- En el verano más atípico que se recuerda debido a los estragos de la pandemia, las afiladas garras de la NBA no van a propiciar tantos quebraderos de cabeza como en veranos precedentes. Mientras las franquicias estadounidenses pelean estos días por el anillo en la burbuja de Orlando, casi todos los grandes de la Euroliga respiran de alivio ante la certeza de que no serán esquilmados por el colmillo afilado de la mejor liga del mundo. Casi todas las piezas más rutilantes que despliegan su magia en el Viejo Continente ya no se moverán.
Entre la demora para la celebración del draft, previsto el próximo 16 de octubre y antesala de la apertura del mercado para agentes libres dos días más tarde, la disminución del límite salarial de entre 25 y 30 millones de dólares para todas las franquicias de cara a la temporada 2020-21 y que algunos transatlánticos a este lado del Atlántico se permiten ya el lujo de pagar unas cantidades estratosféricas, la fuga de estrellas que pondrán rumbo a Estados Unidos ha quedado reducida a la mínima expresión.
Salvo una inesperada vuelta atrás en las próximas semanas, el madridista Facundo Campazzo, Deni Avdija (Maccabi) y Jock Landale (Zalgiris) serán teóricamente los únicos que darán con sus huesos en la NBA. Eso sí, todos ellos deberán armarse de paciencia para hacer realidad su objetivo ante los complicados plazos motivados por la emergencia sanitaria. Incluso es factible que alguno no tenga otro remedio que hacer la pretemporada con su actual equipo antes de cumplir su viejo sueño de codearse con los grandes jugadores del planeta.
El movimiento más mediático es el que tiene como protagonista al base del Real Madrid. Convertido con respeto de Shane Larkin en el mejor base de Europa en las últimas temporadas, Campazzo trata de encontrar la fórmula que le permita desvincularse de la entidad merengue. Tras su última renovación que le ha hecho acreedor a un contrato superior a los tres millones de euros anuales, la cláusula de rescisión del argentino se vio elevada hasta los seis millones. Se trata de una cantidad desorbitada que lógicamente no podrá satisfacer este verano de golpe, de ahí que no le esté resultando nada fácil alcanzar una entente con los rectores de la sección de baloncesto merengue.
La firme intención del internacional albiceleste es desligarse ya mismo del Real Madrid y no disputar en septiembre la Supercopa en Santa Cruz de Tenerife, aunque dicha pretensión se encuentra plagada de dificultades. Pese a que perderá los derechos sobre el jugador en el caso de que decida retornar algún día a Europa, el club blanco no está dispuesto a aceptar cualquier tipo de rebaja en la cláusula de Campazzo. Los Timberwolves de Minnesota, donde milita su amigo Pablo Prigioni como técnico asistente, podrían acogerle a corto plazo.
Quien también hará las maletas este verano rumbo a la NBA es Deni Avdija, el último niño prodigio del baloncesto israelí que viene de ser una pieza básica en el título liguero número 54 del Maccabi. A sus 19 años, el crecimiento de la joya amarilla es imparable y todas las previsiones le sitúan entre los diez primeros del draft estadounidense. Aquella franquicia que apueste con fuerza por él podrá garantizarle el dinero suficiente para comprar su libertad. Una dura pérdida para un Maccabi que tan solo habrá disfrutado durante tres temporadas de uno de los jóvenes más dominantes de estos últimos tiempos en las categorías inferiores.
El que también quiere hacer realidad su sueño americano es Jock Landale, que recientemente se acogió a una cláusula existente en su contrato para abandonar el Zalgiris previo pago de unos 300.000 euros. El pívot australiano de 24 años y 2,11 metros, vinculado en su día al Baskonia y también al Barcelona tras la llegada de Sarunas Jasikevicius al banquillo, ha dejado magníficas sensaciones en su última campaña en Kaunas y tiene la convicción de que algún equipo apostará por sus servicios cuando se abra el mercado de los agentes libres.
Cabía la opción de que otros jugadores a este lado del Atlántico trataran de dar el salto a la mejor liga del mundo, pero finalmente resistirán a este lado del Atlántico gracias al indudable esfuerzo económico que han efectuado los grandes de la Euroliga. Shane Larkin y Vasilije Micic, los puñales del Anadolu Efes a quienes el baloncesto europeo se les queda ya muy pequeño, seguirán haciendo diabluras un curso más en Estambul a las órdenes de Ergin Ataman. Con ambos en nómina, nadie duda de que el equipo turco volverá a ser el principal candidato a izar la Euroliga si la pandemia finalmente lo permite.
Pese a que Alexey Shved coqueteó con su posible regreso a la NBA, finalmente seguirá en Moscú. La estrella del Khimki renovó a finales de junio para las tres próximas temporadas y se mantendrá como uno de los jugadores mejor pagados del Viejo Continente junto al propio Larkin y el barcelonista Nikola Mirotic, cuyo ciclo en Estados Unidos parece haber acabado para siempre. Nikola Milutinov lleva siendo desde hace tiempo uno de los ases en la manga que se guardaban los Spurs de San Antonio para reforzar su pintura, pero el corpulento poste serbio se hará de oro en Moscú tras haberse comprometido con un CSKA ávido de recuperar cuanto antes su corona continental conquistada en 2019 en el Buesa Arena de Vitoria. Dos de sus escuderos serán los exbaskonistas Toko Shengelia y Mike James, que han aplazado igualmente cualquier tipo de aspiración de recalar en la NBA.
Aunque también se había especulado con el interés de muchas franquicias por sus servicios, otro pívot dominante como pocos en Europa como Walter Tavares mantendrá su taquilla en el vestuario del Real Madrid. El dinero que percibe el caboverdiano de la entidad blanca y su elevada cláusula de salida hacen prácticamente inviable ya su desembarco en Estados Unidos.
Jock Landale, pívot hasta ahora del Zalgiris, espera a la apertura del mercado de agentes libres en octubre para inmiscuir su figura
Larkin, Micic, Shved, Tavares y Milutinov se han visto tentados para emigrar, pero sus equipos les han cubierto de oro para impedirlo