El nombre de Patricio Garino (Mar del Plata, 1993) siempre estará ligado a Vitoria-Gasteiz, tanto por las tres temporadas en las que militó en el Baskonia entre 2017 y 2020 como por ser el hogar de sus padres y de la cadena de empanadas argentinas Cachito Mío, de la que es dueño. Por desgracia, Pato no ha tenido con las lesiones la misma suerte que con los negocios, y desde la rotura de ligamento cruzado que sufrió como azulgrana en 2019 ha vivido un calvario de lesiones que apenas le ha permitido jugar en el Zalgiris (2020-21) y en el Nanterre 92, club que dejó a mitad de la pasada campaña para intentar recuperarse por completo de sus problemas musculares. El alero argentino, que ha vuelto a sentirse jugador de baloncesto gracias al Girona, habla con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA sobre sus dolorosas experiencias y su esperado regreso a Vitoria.

¿Qué tal le están yendo las cosas en esta nueva aventura en Girona?

Muy bien, la verdad es que no podría estar más contento. Me encontré con una ciudad maravillosa y un proyecto fenomenal liderado por Aíto, aunque sobretodo por poder volver a competir y estar sobre la cancha, eso es lo que más feliz me hace.

Al equipo le costó arrancar, pero ahora está compitiendo mejor...

Sí, yo creo que hubo un par de factores externos que nos impidieron estar bien en el inicio de la temporada. Algunos jugadores regresaban de la selección, otros estaban lesionados, otros no tenían experiencia en la ACB y todos necesitábamos tiempo para poder acoplarnos a la idea de Aíto. El calendario tampoco ayudó a que cogiéramos confianza, pero ahora que nos conocemos mejor entre nosotros y entendemos la idea del entrenador todo está cambiando. Los últimos partidos no los pudimos cerrar, pero estuvimos cerca y es solo cuestión de ajustar un par de tuercas.

La mejor noticia, en cualquier caso, es verle jugar. ¿Cómo se está encontrando físicamente?

Cada día me voy sintiendo mejor, voy poco a poco. También me ayuda mucho el jugar solo una vez por semana, es algo que necesitaba. Obviamente, antes de empezar a competir estuve preparándome durante semanas y durante el regreso a los entrenamientos, a los partidos y a la intensidad tuve varias molestias, pero ya he dejado eso atrás y estoy recuperando muy buenas sensaciones.

¿Cómo hizo para hacer frente a todas esas lesiones? Tiene que ser duro psicológicamente.

La verdad es que no fue para nada fácil. Tuve que hacer uso de la memoria e intentar mantener en mi mente el recuerdo de por qué amaba este deporte y lo feliz que me hace. En muchos momentos sentí que no merecía la pena seguir empujando por algo que ya no me divertía, pero al final creo que era cuestión de encontrar un lugar y un contexto como este aquí en Girona para recuperar sensaciones y volver a ser feliz dentro de la cancha.

¿Se llegó a plantear en algún momento dejar el baloncesto?

Muchas veces, no le voy a mentir. Hasta hace muy poco tiempo es algo que me ha rondado en la cabeza. El cansancio de luchar sin sentido y ver que siguen pasando cosas malas hace que te lo plantees. No pensaba en el dinero, solo en ser feliz, y cuando no estás contento en tu trabajo y no lo necesitas para subsistir es lógico pensar en dejarlo. En cualquier caso, eso ya pasó y ahora está lejos de mi cabeza.

Supongo que tener cierta seguridad económica con negocios como ‘Cachito Mío’ ayuda. ¿Qué tal está funcionando?

Sí, está yendo bien y sigo metiéndome en otros proyectos. Aquí en Barcelona, por ejemplo, estamos trabajando con varias cervecerías. Me ha gustado mucho la experiencia del Cachito Mío y obviamente con todo lo que me ha pasado he tenido que pensar también en el futuro. No todo es baloncesto y abrirme a un sector que me gusta como es el de la hostelería me ha resultado útil. Al término de la carrera deportiva es importante saber administrar el dinero y hacer buenas inversiones.

¿Cree que volveremos a ver la mejor versión de Garino?

Bueno, es un proceso largo, son más de dos años en los que he pasado muy poco tiempo dentro de la cancha y es difícil valorarlo en cuatro o cinco partidos, hay que pensar en la temporada en su conjunto. Tendré altibajos, pero el objetivo es terminar el curso lo mejor posible y poder encontrar al nuevo Pato.

¿Piensa en un regreso a la selección argentina?

La selección siempre está en mi cabeza, es algo que nunca desaparece. Me dolió mucho no poder ir a la última ventana FIBA para ayudar al equipo, pero mi cuerpo no estaba preparado para poder realizar semejante esfuerzo físico con los viajes, cambio de horarios y demás, pero defender los colores de Argentina nunca va a dejar de estar entre mis deseos.

Ahora regresa al Buesa Arena y a Vitoria, que es, como mínimo, su segunda casa. ¿Cómo lo afronta?

Con muchísimas ganas de ver a toda la gente, a amigos que he dejado allí y obviamente a mi familia. Siempre es bonito regresar a la que fue mi casa y al lugar que me abrió las puertas a Europa. Será especial volver a jugar en el Buesa Arena, aunque no voy con grandes expectativas. El simple hecho de pisar la cancha con la camiseta puesta ya va a ser el logro más grande para mí. Irán mis padres y mis amigos a verme y sé que habrá buen ambiente, así que solo con estar ahí dentro voy a ser muy feliz.

¿Cómo ve al Baskonia este año?

Muy bien. Con altibajos, pero es un equipo que tiene infinidad de amenazas ofensivamente, con varios jugadores con muchísimos puntos en las manos. Para poder ganar vamos a tener que ser capaces de frenar a sus jugadores de perímetro en los duelos de uno contra uno, y por dentro a Costello, que está haciendo un trabajo impresionante. Es un partido en el que tenemos que estar concentrados durante los 40 minutos y la clave estará en realizar una buena defensa para a partir de ahí fluir en ataque, aunque sabemos que va a ser muy difícil ganar.

Este año comparte vestuario con Ondrej Hanzlik, cedido por el Baskonia. ¿Le ve con futuro?

La verdad es que es un chico sensacional en cuanto a carácter y compañerismo. Todavía es muy joven y le queda un largo camino por recorrer, pero es impresionante todas las horas que está trabajando. Necesita entender lo que es competir a este nivel, pero eso es cuestión de tiempo. Carácter, ganas y mano tiene de sobra para ser un gran jugador.

También comparte vestuario con Marc Gasol, que no es tan chaval... ¿Cómo es eso de entrenar con el dueño del club, le deja anotar para que le suba el sueldo?

No, para nada (risas). Es todo muy natural, cuando está dentro de la cancha es uno más para lo bueno y para lo malo, los entrenadores lo regañan como a cualquier otro. Marc se encarga con su carácter de que todo fluya naturalmente y eso ha ayudado a la química del equipo. Luego, obviamente, cuando habla le escuchamos, pero porque es Marc Gasol y tiene una experiencia enorme como jugador.

¿Y qué me dice de Aíto García Reneses? Es toda una leyenda...

Totalmente. En el equipo estamos todos encantados con su juego y con su metodología, te explica las cosas con todo lujo de detalles, como un gran profesor. Se sale un poco de la norma de hoy en día, no está continuamente gritándote en la cara, sino que te explica todo las veces que haga falta para que lo entiendas y lo puedas trasladar a la cancha. Creo que esa ha sido la receta del éxito de su carrera y se nota en la mejoría que muchos jugadores han tenido al pasar por sus manos.

En el Buesa se le tiene cariño y siempre se recibe bien a los exbaskonistas. ¿Tiene algún mensaje para los aficionados antes de su regreso?

Que tengo muchas ganas de volver, y también me gustaría agradecerles que en mis peores momentos, cuando tuve aquella lesión del ligamento cruzado, me saludaran y me dieran ánimos cada vez que salía a caminar por Salburua para intentar liberar la cabeza. Es algo que me marcó muchísimo, y me di cuenta de la calidad humana que hay en el club y en la afición por encima de los resultados.