Vitoria - Algunas críticas contra su persona han sido, posiblemente, despiadadas a lo largo de estos dos últimos años. Muchos creían que Marcelinho Huertas estaba completamente exprimido y ya había dado lo mejor de sí mismo en el mundo de la canasta cuando el Baskonia oficializó su vuelta en el verano de 2017. Todos los prejuicios sobre su figura se agolparon encima de la mesa en el momento que el club azulgrana se lo arrebató a última hora al Unicaja tras una llamada de Pablo Prigioni. Comenzaron a circular toda clase de teorías sobre su paulatino declive físico, la falta de explosividad en sus piernas o la pérdida de esa inteligencia de la que siempre ha hecho gala.

La posibilidad de reencontrarse con un viejo compañero de fatigas como el ahora técnico ayudante en los Nets le hizo replantearse por completo su decisión bien meditada de recalar en Málaga. Sobre la bocina, Marcelinho optó por vivir su segunda etapa en la capital alavesa, donde había dejado un grato recuerdo tiempo atrás tras liderar en 2010 la conquista del tercer y último entorchado liguero de aquel Baskonia de Dusko Ivanovic. Pues bien, a punto de cumplir en mayo las 36 primaveras, el director paulista se ha empeñado en demostrar a sus detractores que todavía le queda cuerda para rato y se halla capacitado para erigirse en una pieza indispensable de todo un cuartofinalista continental como el inquilino del Buesa Arena.

No solo está firmando números casi calcados a los de la última temporada de su anterior etapa como azulgrana, la 2010-11, sino que su ascendencia en el grupo es máxima. Ya sea compartiendo presencia en pista junto a Luca Vildoza o liderando en solitario el engranaje vitoriano, el notable rendimiento de Huertas no constituye ninguna sorpresa y día a día se mantiene al pie del cañón con una regularidad asombrosa. De momento, no hay rastro de agotamiento físico pese a que a lesión de Jayson Granger y las sensibles bajas de la cuerda exterior le han obligado a asumir un protagonismo mucho mayor del esperado.

el mejor socio de los pívots Detrás de las causas que explican la buena trayectoria del Baskonia tanto en la ACB como la Euroliga, se encuentra la estabilidad de una dirección de juego en la que ambos sudamericanos han respondido a la exigencia. El oficio de Huertas, cuyo liderazgo tanto dentro como fuera de la pista está resultando crucial, representa el contrapunto perfecto para el vértigo y el juego de elevadas revoluciones de Vildoza. Acumula tantas batallas a sus espaldas que sabe leer los encuentros y dormirlos como casi nadie cuando se antoja necesario. De ahí la confianza ciega que Velimir Perasovic mantiene en él.

La regularidad y constancia del brasileño están fuera de toda duda. En realidad, sus señas de identidad respecto de la primera época continúan intactas. Pese a que sus trucos son bien conocidos, a sus pares les cuesta descifrar sus evoluciones al frente del timón. Huertas, un consabido maestro en la ejecución del pick and roll, se mantiene como el mejor socio posible para los pívots azulgranas, especialmente un Vincent Poirier con quien se entiende a la perfección.

En su día, Tiago Splitter se benefició de esa visión tan privilegiada y ahora es el francés el elegido para reeditar aquella asociación que tantos frutos brindó al Baskonia en el pasado. Cuando la defensa del rival impide el bloqueo y continuación, siempre queda el recurso del lanzamiento a una sola pierna contra el tablero que contadísimos jugadores saben ejecutar con tanto acierto.

A las puertas de que se produzca el pistoletazo de salida al cruce del Top 8 ante el CSKA, una amenaza aparece en el horizonte del equipo vitoriano y del propio timonel paulista. Daniel Hackett, uno de los bases más físicos de la Euroliga, se le indigestó tanto a él como Vildoza en el último partido de la fase regular. Cada vez que recibió la indicación por parte de Dimitris Itoudis de postearles, la corpulencia del transalpino careció de antídotos.

Números. Su estadística es bastante similar a la de la última campaña (2010-11) de su primera etapa. En ACB aporta 7,9 puntos y 4,7 asistencias, cifras casi clavadas a las de la Euroliga donde supera los ocho tantos de media.

Visión de juego. Es el quinto máximo asistente en la Europa tras Calathes, James, Micic y Heurtel. En la ACB es el séptimo.