- Salvo algunos privilegiados que ya no tendrán ese honor tras las últimas restricciones impuestas por las autoridades para controlar la pandemia, los aficionados baskonistas no pueden desgraciadamente presenciar in situ los encuentros del TD Systems durante esta atípica temporada. Quizá un desfibrilador a mano les hubiese venido de perlas teniendo en cuenta que seis de los trece compromisos oficiales de los hombres adiestrados por Dusko Ivanovic hasta la fecha, es decir prácticamente la mitad, se han resuelto en el último suspiro con subidones y frustraciones a partes iguales.

Cual funambulista que trata de no perder el equilibrio cuando transita sobre un alambre, los partidos del Baskonia están deparando emociones fuertes. Demasiados thrillers como para que los corazones no comiencen a resentirse. De hecho, está siendo una campaña donde la línea entre salir con el pecho henchido de la cancha o abandonarla cabizbajo está siendo extremadamente delgada.

En esos seis partidos taquicárdicos que precisaron la foto finish para su resolución, la moneda ha salido cara tan solo en el 50% de las ocasiones. Y todo ello bajo un denominador común: la creciente dificultad en las filas alavesas para mantener la cabeza fría y la serenidad en unos instantes finales donde la toma de decisiones siempre pone a prueba la pasta de la que están hechos los jugadores.

El desmedido suspense registrado el domingo en el Gran Canaria Arena ilustra lo que está siendo un sinvivir constante a la hora de seguir las evoluciones azulgranas. Cada jornada tiende a convertirse en una permanente montaña rusa de emociones. Eso sí, con la terca sensación de que el Baskonia todavía dista mucho de ser ese grupo realmente fiable y sólido que pueda convertirse en un futuro en una alternativa de poder al favoritismo de los principales transatlánticos.

Al menos, es la sensación que flota en el ambiente pese a las victorias de indudable prestigio selladas ante tres rivales directos como el Real Madrid, el Barcelona y el Valencia Basket. Tan pronto es capaz el Baskonia de someter a oponentes de gran cilindrada y con mayor fondo de armario como verse apurado por modestos con escaso pedigrí que se limitan a aprovechar las ya célebres desconexiones azulgranas.

Detrás de tanta irregularidad en un mismo encuentro puede encontrarse la insuficiente plantilla para compatibilizar dos competiciones tan exigentes como la ACB y la Euroliga. Todavía pendiente de cubrir la salida de Khadeen Carrington, aún sin la versión ideal de jugadores como Alec Peters, Youssoupha Fall o Ilimane Diop y con tres canteranos que desaparecen del mapa en cuanto la velada se encamina hacia terrenos pantanosos, el Baskonia combina tramos de indiscutible lucidez con otros en los que le cuesta mantener la compostura sobre la pista.

La formación alavesa ha salido indemne del sufrimiento ante el Valencia Basket y el Estudiantes merced a dos canastas ganadoras de Luca Vildoza y Pierria Henry. Sin embargo, frente al Burgos y al Joventut le tocó vivir la cara más amarga del deporte tras aquel palmeo del cubano Jasiel Rivero y un fatídico triple desde la esquina obra de Ferrán Bassas, respectivamente.

La enésima ración de angustia ha tenido dos nuevos capítulos en la última semana. El duelo continental ante el Barcelona y el reciente doméstico frente al Gran Canaria, al que el Baskonia llegó con las fuerzas al límite y con un pesado desplazamiento de por medio, también tuvieron el denominador común del inexplicable cortocircuito vitoriano en el epílogo.

Con un parcial final de 0-11, el gigante blaugrana arrancó al Baskonia de las manos una victoria que ya saboreaba hasta acabar descompuesto tras cuatro minutos de aterradora sequía anotadora. Por contra, la candidez del Gran Canaria evitó un nuevo disgusto tras otro grotesco desenlace en el que ambos equipos rivalizaron a la hora de hacerse el harakiri con pérdidas a cada cual más inexplicable.

A la vuelta de la esquina, el calendario depara dos partidos ciertamente asequibles en el Buesa Arena ante el Asvel Villeurbanne y el Bilbao Basket con el fin de no seguir poniendo en riesgo la salud del personal. Ni galos ni vizcaínos deberían poner en tela de juicio la supremacía azulgrana, pero el baloncesto no entiende a menudo de lógicas.