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Un equipo cambiado. El Baskonia deambulaba como un fantasma y estaba asomado al abismo hasta su llegada. El técnico catalán le ha cambiado la cara por completo a un equipo que ya compite y, como ayer, gana por aplastamiento. Algunos jugadores han renacido gracias a su mano y hasta el joven Malmanis demuestra madurez. Queda confirmar esta mejoría con un triunfo lejos de Vitoria.
vitoria - Definitivamente, el Baskonia ha dejado atrás su infernal arranque de temporada y comienza a volar alto. Con Prigioni, el paisaje era desolador en todos los sentidos, se había sumergido en un estado depresivo y estaba asomado al abismo. Bajo la dirección de Pedro Martínez, el decorado está cambiando por completo. Ya es un grupo reconocible al que el nuevo timonel ha insuflado savia fresca, posee un patrón de juego diáfano y rebosa confianza para ocasionar un destrozo a cualquiera.
Si en la ACB ha sabido enderezar el rumbo a tiempo, en la Euroliga también sentó ayer las bases de la reacción con una de las victorias más contundentes de las últimas temporadas. Los síntomas de mejoría atisbados las últimas semanas quedaron confirmados a lo grande ante un fantasmagórico Real Madrid, reo de sus sensibles ausencias (Llull, Ayón y Kuzmic) y de su melancolía actual pero también del estado de gracia de un anfitrión alavés que bordó el baloncesto y se convirtió en un rodillo aplastante desde el salto inicial. Donde el Baskonia opuso un juego de elevados quilates y una ambición a raudales para hacer más grande la escabechina, su desnortado rival se quedó escaso en todas las facetas y se vio atropellado por una locomotora a toda velocidad que no hizo prisioneros.
La afinada orquesta vitoriana, capaz de irse hasta los 64 puntos en una primera mitad antológica, careció de respuestas en el Madrid, que enarboló a las primeras de cambio la bandera blanca de la rendición. Antes de que algún rezagado ocupara su silla en la cancha de Zurbano, la segunda victoria continental ya estaba en el zurrón. Una demostración de poderío que ni los más optimistas del lugar soñaban pese a las antagónicas trayectorias recientes de ambos contendientes.
El Baskonia hizo añicos a un grande de Europa que no fue consciente de lo que le aguardaba en Vitoria y se dejó los guantes de boxeo en el vestuario. Acuciado por la necesidad, el cuadro azulgrana no solo se limitó a ganar sino que trató de hacer la mayor sangre posible. Ya con Mcrae a un nivel más que aceptable pese a su falta de ritmo, el potencial de su plantilla quedó al descubierto. Trabajo coral, intensidad espartana, confianza por las nubes para anotar triples que en cualquier otra circunstancia salen rebotados del aro... Hasta el joven Malmanis mostró una madurez impensable para que la fiesta fuese completa.
de principio a fin Diez minutos iniciales portentosos allanaron el camino hacia la victoria. El Real Madrid no se presentó a la hora en el Buesa y los réditos fueron funestos para sus intereses. Para cuando se despojó las legañas, ya estaba tumbado en la lona tras encajar un puñado de directos en la mandíbula. Fue el del Baskonia un conmovedor ejercicio de precisión exterior, clarividencia y virtuosismo en todas las facetas del juego. Desatado, con sangre en los ojos y tocado por una varita mágica para convertir en oro cualquier balón, el conjunto vitoriano reventó el partido (27-5) de manera insospechada gracias a un combinación explosiva de acierto, dinamismo, dureza y hambre.
Si por fuera causaron estragos Beaubois y Janning merced a sus proyectiles, Poirier llevó la voz cantante en el juego interior, si bien Ilimane le cogería el testigo de forma notable tras el intermedio. El francés, a más con el paso de la temporada, cargó el rebote ofensivo de forma magistral y desnudó la fragilidad merengue bajo los aros. Todo salió a pedir de boca para un Baskonia que durante el primer cuarto hizo un pleno en tiros de dos y apenas falló tres de sus siete triples.
En definitiva, una de esas exhibiciones para frotarse los ojos ante un pusilánime Real Madrid que, aturdido y sin respuestas, también tendió una alfombra roja con sus sorprendentes brotes de apatía. Solo Doncic, al que Laso recurrió en el minuto 5 cuando la victoria local ya era una realidad, y Rudy Fernández opusieron algo de orgullo y vergüenza torera en las filas visitantes. Treinta cuerpos de ventaja separaron, a la postre, a dos equipos como el día y la noche. Sin tiempo para digerir esta exhibición, toca pasar página y afrontar una envenenada salida a Kaunas. Nadie duda de que el salto de calidad en esta Euroliga debe llegar con las victorias foráneas.
No participó en el descollante despegue inicial, pero su ingreso hizo más patente si cabe la superioridad alavesa. Excelente lectura del juego y como en sus mejores tiempos en Vitoria.
Inicio portentoso. El Real Madrid no se presentó a la hora al Buesa Arena y, para cuando Laso introdujo a Doncic en cancha, el Baskonia ya había causado un destrozo gigantesco con el abrumador 27-5 de los primeros compases.
Juego colectivo e intensidad. El conjunto vitoriano borró del mapa a su opulento rival a base de un juego de elevados quilates y también un acierto descomunal ante el aro rival. En el cuarto inicial, tan solo erró tres tiros y al descanso ya había sumado 64 puntos.
Horrendo visitante. Los blancos confirmaron las razones de su precaria situación. Al margen de los lesionados, es un conjunto que se desangra por su laxitud defensiva y solo vive de Doncic.