VITORIA- Los presidentes de los dieciocho clubes mantuvieron ayer una videoconferencia junto a la plana mayor de la ACB que precederá a la celebración de la asamblea general ordinaria del próximo lunes 23. En el encuentro, desarrollado por vía telemática, se abordaron varios asuntos de extrema importancia como las posibles fórmulas para tratar de acabar la temporada y, sobre todo, la forma conjunta de afrontar la crisis económica derivada del coronavirus.
Con varias nóminas de jugadores, técnicos y personal administrativo de las entidades pendiente todavía de ser abonadas, el margen de maniobra es muy limitado y se avecinan turbulencias con consecuencias imprevisibles.
De momento, la gran conclusión del cónclave es que la ACB ha sido suspendida temporalmente hasta el próximo 24 de abril con motivo del COVID-19. Los partidos correspondientes a las jornadas 24 y 25 ya se habían aplazado días atrás, pero el parón será mucho más duradero ante la certeza de que la crisis sanitaria no quedará solventada ni mucho menos en las dos próximas semanas tras la posible ampliación del estado de alarma. De hecho, el escenario de una cancelación definitiva, tal y como ha sucedido con otros países que han decidido bajar la persiana en cuanto a la temporada baloncestística, todavía siga planeando con fuerza pese al anuncio oficial que tuvo lugar ayer.
Con todo, desde la patronal también se lanza un mensaje de esperanza que evoca al enviado recientemente por Jordi Bertomeu, el presidente de una Euroliga que, en el mejor de los casos, no se reanudará hasta el 11 de abril. "La voluntad de todos los clubes sigue siendo reanudar la competición y finalizar la Liga Endesa 2019-20 en la medida y los tiempos que la situación lo permita", explicó ayer Antonio Martín, que enfatizó "la importancia del apoyo unánime de todos los clubes a una medida excepcional como la suspensión temporal de la competición ante una situación tan grave como la que estamos viviendo con esta pandemia".
DATOS ECONÓMICOS Todos los presidentes cruzan los dedos para que así sea. Y es que, en caso contrario, se necesitarán medidas de calado para mitigar el terrible impacto de las pérdidas económicas que se avecinan tanto para la patronal como los clubes. Restan por celebrarse once jornadas de la fase regular y las series finales por el título, algo que en el mejor de los casos supondrá la celebración de mínimo ocho partidos más para el futuro campeón. Es decir, no hay fechas materiales para cuadrar un calendario tan cargado si, en el mejor de los casos, la ACB puede finalmente reanudarse.
En el caso de que la suspensión de la competición sea definitiva, la primera incógnita residirá en saber si el Barcelona -actual líder- será proclamado campeón. En otras ligas ya canceladas, el equipo que iba clasificado en primer lugar ha alzado el título, pero obviamente el Real Madrid se opondrá a dicha medida. Los estatutos del torneo no recogen la posibilidad de finalizar una temporada de forma abrupta, como podría ser el caso de ahora, por lo que el asunto tiene visos de enquistarse aún más.
Por otro lado, Fuenlabrada y Estudiantes -equipos actualmente en puestos de descenso- sí son partidarios de que la campaña finalice ya mismo con el fin de no perder la categoría. A otros conjuntos en tierra de nadie, ya sin opciones de pelear por algo significativo, también les vendría de perlas una cancelación de la ACB para intentar ahorrarse el pago de varios nóminas, aunque es evidente que los clubes -como cualquier empresa de otro ámbito- también tendrán la potestad de suspender temporalmente el contrato de sus trabajadores mediante un ERTE. Ello, sin embargo, puede implicar a la larga que pierdan sus derechos sobre los jugadores más importantes con contrato en vigor. Estos, asesorados por sus abogados, podrían denunciar irregularidades y llevar el asunto a los tribunales.