tengo muy buena relación con él y para mí ha sido un mentor en estos años que me he dedicado profesionalmente al baloncesto y le debo mucho. Tengo una libreta entera de conversaciones con Iriarte y él ha sufrido mucho también lo que es el salir de Vitoria y, de hecho, tuvo que salir de aquí, como le ha pasado a Ibon Navarro, para que se le reconozca más. Pues bien, Iriarte dice que como entrenador “cada día tienes que ponerte los guantes de boxeo”. Tienes que estar preparado para que los jugadores no te vayan ganando terreno y esto es difícil, es un desgaste para el que hay que estar preparado y hay gente que lo tiene más dentro y otros a los que nos costaría más. A eso me refiero, además de los viajes, la preparación, la soledad de las derrotas... Es duro y es lo que me echa para atrás de todo esto.
Ivanovic, Perasovic, Pedro Martínez, Scariolo, Peñarroya, Ibon Navarro, Spahija, Prigioni, Pablo Laso... La lista de entrenadores a los que ha acompañado es larguísima, ha tenido que aprender mucho.
La verdad es que, sobre todo de joven, me pagaban por ir al puesto de trabajo, pero era como ir a estudiar un máster específico de baloncesto y es curioso ver cómo ellos mismos evolucionan y te sorprenden una y otra vez. Estas son cosas que sólo las tiene la gente grande como esos nombres. Ven un poquito más allá donde a algunos nos cuesta ver más. Sólo espero que yo les haya aportado también algo y de alguna forma ellos me lo han agradecido. Tal vez orden, prioridad de las cosas, filtración... Yo creo que esa es la misión del ayudante, como ya me dijeron hace muchísimos años Iosu Larreategui y José Ángel Samaniego, que fueron los maestros de los que vinimos después.
¿Hay algún entrenador que le haya marcado especialmente?
No quiero ser injusto con nadie porque la realidad es que todos me han sorprendido y todos tienen la tensión que requiere cada día enfrentarte a 12 estrellas de la Euroliga que cobran más que tú, tiempos muertos televisados... Es increíble la presión a la que está sometido el entrenador y no puedo dejarme a nadie atrás. En cualquier caso, está claro que quien me marca es Dusko Ivanovic. Es el que me marca porque es el primero. He estado con él 11 temporadas y he vivido con él mi evolución. He crecido con él y él también se habrá llevado algo de mí, cuando ha estado en otros equipos me ha llamado para pedirme que aconseje a su ayudante. Son cosas con las que me quedo. Tampoco puedo olvidarme de mucha gente con la que he estado y que de vez en cuando me alegro de escuchar su voz cuando descuelgo el teléfono como pueden ser Velimir Perasovic y Neven Spahija, principalmente.
También hay muchísimos jugadores... ¿Con quién se queda?
La época dorada del Baskonia también coincide con la época dorada de Argentina y aquí ha habido muchos argentinos que nos han marcado. Por mi forma de ser, con el que más relación he tenido es con Pablo Prigioni y encima tuve la suerte de poder ayudarle durante unos meses cuando llegó como entrenador con unas ideas revolucionarias y muy bonitas que traía de la NBA. También aprecio mucho a Scola, Nocioni y a Splitter, me alegro mucho de su éxito esta temporada en París. Son todos personas muy brillantes.
¿Se esperaba ganar tres Ligas ACB, tres Copas y tres Supercopas cuando llegó?
Para nada. La pena es que me tocó vivir esos éxitos solo. Yo me casé después de la época dorada y mis hijas, que tienen 12 y 8 años, no pudieron ver in situ esos momentos de felicidad, que son irrepetibles. No podemos pensar que somos el ombligo del mundo, pero en ese minimundo en el que trabajas, poder compartir el miniéxito que es ganar una liga, una copa o llegar a una Final Four con alguien querido es muy bonito. Han estado mis padres, ha estado mi mujer en la parte final de esa época dorada y me ha faltado el haberlo disfrutado un poco con mis hijas, que tampoco pudieron estar en Valencia por la pandemia.
¿Se queda con algún recuerdo en concreto?
Mi primera Copa, la de Sevilla de 2004. Era la época analógica: maleta con vídeos VHS, montar en el hotel la torre de reproductores para poder hacer el montaje con las diferentes grabaciones para cada partido de un día para otro... Fue un momento de trabajo en el que no dormí casi, igual un par de horitas como mucho. También fue especial la primera Final Four. Ganamos en su propia casa al CSKA de Moscú y pensábamos ciegamente que podíamos ganar al Maccabi, pero el Maccabi nos demostró que estaba mucho más preparado que nosotros, no tácticamente, sino por experiencia. La Euroliga es una competición para expertos y en el primer cuarto nos lo demostró. Fue el gran aprendizaje del Baskonia como club. Creo que pudimos ganar alguna, especialmente la de Madrid, con Spahija, pero también nos encontramos a un CSKA muy preparado y experto.
"Voy a echar de menos el baloncesto, pero no la vida del baloncesto"
¿Y en liga?
En la ACB me quedo con la del 2010, contra pronóstico frente al Barcelona con el dos más uno de Fernando San Emeterio. Esa fue muy especial porque trabajamos mucho, nos fuimos creyendo según empezaba el play off que podíamos ganar. Dusko en eso es espectacular, te convence de que se puede e hizo lo mismo en la pandemia. Hicimos un montón de entrenamientos por videoconferencia y él no hacía más que repetir que íbamos a prepararnos para ganar la ACB. Con esa me quedo porque fue muy importante en un momento muy tenso en el que parecía que la vida se acababa.
¿Ha cambiado mucho el baloncesto desde que empezó?
Para el ayudante ha cambiado mucho, antes era todo analógico, sin apenas ordenadores, y los que había eran de sobremesa, no portátiles. Ahora te puedes llevar el trabajo a cualquier sitio, incluso aprovechar el tiempo en un viaje. El baloncesto también ha ido cambiando. Se ha convertido en algo menos táctico. Se pone la excusa del calendario y de que no hay tiempo para entrenar, pero yo creo que habría que analizarlo más, porque no hay riqueza táctica y esa es la pena respecto al baloncesto con el que yo empecé. Ver un partido de aquella época podía ser muy rico, tanto técnica como tácticamente. Ahora son vibrantes, son espectaculares, más físicos, pero quizás los románticos echamos de menos un poco más de estrategia y de técnica pura.
Tiene muchas inquietudes además del baloncesto como la escritura y la música. ¿Les dedicará más tiempo ahora?
Bueno, yo creo que mi blog va tomando algo de peso. Me sorprende cada verano cuando llego al curso nacional la cantidad de seguidores que tiene. En cuanto a la música, el otro día me dijo mi mujer que igual ahora es el momento de retomar las clases de piano. Podría ser. Por último, quiero emprender proyectos relacionados con la enseñanza en los que yo pueda aportar mis conocimientos y ver si ese puede ser mi medio de vida a partir de ahora.
Ya que no lo ha hecho, ¿quiere aprovechar para enviar un mensaje de despedida a los aficionados?
Ya me sorprendió en aquel partido que ganamos contra el Barça y ahora me ha sorprendido de nuevo el cariño de la gente. Yo pensaba que, por mi forma de ver el puesto de ayudante, no hacía falta una despedida o escribir una carta de esas que están tan de moda. Hay gente que está mucho más preparada en puestos más importantes y que tienen un impacto mayor en la sociedad que lo que puede ser el de ayudante o el deporte en este caso. No hay ni rencor, ni tristeza. Simplemente he pensado que no tenía que ser así. Sí que me gustaría dar las gracias al baloncesto, especialmente al Baskonia y sobre todo a tanta gente que no sabía que me seguía tanto. He recibido muchos mensajes y me gustaría también transmitir tranquilidad, que a veces veo que hay cierto enfado. En la vida hay ciclos y ya está. Ahora se acaba un ciclo y empezará otro. Estoy enormemente agradecido a todo el mundo, no sabía que se me tenía ese aprecio.