La NBA lleva desde tiempos inmemoriales atrayendo a los jugadores más talentosos de Europa por el músculo financiero con el que cuentan las franquicias norteamericanas y el atractivo que supone competir contra los mejores jugadores del mundo. Para ello, siempre han existido dos vías. Cuando un jugador rinde a un nivel muy alto en una competición con gran escaparate como es la Euroliga, es posible que una de las franquicias norteamericanas se fije en él, le haga una buena oferta y el interesado pague su cláusula de salida y haga las maletas a Estados Unidos, como ha sido el caso en los últimos años de jugadores del Baskonia como Fontecchio, Poirier, Vildoza o Larkin.

La otra opción era que destacara en Europa a una edad temprana, firmara su primer contrato profesional con un club del Viejo Continente y una vez se hubiera dado a conocer se apuntara al draft de la NBA y siguiera su carrera al otro lado del charco. Ese es el camino que siguieron, por ejemplo, los hermanos Gasol, Luka Doncic o, en última instancia, Victor Wembanyama, que apunta a ser elegido en el puesto número 1 este año tras haber competido en las filas del Metropolitans 92 francés.

Sin embargo, desde la temporada 2021-22 se ha abierto una nueva alternativa que amenaza con llevarse por delante el trabajo de las canteras europeas y que facilita que los jugadores más prometedores de Europa viajen a Estados Unidos en edades todavía más tempranas y finalicen allí su formación. La liga de baloncesto universitaria (NCAA) ha actuado históricamente como trampolín hacia la NBA para los jugadores norteamericanos, que competían en la liga a cambio de becas para su formación universitaria, pero sin cobrar un sueldo ni poder compaginarlo con el baloncesto profesional.

Eso sin embargo, comenzó a cambiar en 2019, cuando el Gobernador de California Gavin Newson promulgó una ley para que los jugadores de la NCAA pudieran cobrar por su actividad en contra de los deseos de la liga, que no tuvo más remedio que adaptarse ante la presión de los jugadores e incluso algunas estrellas de la NBA favorables al cambio como LeBron James. En la campaña 2021-22 la normativa cambió y, aunque las universidades siguen sin pagar directamente a sus jugadores, sí pueden hacerlo a través de patrocinios privados, lo cual ha cambiado por completo el panorama.

Ofertas irrechazables

Si antes la NCAA intentaba atraer a las jóvenes promesas europeas asegurándoles minutos y destacando la posibilidad de aprender inglés, obtener un grado universitario y prestigio de cara a la NBA –razones que normalmente no se imponían a la opción de ganar dinero en Europa–, ahora ha sumado a sus ofertas sueldos con muchos ceros que resultan inalcanzables para la mayoría de clubes del Viejo Continente. La NCAA goza de una popularidad enorme en Estados Unidos, con asistencias a los pabellones y cuotas de pantalla que a veces superan a las de la propia NBA y que permiten facturar a la liga más de 1.000 millones de dólares anuales.

Jan Vide, MVP de la Euroliga júnior, cambiará el Real Madrid por UCLA Euroliga

Antes ese dinero iba destinado a las universidades, los entrenadores y las instalaciones, pero ahora puede dedicarse también a los sueldos de jugadores. Por lo tanto, no extraña que a la última gran promesa del baloncesto español, Aday Mara, le hayan ofrecido con 18 años la astronómica cifra de un millón de dólares por jugar la próxima temporada en la Universidad de California Los Angeles (UCLA), cifra que ni por asomo puede permitirse el Casademont Zaragoza, club que lo ha formado y que a penas va a poder disfrutar de él.

Ahora se encuentra inmerso en un tira y afloja con el club, que se aferra al contrato y pretende cobrar una importante cláusula al jugador para permitirle salir, mientras que los abogados de Mara argumentan que el precio es excesivo en proporción con el modesto sueldo que recibía en Zaragoza, donde ha competido con ficha del filial. En cualquier caso, poco van a poder hacer los maños ante la estratosférica oferta de UCLA.

Más fácil lo ha tenido para marcharse el canterano del Joventut Dwayne Aristode, que se negó a firmar un contrato con el club verdinegro que le pudiera dificultar su salida en verano y no le importó estar apartado en el tramo final de la temporada a fin de ser libre para irse a la NCAA, posiblemente a Gonzaga o Arizona. El club catalán también ha perdido al base de 18 años Conrad Martínez, subcampeón del Mundo con España sub-17 hace un año que jugará el próximo curso en la Universidad de Arizona.

Ni siquiera un equipo tan poderoso como el Real Madrid ha podido retener al MVP de la Euroliga júnior, el esloveno de 18 años Jan Vide, que jugará en la UCLA junto a Aday Mara sin haber llegado a debutar con el conjunto merengue, que habría tenido que tirar la casa por la ventana para mantenerlo en una plantilla en la que difícilmente iba a tener minutos el curso que viene.

El G-League Ignite, equipo de la Liga de Desarrollo de la NBA en el que ha jugado el canterano baskonista Sidy Cissoko este curso y que ejercía como contrapunto para la NCAA ofreciendo contratos de hasta 500.000 euros a los jóvenes talentos, se va a quedar pequeño ante las cantidades que se empiezan a mover en la NCAA. Las canteras europeas tienen motivos para estar preocupadas.