Si en la pista Jalen Jones ya ha dejado entrever en apenas dos partidos que es un tipo volcánico y de lo más visceral que deberá controlar sus emociones y adaptarse cuanto antes a las reglas que imperan en el baloncesto europeo con el fin de no verse acuciado por los problemas de faltas, fuera de ella es todo lo contrario. Una persona sosegada, muy casera -”no soy alguien que salga mucho y estoy divinamente en casa viendo películas”, llegó a asegurar en un momento de su presentación- y con las ideas claras que incluso aspira a echar raíces en el baloncesto europeo si esta experiencia en Vitoria resulta fructífera.
El tres-cuatro estadounidense, un visto y no visto en su debut ante el Darussafaka pero muy mejorado en su segunda aparición ante el Obradoiro con 12 puntos y 8 rebotes, llegó a pronunciar cerca de una decena de veces las palabras “energía e intensidad”. Son las premisas que le ha exigido Velimir Perasovic para hacerse un hueco en un equipo como el Baskonia con el físico bastante resentido tras los titánicos esfuerzos de los últimos tiempos para sobrevivir con únicamente ocho jugadores.
“He venido aquí a competir duro, ayudar al equipo y ganar tanto como sea posible”, fue la tarjeta de presentación de Jones, que agradeció “la calurosa bienvenida” brindada por unos compañeros “muy humildes” y definió al club como “algo extraordinario” pese a los contados días que lleva en la capital alavesa, una ciudad en la que, a diferencia de la opinión de otros compatriotas como Darius Adams o Mike James, “estoy muy a gusto porque se respira paz”.
Tras no poder asentarse en la NBA, donde tan solo ha disputado 16 partidos, y desarrollar la mayor parte de su carrera en la Liga de Desarrollo, Jones acaba de aterrizar en el Baskonia con la imperiosa necesidad de refrescar un puesto de cuatro bajo mínimos por la soledad de Johannes Voigtmann. No destaca por su virtuosismo ofensivo ni va sobrado de centímetros, pero su capacidad física debería convertirle en un buen complemento para el alemán.
Ante la clásica pregunta de cuáles son sus puntos fuertes, este texano de 25 años apenas titubeó. “Soy un jugador muy competitivo, baso mi juego en la energía. En cuanto me arranca el motor, cuanta más energía puedo meter al partido, mejor compito y juego. Ayudaré al Baskonia con mi intensidad”, precisó sin ambages. Su estilo casa con las exigencias de Perasovic, para el que tampoco ahorró elogios. “Él quiere que juegue como yo juego. El entrenador es muy intenso, lo entiendo porque aspira a ganar partidos tanto como yo. Si todos hacemos esto, imagino que estará contento. Los entrenamientos son duros. No había trabajado tan intenso desde el colegio, esto no lo había experimentado en la NBA”, reconoció.
Ni siquiera la alargada sombra de Shengelia mediatiza la confianza de Jones en sus propias posibilidades. El norteamericano no escondió la evidencia de que carece de la jerarquía del georgiano, pero evitó compararse odiosas. “No me presiono demasiado a mí mismo y hago mi trabajo. Soy competitivo, me limito a hacer lo que el entrenador me pide y ayudo al equipo. Si hago esto, no sufriré ningún tipo de presión. Sé que Toko es un gran jugador con pasado en la NBA y que está consolidado en la Euroliga, pero ojalá en el futuro pueda alcanzar el mismo éxito que él. Me voy a concentrar en ello”, profundizó un jugador que no cambió su semblante serio durante su puesta de largo como baskonista.
controlar los contactos En próximas fechas le aguarda un arduo trabajo para familiarizarse con las reglas del baloncesto europeo y un arbitraje que sanciona mucho más los contactos. Por ejemplo, Perasovic ya desveló el pasado domingo que Jones, cuando fue eliminado, no tenía constancia de que con cinco faltas debía enfilar el camino del banquillo. “Lo que más me va a costar es el reglamento. El otro día no sabía todas las reglas respecto al juego en el poste bajo. Hice dos faltas rápidas y cuando volví al banco tuve que preguntar a mis compañeros qué había hecho mal. Sé que no podré usar tanto las manos en el poste. La intensidad del juego en Europa es distinta. Los jugadores actúan muy duro aquí, pero sé que me amoldaré rápidamente a esto”, confirmó.
Con un contrato hasta el final de temporada en el Buesa Arena, Jones tampoco descarta echar raíces en Europa si se revaloriza en el Baskonia, un club que ha servido como trampolín hacia la NBA a infinidad de baloncestistas en el pasado. “Si encuentro mi hueco aquí, me quedaré. Tomo las cosas día a día. Si puedo mejorar como jugador, bienvenido sea. Al final de cada campaña, hablo con mi agente para saber cuál es el sitio perfecto para progresar”, concluyó Jones, que mañana pasará su primera prueba de fuego ante un Maccabi plagado de atletas como él.