Hay ocasiones en las que una terrible y persistente pesadilla se instala en subconsciente para aparecer cada noche fiel a su cita y convertir lo que debería ser un sueño plácido en una angustia casi insoportable. Por mucho que lo intente, a quien lo sufre le resulta imposible descansar y corre el riesgo de entrar en un peligroso bucle autodestructivo. Algo muy similar le está ocurriendo al Baskonia en el arranque de esta temporada. Pero con el agravante de que, en su caso, no se trata de ninguna pesadilla sino que es una triste y dolorosa realidad que se pone de manifiesto cada vez que el combinado vitoriano salta a la pista. Porque pese al seísmo emocional y las consecuencias que siempre se producen cuando, como sucedió el miércoles, el timonel de un grupo decide renunciar a su puesto en el banquillo, el plantel azulgrana volvió a dejar en Bamberg una nueva fotocopia del desastre que es la tarjeta de presentación de su baloncesto este curso. Ni un solo síntoma de reacción. Ni un atisbo de mejora en algún aspecto. Solo la endeblez de un rival también en horas bajas permitió soñar durante algunas fases del encuentro con el primer triunfo continental. A la postre, una cruel quimera.
Sin apenas tiempo material para asimilar lo sucedido en los últimos días, el Baskonia se presentó en Alemania con Sergio Valdeolmillos al frente del grupo de manera provisional y el objetivo de, al menos, dar un pequeño paso adelante para recargar mínimamente el depósito de la confianza antes del desembarco de Pedro Martínez en el banquillo. Desgraciadamente, ni tan siquiera eso consiguió la escuadra de Zurbano. Por enésima vez volvió a incidir en los mismos graves errores que le están lastrando desde su estreno y encajó la cuarta derrota continental (séptima del curso teniendo en cuenta ambas competiciones).
Y eso que al menos de entrada el equipo fue capaz de mantenerse dentro del encuentro durante algo más de tiempo. Valdeolmillos optó por no mover el árbol y, en líneas generales, mantuvo los esquemas de la etapa de Prigioni. Con el quinteto inicial en pista, el Baskonia firmó un primer cuarto aceptable en el que llevó la iniciativa en el marcador durante buena parte del mismo hasta acabar con empate a 17. Con el inicio de las rotaciones, sin embargo, la situación comenzó a darse la vuelta. Un parcial de 22-8 logrado entre el epílogo de los diez minutos iniciales y el arranque del segundo parcial permitió al Brose disfrutar de su primera renta de consideración (32-25). Los desajustes defensivos vitorianos y un notable atasco ofensivo bloquearon por completo el juego de un conjunto vitoriano que, al menos, fue capaz de llegar todavía vivo al descanso (35-32).
Pero, una vez más, la salida de los vestuarios volvió a ser una condena para el Baskonia. En un abrir y cerrar de ojos se encontró nueve puntos abajo en el marcador (45-36) y, lo que fue aún peor, con el claro convencimiento de que no iba a ser capaz de regresar al duelo con opciones. Dos triples consecutivos de Granger parecieron ofrecer un pequeño resquixcio para conseguirlo pero no fue más que un engañoso espejismo. Porque, al igual que ha ocurrido en prácticamente todos los encuentros anteriores, cuando más cerca se situó de su rival en el marcador más groseros fueron sus despistes para consentir una nueva escapada del Brose. Únicamente los evidentes problemas que también sufre la escuadra alemana permitieron que la brecha se mantuviera dentro de unos límites no demasiado abultados.
A la conclusión del tercer cuarto el equipo vitoriano llegó tambaleándose sobre el alambre (60-51) y el comienzo del último parcial no hizo sino certificar su definitiva caída con la máxima diferencia a favor de los locales (69-57 a falta de 7.03 para el final). Había todavía tiempo suficiente para una hipotética remontada pero solo eso, tiempo. Ningún argumento más. Desgraciadamente, como cantaba Julio Iglesias, la vida sigue igual.
Inconsistencia total. El Baskonia volvió a exhibir el amplio repertorio de errores y problemas que le acompaña desde que arranó el curso. Absolutamente frágil en defensa, con enormes dificultades para encontrar la canasta rival y con una preocupante ‘habilidad’ para marcharse de los encuentros cuando está a punto de consumar las remontadas en el marcador.
Estreno de McRae. Una de las escasas notas positivas que dejó la contienda fue el estreno como baskonista de Jordan McRae tras superar su lesión. El americano ofreció detalles interesantes en los casi dieciocho minutos que estuvo sobre el parqué.