Disipadas unas pequeñas dudas iniciales, el derbi vasco solo tuvo un color: el azulgrana de un Baskonia que, arropado por los suyos, no dejó margen para la sorpresa. El conjunto vitoriano impuso los pronósticos en un partido donde se dio el primer homenaje de la temporada rememorando los pasajes más gloriosos del curso anterior.
Un encuentro nivelado en los albores desembocó, a la postre, en un plácido monólogo vitoriano. El Baskonia cortó de raíz la efusividad del Bilbao Basket agarrado, entre otras cosas, a su incontestable superioridad física. Su ritmo de elevadas revoluciones careció de antídotos en el cuadro de Jaume Ponsarnau, desfondado y sin respuestas en cuanto la tropa alavesa dio una vuelta de tuerca a su intensidad.
Más de 15.500 almas aguardaban expectantes la capacidad de respuesta del Baskonia tras el varapalo de Murcia y los suyos no defraudaron mediante una actuación completísima en todos los apartados.
El rodillo vitoriano se llevó por delantero a un visitante inofensivo que no pudo dar continuidad a su conato de rebelión de los primeros compases y acabó con el rostro desfigurado.
Muy mejorado en las facetas más oscuras del juego y sostenido por una gran velocidad en la toma de decisiones, el Baskonia reventó el partido con la medicina habitual de la intensidad atrás y el vértigo en busca del aro rival. Así facturó infinidad de canastas fáciles y empequeñeció a un rival que mostró la bandera blanca de la redención con bastante antelación.
Una jornada ideal para ir robusteciendo los cimientos de un proyecto aún verde por el margen de mejora de muchos jugadores. Todavía quedan argumentos en la recámara sin obviar la consabida necesidad de un base que imponga cordura en el juego posicional.
Unos grilletes pesados
Al Baskonia, eso sí, le costó cerca de dos cuartos imponer su jerarquía en el derbi pese a la impresionante atmósfera del Buesa Arena. El Bilbao Basket no se vio intimidado de inicio en un escenario que lució sus mejores galas y planteó una férrea resistencia hasta verse maniatado por los pesados grilletes azulgranas a las puertas del intermedio.
Las alternativas en el marcador fueron una constante durante muchos tramos de la primera mitad. El Baskonia volvió a cometer imprecisiones en el tramo inicial, aunque esta vez se rehizo con personalidad y mostró unas hechuras lo suficientemente rocosas a la hora de no ver comprometido el primer triunfo al amparo de su afición.
La escuadra azulgrana encadenó momentos de lucidez cuando pudo robar algún balón, cerrar el rebote defensivo y salir al galope pero en estático también exhibió ciertas dudas dejando entrever el mucho trabajo pendiente en la centrifugadora de Zurbano.
El 'break' decisivo tuvo lugar en las postrimerías del segundo cuarto, momento en que la defensa alavesa dio un paso al frente en el plano físico y el Bilbao Basket acusó su pronunciada pájara anotadora. Pese a que la selección de tiro de Howard desde el 6,75 no fue la más acertada, un parcial de 11-0 ayudó a disipar las incógnitas antes del pertinente tiempo para la reflexión.
Costello y Mannion deben mejorar
El Baskonia manejó el encuentro sin grandes sobresaltos pero no todos los integrantes de Peñarroya aprovecharon la oportunidad para reivindicarse. Costello sigue siendo una sombra del gladiador que cautivó al personal en campañas precedentes y Mannion –el público le echó una mano– volvió a dejar un reguero de dudas en el timón con una parsimonia que no encaja en el ideario de un equipo predestinado a imprimir un ritmo volcánico.
Sin embargo, esta vez hubo más luces como el paso al frente de Diop a nivel defensivo, las dentelladas triplistas de Rogkavopoulos, la consistencia de Miller-McIntyre o el atleticismo de Moneke, que hizo las delicias del Buesa con su juego por encima del aro. Desde la jornada inaugural, el ex del Manresa ya se ha metido al público en el bolsillo.
El partido quedó sentenciado antes de tiempo y Peñarroya aprovechó la coyuntura para repartir esfuerzos y hacer uso de sus doce jugadores con la entrada de Dani Díez y Raieste. El próximo test promete emociones fuertes: nada menos que el todopoderoso Real Madrid en el arranque de la Euroliga
