Vitoria - El daño ya está hecho y es irreparable, pero al menos sí supone un pequeño consuelo que deja entrever el descontento del director de arbitraje de la Euroliga con la pésima actuación protagonizada por los árbitros que dirigieron el tercer encuentro del play off entre el Baskonia y el CSKA. El serbio Ilija Belosevic y el italiano Carmelo Paternico, dos de los colegiados más veteranos y prestigiosos de la competición que suelen ser designados para partidos de la máxima tensión, han sido enviados a la nevera por su jefe y difícilmente harán ya acto de presencia en alguna cancha europea en lo que resta de curso.

A Richard Stokes, el encargado desde 2015 de examinar con lupa el papel de los árbitros en la Euroliga, no le ha temblado el pulso a la hora de tachar su nombre de los cuartos partidos previstos para hoy. Belosevic, que ejerció como principal en el Buesa Arena, estaba designado para pitar el duelo entre el Anadolu Efes y el Olympiacos. Pues bien, en su lugar lo hará el ucraniano Boris Ryzhyk, que estará acompañado por el vizcaíno Juan Carlos García González y, contra todo pronóstico, el esloveno Matej Boltauzer, el tercero en discordia que privó al Baskonia de estirar su eliminatoria contra los pupilos de Dimitris Itoudis. También estaba previsto que Paternico interviniera en el Darussafaka-Real Madrid, pero también ha desaparecido en el último momento siendo su puesto ocupado por el portugués Rocha.

El Baskonia se vio perjudicado sobremanera en varios lances, pero la acción que verdaderamente encrespó al Buesa fue la clarísima falta obviada a Larkin que debió haber supuesto a seis segundos del epílogo tres tiros libres para el estadounidense. Kurbanov le golpeó con claridad en el momento que el balón salía de sus manos y, renglón seguido, Hanga también recibió de lo lindo de varios jugadores visitantes antes del tapón de Hines que cercenó las últimas esperanzas de prórroga. En caso de duda, todas las decisiones comprometidas sonrieron al CSKA, que ha dispuesto de 26 tiros libres más en la serie.

El bautismo de la nueva Euroliga liderada por Jordi Bertomeu tenía como uno de sus objetivos erradicar los vicios adquiridos por la FIBA de Borislav Stankovic, pero más de tres lustros después no ha habido ningún tipo de avance en este sentido y los equipos más poderosos continúan estando muy protegidos.