Tras dos temporadas de claro color azulgrana, la Euskal Kopa 2021-22 acabó esta vez en las vitrinas del Bilbao Basket. Lo peor de la matinal es que, pese a tratarse casi de un amistoso y un título siempre menor, la derrota fue sonrojante (93-68) para un Baskonia que, a falta de una semana para el bautismo liguero en Valencia, todavía está absolutamente corto de todo.

La pretemporada está resultando problemática y accidentada. Ni siquiera ha sido posible hasta ahora entrenar con el grupo al completo, pero ello no justifica la triste imagen en uno de esos partidos subrayado siempre en rojo para la afición. El ensamblaje y los automatismos brillan por su ausencia, aunque lo que sorprendió negativamente en tierras vizcaínas fue la falta de ardor defensivo y la escasa predisposición para el sufrimimiento ante un Bilbao Basket que paseó una superioridad aplastante e incluso terminó gustándose con un festival triplista encabezado por los letales Goudelock y Reyes.

Una herida demasiado profunda que quizá pueda servir como cura de humildad para un Baskonia que todavía deberá hacer de sus ilusionantes nombres un equipo. No se puede caer en los extremos a estas alturas de la película, pero no cabe duda de que la respuesta azulgrana resultó decepcionante y el sonrojo de unas proporciones siderales tras una matinal convertida en una pequeña pesadilla.

La Euskal Kopa tuvo un guión completamente inesperado con una abrumadora inferioridad del Baskonia, sometido por su vecino bilbaino de forma despiadada a partir del minuto 4 tras arrancar la matinal con un esperanzador 0-9 en el marcador. Se apagaron las luces demasiado pronto y el castigo fue in crescendo poco a poco ante la incredulidad de los presentes en el polideportivo Mikel Trueba.

Pese a que su proyecto también es completamente nuevo con multitud de caras nuevas, el Bilbao Basket demostró estar mucho más rodado y destapó las débiles costuras del equipo de Ivanovic, lastrado por las bajas (Peters y Costello), la escasa química entre sus componentes y también con jugadores fuera del tono físico ideal como Baldwin.

El ex del Bayern, aún carente de explosividad, protagonizó un gris regreso tras los problemas físicos que ha sufrido en esta pretemporada. Manoseó en exceso el balón, apenas exhibió un mínimo sentido colectivo al frente del timón y trató de resolver el pronunciado caos a golpe de tentativas individuales. El único consuelo es que solo tras el descanso su muñeca entró mínimamente en calor.

En la cuerda exterior, no fue Baldwin el único señalado porque Marinkovic exhibió una mordiente escasa, Giedraitis se vio superado en los dos aros y Fontecchio únicamente adornó su estadística en los minutos de la basura.

Sin embargo, los problemas del Baskonia fueron mucho más profundos, sobre todo con una notable debilidad en el juego interior. Y es que el trío Miniotas-Delgado-Withey empequeñeció sobremanera a los pívots azulgranas. Tanto Nnoko como Enoch ya se habían cargado con tres faltas en el segundo cuarto, por lo que Ivanovic tuvo que conformar una atípica pareja (Fontecchio-Tadas) para salir del brete.

En cualquier caso, el gran demonio del Bilbao Basket fue Goudelock, que pese al paso de los años demostró que no ha perdido su tradicional pólvora. En más de una ocasión, la Mini-Mamba y Reyes, otro que vio el aro como una piscina en Santurtzi, retrataron las carencias defensivas de Giedraitis. Las concesiones en el rebote, la lentitud a la hora de correr hacia atrás y la mala defensa sobre el bloqueo y continuación del Bilbao Basket aumentaron el desasosiego.

Un mal trago, en definitiva, del que conviene aprender y la imperiosa necesidad de seguir trabajando muy duro porque, tras el Trofeo Álava de este martes ante el desconocido Sibiu rumano, llegará lo realmente interesante. La afición espera mucho más y este borrón es de los que escuece.