vitoria - Un inesperado naufragio en las competiciones domésticas frente a dos rivales asequibles (Joventut y Zaragoza) como contrapunto a la etiqueta de cuartofinalista continental. Para un club como el Baskonia que siempre presume orgulloso de ser una alternativa de poder a los grandes transatlánticos de la Liga ACB y la Euroliga, se trata de un balance a todas luces insatisfactorio y que deja un poso de enorme amargura en el ambiente.
Con el batacazo ante el Tecnyconta todavía caliente, todos los estamentos de la entidad azulgrana tratan de digerir a estas horas el nefasto epílogo de otra temporada que ha supuesto un nuevo retroceso no solo a la hora de intentar conducir algún título a las vitrinas del Buesa Arena -la sequía se prolonga ya desde aquel mágico dos más uno de Fernando San Emeterio en 2010 ante el Barcelona- sino también cumplir con los objetivos mínimos que se le deben exigir a un equipo de altos vuelos como el vitoriano.
Quedar fuera de las semifinales de la Liga y Copa en un mismo curso supone un fracaso estrepitoso, se mire como se mire, y no hay excusas a las que agarrarse. Ello no es óbice para ignorar que varios factores a la vista de todo el mundo han propiciado el desengaño final con un conjunto que, por momentos, apuntó muy alto durante la temporada y compitió de forma magnífica en las circunstancias más adversas por culpa de una rotación escuálida. La frustración se ha apoderado finalmente en este mes final de trayecto de una afición todavía incrédula por el imparable proceso de descomposición de un Baskonia sin personalidad, identidad ni, sobre todo, un átomo de energía en los momentos culminantes.
La campaña que amaneció como la más ilusionante de los últimos años tras la ansiada designación de Vitoria como sede de la Final Four de la Euroliga ha desembocado en un mal trago del que costará reponerse. Una decepción mayúscula asumida en primera persona el pasado domingo tanto por Velimir Perasovic como por unos jugadores al límite de las fuerzas que, una vez consumada la dolorosa eliminación ante el CSKA, se derrumbaron por completo hasta verse sonrojados por un imperial Tecnyconta en la primera eliminatoria del play off por el título.
un grupo exhausto y corto Son momentos para la reflexión en las oficinas de Zurbano, donde se buscan culpables y se ha abierto un debate que, casi con total seguridad, desembocará en la toma de medidas drásticas por parte de un presidente implacable cuando acontecen batacazos de este calibre. Claro que no vendría nada mal en las altas esferas algo de autocrítica tras comprobar el desplome de un equipo abandonado a su suerte en varias fases del curso y que, salvo el desconocido Jalen Jones, no recibió ningún tipo de auxilio en forma de fichajes cuando una terrible cascada de lesiones hizo mella en el engranaje azulgrana.
El desgaste físico y mental ha terminado por minar a un reducido grupo de jugadores que encaró la parte decisiva en unas precarias condiciones físicas. Ni siquiera el escalonado retorno de algunas piezas lesionadas ha servido para inyectar algo de oxígeno a un Baskonia que ha vuelto a ser un plantel escaso de efectivos para soportar la enorme exigencia que implica compatibilizar hoy en día dos torneos tan exigentes como la ACB y la Euroliga. La infinidad de problemas físicos y la escasa confianza de los técnicos en la pujanza de las jóvenes promesas, que posiblemente no estén aún preparadas para competir al más alto nivel y deberían foguearse fuera de Vitoria, han hecho del azulgrana un colectivo insuficiente numéricamente hablando.
Sin embargo, hay que remontarse al verano pasado para constatar los primeros errores en la planificación del proyecto. Ante el enorme desafío que suponía la posibilidad de sellar el billete para la Final Four en casa, los aficionados azulgranas se ilusionaron con la posibilidad de que Josean Querejeta reclutase alguna estrella o jugadores de cierta enjundia con el fin de que el Baskonia pudiese recortar la desventaja respecto a los todopoderosos CSKA, Fenerbahce o Real Madrid.
Pues bien, la construcción de la plantilla ya supuso un pequeño jarro de agua fría. Se mantuvieron al frente del timón tres bases que la campaña anterior habían despertado cierto recelo en la grada, aterrizaron en la cuerda exterior dos estadounidenses como Darrun Hilliard y Shavon Shields huérfanos de un pasado de relumbrón y el club decidió acometer la multimillonaria renovación de Toko Shengelia, algo que redujo el margen de maniobra a nivel económico para confeccionar un plantel más largo. Sin embargo, la decisión más polémica consistió en la apuesta por otro desconocido como Ajdin Penava para reforzar el maltrecho puesto de cuatro, donde las urgencias eran más que evidentes.
volantazo en el banquillo El crédito de Pedro Martínez, que había recibido un voto de confianza después de conducir unos meses antes al Baskonia hacia la primera final liguera en mucho tiempo, se esfumó a las primeras de cambio. Los primeros nervios en las altas esferas tras el titubeante arranque continental -dos victorias en las siete primeras jornadas- se llevaron por delante al técnico catalán a mediados de noviembre. Acudió entonces al rescate un viejo conocido (Velimir Perasovic) pese a su abrupta salida en el verano de 2016 como consecuencia de su fichaje por el Efes turco.
La cirugía obró un efecto terapéutico en el Baskonia, que cimentó su reacción en el descomunal despliegue de unos contados jugadores -Vildoza, Huertas, Shields, Hilliard, Voigtmann y Poirier- obligados a multiplicarse ante la oleada de lesiones. El preparador croata fue perdiendo por el camino a Granger, Shengelia o Janning sin que dichos huecos fueran cubiertos.
La prematura eliminación en la Copa del Rey constituyó el primer desencanto ante el Joventut de Nicolás Laprovittola, cuyos 36 puntos y 50 de valoración sepultaron al Baskonia. Con un calendario muy favorable en la segunda vuelta de la Euroliga que incluía numerosos partidos en el Buesa Arena, el conjunto azulgrana fue capaz de rehacerse y terminó inmiscuyendo un año más su figura entre los ocho mejores del Viejo Continente. La victoria ante un Real Madrid decidido a reservar a varias de sus estrellas para visitar la cancha de Zurbano allanó de forma definitiva el camino hacia el Top 8, que sin embargo se hizo realidad en la última jornada gracias a méritos ajenos como la derrota del Armani Milan ante el Anadolu Efes.
Frente al CSKA, el Kirolbet tuvo un comportamiento excepcional. Su victoria en el segundo asalto en Moscú dibujó un escenario propicio para hacer realidad el sueño de la Final a Cuatro, pero la inagotable calidad del potente combinado ruso -a la postre campeón- salió a relucir en la doble confrontación acaecida en el Buesa. En esa eliminatoria ante los rusos se consumieron las últimas energías de un equipo exhausto que, desde entonces, no ha hecho más que involucionar y antes de la llegada de las series finales por el título ya emitía síntomas preocupantes.
La pérdida del segundo puesto en la última jornada de la fase regular con la derrota en la Fonteta constituyó la antesala de un fracaso sin paliativos ante el Zaragoza. El conjunto maño, en condiciones normales muy inferior al Baskonia, acaba de dar la estocada definitiva a un conjunto exprimido, inestable y sin chispa. Tras alcanzar el billete a semifinales durante las tres últimas temporadas, el club ha revivido la mayúscula decepción que ya sufrió en sus carnes a lo largo del negro trienio comprendido entre 2012 y 2015.
Liga ACB. El Baskonia ha sido eliminado cuatro campañas después en la ronda de cuartos de final, algo que ya sucedió en los fatídicos cursos 2012-13, 2013-14 y 2014-15 ante el Gran Canaria, el Barcelona y el Unicaja, respectivamente.
Copa del Rey. Nicolás Laprovittola se disfrazó de verdugo en la edición del pasado mes de febrero celebrada en el WiZink Center. Con 50 puntos de valoración, el base del Joventut dejó al Kirolbet sin el ansiado billete para las semifinales.
Euroliga. Por cuarta temporada consecutiva, el conjunto vitoriano consiguió colarse entre la flor y nata continental tras ir de menos a más y remontar paulatinamente en la segunda vuelta. Dio la cara de forma magnífica ante el CSKA y consiguió arrancar una victoria en Moscú en el ‘Top 8’, pero finalmente sucumbió a la lógica tras perder los dos encuentros celebrados en el Buesa Arena.
73
El irregular balance a lo largo de estos ocho meses de competición ha sido de 43 victorias y 30 derrotas.
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