Luca Vildoza difícilmente olvidará el encuentro de ayer en Burgos. No porque rubricara una actuación estelar ni porque la cita tuviera una especial trascendencia. Más bien por el dolor que le acompañó en el viaje de regreso a casa y porque cuando se sitúe delante de un espejo la imagen que le devolverá le recordará inmediatamente los primeros segundos del tercer cuarto del encuentro.

Justo el momento en el que, de manera totalmente fortuita cuando ambos buscaban hacerse con un balón suelto, la cabeza de McFadden impactó con violencia contra el rostro del baskonista. Un impacto que le mantuvo grogui durante unos segundos sobre el césped del Coliseum y que le impidió volver a jugar hasta la conclusión de la contienda.

El argentino recibió el golpe fundamentalmente en la nariz y en la boca, zona que presentaba una importante inflamación a la finalización de los cuarenta minutos. Esta acción hizo reaparecer los fantasmas en torno al director de juego sudamericano, que la pasada temporada vivió un ejercicio negro con las lesiones.

Al menos, Vildoza pudo permanecer en el pabellón y no necesitó ser trasladado de urgencia a un centro hospitalario, lo que sin duda es ya por sí mismo una buena noticia. En cualquier caso, en las próximas horas tendrá que someterse a pruebas médicas que determinen si ha sufrido algún tipo de fractura en la nariz o en el rostro. Una eventualidad que podría afectar a su trabajo de pretemporada e incluso, en el peor de los casos, a tener que pasar por el quirófano.

No fue ese además el único percance que tuvo el base baskonista. Y es que ya antes del descanso se vio involucrado en otras dos acciones que pusieron a prueba su físico. Un duro bloqueo en el que recibió un fuerte impacto en su rodilla y otro golpe en su antebrazo izquierdo que le obligó a salir momentáneamente de la pista y protegerse la zona con un aparatoso vendaje.