Se marchó una ocasión de oro al limbo. Por enésima vez, dejó escapar vivo el Baskonia a un gigante. Sobraron otra vez los dos últimos minutos para que un extraordinario visitante protagonizase una hazaña de dimensiones siderales en Moscú. Rozó prácticamente la perfección en un escenario inabordable en la teoría, metió el miedo en el cuerpo al vigente campeón y se sobrepuso incluso a tres cuartos irreconocibles de su estrella Larkin. Tras hacer lo más difícil, sin embargo, se arrugó o le entró una especie de pánico. Acarició la tropa vitoriana un triunfo de prestigio que habría puesto patas arribas la eliminatoria ante el CSKA, pero un día más careció de instinto asesino en el momento adecuado y se le escurrió de las manos un botín de un valor incalculable. Es el triste sino de estos últimos tiempos. El Baskonia compite y tutea a los grandes, pero por diferentes maneras no sabe rematar. Una película que se repite de forma terca mientras crece la frustración de una afición permanentemente con la miel en los labios.

Shengelia anotó una canasta primorosa que elevó un esperanzador 88-90 en todo lo alto del Megasport Arena. El miedo al fracaso estaba instalado en el rostro del vigente campeón. Era el minuto 38 y las sensaciones eran óptimas debido al furibundo despertar de Larkin -autor de 15 puntos en el último cuarto- y las dudas de un CSKA vulnerable por todos sus poros. No obstante, las esperanzas se vieron sepultadas de manera fatídica con una deficiente lectura en ataque y errores incomprensibles que ante estrellas del calibre del anfitrión conducen a uno al matadero. Un triple de Teodosic constituyó el principio del fin. A renglón seguido, De Colo encontró un pasillo enorme para rubricar una comodísima bandeja. Entre medias, Larkin -villano y héroe en la jornada de ayer- perdió un balón y Shengelia, completamente solo, malogró una canasta debajo del aro de las que dejan huella.

Esa conjunción de acciones fatales dejó al Baskonia herido de muerte. Sobrevino como un martillazo en la cabeza un parcial de 10-0 que tiró por la borda un magnífico trabajo. Incluso el marcador final resultó cruel para los indudables méritos azulgranas. Es la eterna cantinela de un equipo competitivo hasta las últimas consecuencias, pero nuevamente derrotado. Como en la Copa del Rey de este año en Vitoria ante el Real Madrid. Como en la semifinal de la última Euroliga en Berlín con un Fenerbahce a punto de hincar la rodilla. En el momento de conseguir el ansiado salto de calidad y conducir los títulos a la vitrina del Buesa Arena, el Baskonia carece de la aureola de conjunto ganador.

Ese adverso epílogo dejó, eso sí, en un segundo plano una actuación superlativa. Siempre se rebeló ante la desbordante calidad de los rusos, encarnados en dos prodigios de precisión, clarividencia y anotación compulsiva como De Colo y Teodosic. Su gélida puesta en escena en el inicio del primer y tercer cuarto le colocó en una delicada situación, pero siempre encontró antídotos para contrarrestar la monstruosa pegada local. Ni la superioridad del CSKA en el rebote ofensivo ni el aciago papel de Larkin, cuya primera canasta llegaría en el minuto 29, enviaron a la lona a los vitorianos. Fue precisamente el base estadounidense quien prendió la mecha de la reacción al comienzo del último acto con una incesante cascada de triples. Al anfitrión parecieron temblarle las piernas. Acostumbrado a ganar por goleada casi todas sus comparecencias, se encontró esta vez con la horma de su zapato en un Baskonia tan agresivo y voraz ante el aro rival como él.

Fue un precioso intercambio de golpes hasta el inesperado desfallecimiento azulgrana. Como cabía esperar, aparecieron las estrellas de Itoudis para desequilibrar un partido vertiginoso y con defensas más aplicadas de lo que indica el abultado marcador final. En las filas alavesas, nadie tiró del carro ni opuso algo de cordura en dos minutos que alimentan la leyenda negra de los epílogos a cara o cruz. El Baskonia se marchó a los vestuarios maldiciendo la oportunidad extraviada. El CSKA no es invencible, pero ya está con la mosca detrás de la oreja y eso le convertirá en un rival si cabe más temible en lo que resta de eliminatoria. Toca sobreponerse anímicamente al mazazo porque el cuadro vitoriano atesora argumentos para competir ante un opulento rival que, sin embargo, no es invencible como muchos lo pintaban.

Hundimiento final. El CSKA, que estaba contra las cuerdas y con el miedo a la derrota instalado en su rostro, clausuró el partido con un parcial de 10-0 a su favor. Varios errores en cadena del Baskonia, incapaz de anotar tras la canasta de Shengelia que elevó el 88-90 al electrónico, le impidieron extraer provecho de su excelente trabajo en el Megasport Arena.

Detalles en contra. Larkin tardó en mundo en demostrar su enorme categoría, el equipo de Sito Alonso se desangró en varias fases en la pelea bajo los aros y tanto Teodosic como De Colo pasearon su desbordante calidad, pero aun así estuvo a punto de arrancar un triunfo épico un visitante a la altura de lo que exigía el duelo.