Poco se pareció el Baskonia de Manresa al que ha maravillado a sus aficionados en el arranque de la temporada. El conjunto azulgrana mostró en el Nou Congost su peor versión de lo que va de campaña y sucumbió con total justicia ante un Baxi Manresa que, pese a contar con una plantilla bastante inferior, demostró tener más ganas que los gasteiztarras de conseguir el triunfo y le bastó con mantener la concentración y la disciplina en el juego durante 37 minutos para imponerse a los alaveses.

El primer cuarto, con Thompson, Marinkovic, Giedraitis, Sedekerskis y Kotsar sobre la cancha, comenzó con el Baskonia pasando como un torbellino por encima de un Baxi Manresa al que le costó entrar en el partido, pero no fue más que un espejismo. Tadas Sedekerskis, con unos buenos primeros compases, lideró a los gasteiztarras a un parcial de 2-12 que obligó a Pedro Martínez a pedir tiempo muerto a los tres minutos de juego. La charla del extécnico baskonista despertó a los locales, que subieron el listón en defensa con el ingreso en pista de la segunda unidad, mención especial para los agitadores Ferrari y Waczynski, y a partir de ahí fueron creciendo en ataque hasta conseguir darle la vuelta al marcador con una inocente pérdida de Henry y una canasta más tiro libre adicional de Jou (25-22).

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Las mejores imágenes del Manresa - Cazoo Baskonia J. Alberch / ACB Photo

Howard redujo distancias anotando la última canasta del primer cuarto, pero la dinámica en el segundo continuó siendo la misma. El Baskonia siguió cometiendo errores forzados y no forzados en ambos lados de la cancha que permitieron al Manresa, con dificultades en las contadas ocasiones en las que los alaveses se plantaron con suficiente firmeza en defensa, poder seguir anotando pese a su teórica inferioridad técnica respecto a los gasteiztarras. Llegaron a situarse los locales 31-24 arriba tras una antideportiva de Raieste sobre Harding, los titulares baskonistas consiguieron devolver las tablas al marcador con el 37-37, pero, de nuevo bajo la batuta de Frankie Ferrari, los de Pedro Martínez fueron capaces de devolver el golpe sin demasiadas dificultades y marcharse al descanso con una ventaja de 47-42, una alta anotación que evidenciaba la falta de entendimiento y consistencia de los de Peñarroya en defensa.

Cúmulo de despropósitos

Al regreso de vestuarios, Peñarroya introdujo un ajuste en el quinteto al sustituir a Marinkovic por Henry, quizá en búsqueda de un mejor manejo de balón y menos pérdidas, algo que no tuvo el efecto deseado, ya que el duelo siguió por los mismos derroteros y, de hecho, el Manresa alcanzó una nueva ventaja máxima de ocho puntos con el 54-46, obra de Sagnia. No salían las cosas, los triples no entraban (con la única excepción de Dani Díez) y no aparecía un jugador capaz de contener a Ferrari, pero aun y todo el Baskonia consiguió minimizar daños, ganar el tercer cuarto y mantenerse a una distancia prudencial al llegar a los diez minutos decisivos con un todavía salvable 66-62.

Sin adornos ni precisión, pero con oficio y trabajo bajo los aros, el conjunto alavés igualó el choque gracias a dos trabajadas canastas de Kotsar en el poste (68-68), pero se encontró con un muro invisible que le impidió recuperar el mando del encuentro, a pesar de que tuvo varias oportunidades de hacerlo. El choque estaba igualado, pero a partir del 72-72 el juego del Baskonia se convirtió en un cúmulo de despropósitos en forma de pérdidas infantiles, faltas de concentración y desajustes defensivos. Fueron unos minutos inexplicables para los azulgranas, propios de un partido de patio de colegio y el Manresa, lógicamente, no desaprovechó el regalo. Con un parcial de 11-0, los catalanes construyeron una importante ventaja de 83-72 a falta de algo menos de tres minutos para el final y el cuadro visitante, absolutamente desquiciado, no tuvo capacidad de respuesta.

El resultado, finalmente de 93-80, supone un duro golpe para el combinado baskonista, que necesitará recomponerse lo más rápido posible para afrontar la exigente semana de triple jornada que se avecina en la que deberá demostrar que lo ocurrido en Manresa no es más que un sonoro tropiezo.