vitoria - Quienes vieron en acción al Baskonia el pasado viernes ante el Olympiacos disfrutaron de un equipo arrollador, con un juego coral que minimizaba los errores individuales y maximizaba las virtudes de quienes estaban sobre el parqué, fuesen quienes fuesen. Un vendaval, en definitiva, que se llevó por delante sin que pudiera hacer nada para impedirlo a uno de los conjuntos más fuertes del Viejo Continente. Aquellos que, por el contrario, fueron testigos de la actuación del combinado azulgrana el domingo en Tenerife se encontraron con un grupo apático, muy plano en su puesta en escena y sin argumentos para responder a las andanadas de su adversario. Un espectador poco familiarizado con la ACB probablemente tendría serios problemas para creerse que el protagonista de ambas citas era el mismo. Porque lo cierto es que en apenas cuarenta y ocho horas la escuadra de Pedro Martínez ofreció dos imágenes diametralmente opuestas. Una dicotomía peligrosa a la que debe poner solución lo antes posible si no quiere verse abocado a sufrir una montaña rusa continua que resultaría muy poco recomendable para su futuro.

Pero lo cierto es que no es la primera vez que sucede algo parecido. El Baskonia ha demostrado que es capaz de igualar -e incluso superar- el nivel de los combinados más fuertes pero, de la misma manera, parece incapaz de evitar periódicas desconexiones que le conviertes en presa fácil para rivales claramente inferiores sobre el papel. Sucedió, por ejemplo, en el último encuentro de 2017, disputado ante el UCAM murcia del vitoriano Ibon Navarro, y volvió a pasar el domingo en Tenerife. Sin llegar a los extremos negativos del cierre del año, los de Pedro Martínez estuvieron muy lejos de ofrecer lo que se espera de ellos y, por momentos, dieron la sensación de no estar dispuestos a realizar el esfuerzo de pelear por agotar sus opciones de reacción.

Resulta evidente que el enorme desgaste al que obliga el implacable calendario al que tienen que hacer frente los equipos que participan en la Euroliga y la ACB propicia que, en determinadas ocasiones, los jugadores se dosifiquen de manera inconsciente. Pero tanto o más palmario es que la escuadra de Zurbano no está todavía en condiciones de encadenar victorias al ralentí y que necesita acercarse mucho a su mejor versión para no sufrir más de la cuenta. El sobreesfuerzo acumulado como consecuencia de las lesiones que se han cebado con la plantilla azulgrana tampoco ayuda demasiado pero, en estos casos, el factor mental es casi más importante que el físico.

Levantar el pie del acelerador, además, suele conducir a que, cuando se quiere regresar de nuevo a la velocidad de crucero, resulta demasiado tarde y se convierte ya en misión imposible. De momento, lo sucedido en las comparecencias recientes del conjunto alavés puede considerarse un aviso, ya que no ha provocado ninguna consecuencia irreparable, pero corregirlo debe convertirse en objetivo prioritario para el combinado de Pedro Martínez.

Esta semana con tres partidos muy importantes en el horizonte -dos de Euroliga y uno de la ACB en el que el Baskonia todavía tiene que asegurarse el billete para la Copa del Rey- será sin duda un excelente termómetro para comprobar si la plantilla azulgrana a aprendido la lección o continúa tropezando con la misma piedra. Con la disputa del primer título del curso a la vuelta de la esquina, los errores no forzados comienzan a pagarse ya muy caros y el Baskonia -que arrastra el lastre de su pésimo inicio de curso- no puede aumentar su particular nómina de tropiezos.