Hace ya unas cuantas temporadas que el Kirolbet Baskonia busca desesperadamente un killer. La pieza, evidentemente, más codiciada en cualquier mercado y sobre la que lanzan sus redes los pretendientes más poderosos. Año tras año la entidad de Zurbano ha ido renovando sin demasiado éxito sus apuestas y el pasado verano fue Nik Stauskas el destinatario de ese cartel. El canadiense aterrizó en el Buesa con un currículo que le situaba, a priori, dentro de esta particular raza de baloncestistas. No obstante, sus primeros pasos con la camiseta azulgrana no confirmaron las expectativas y más de uno dio por hecha ya la maldición que parece cernirse sobre estos fichajes.
En la pista del Estrella Roja, sin embargo, el americano demostró que tiene potencial más que sobrado para convertirse en el matador que tanto ansía el baskonismo. Después de firmar unos discretos veinte primeros minutos, llevó a cabo una inesperada ejecución exprés para ajusticiar al conjunto serbio en un tercer cuarto espectacular en el que destapó el tarro de las esencias.
Apenas veinte segundos tuvieron que trascurrir desde la reanudación de la contienda para que Stauskas comenzara a enfundarse el traje de verdugo implacable. Tomó la pelota y comenzó una decidida penetración al aro que Lazic solo pudo detener con una falta personal. Los dos tiros libres posteriores convertidos supusieron el pistoletazo de salida a su particular recital. Inmediatamente después, convirtió una canasta más adicional y un triple que permitieron al Baskonia estirar su ventaja en el marcador hasta los siete puntos (33-40).
Con la defensa del Estrella Roja centrada en tratar de contener las cuchilladas del canadiense, este se dedicó entonces a jugar al despiste y regalar asistencias a sus compañeros, que se beneficiaban del sobremarcaje que recibía. Tras cometer una inocente falta antideportiva para tratar de contener un contraataque local, Perasovic optó por concederle un pequeño descanso. Un reposo que se terminó cuando comprobó que el plantel balcánico conseguía acercarse sin la amenaza de Stauskas en pista.
A falta de algo más de tres minutos le dio de nuevo la alternativa y a partir de ahí el killer azulgrana se desencadenó sin piedad. Primero un triple a falta de 2.37 -con el que mandó callar a la grada- y dos tiros libres convertidos en el siguiente ataque para devolver la tranquilidad (41-50). Y como colofón estelar a un cuarto casi perfecto, otro lanzamiento de tres puntos lejanísimo en el último segundo que supuso la estocada definitiva para un Estrella Roja que acababa de recibir otro de Shengelia y se fue al cuarto final trece puntos abajo (43-56).
En esos últimos diez minutos Stauskas se limitó a llevar su récord de anotación este curso hasta los 22 puntos y dejar claro que, si no se queda en flor de un día, puede ser el verdugo que el Baskonia llevaba buscando tanto tiempo.