vitoria - Dice una de las letras más certeras del maestro Joaquín Sabina que al lugar en el que se ha sido feliz no se debe tratar de volver pero, sin embargo, ese es el principal objetivo con el que afronta el Baskonia la segunda y decisiva fase de la temporada que bien podría decirse que arranca esta semana. Con la Copa del Rey que se ha disputado durante la pasada semana en Vitoria -y también en el resto de ligas europeas- como eje, los equipos abordan a partir de ahora las meses definitivos y más exigentes del ejercicio, en los que se dirimirán los campeonatos domésticos y europeos. Y es precisamente en la Euroliga donde el combinado de Sito Alonso necesita echar mano del espejo retrovisor para encontrar a través de él el modelo que le llevó a alcanzar sus cotas más elevadas. Porque, si no lo consigue, se encontrará con muchos problemas y correría el serio peligro de tirar al traste todo el excelente trabajo desarrollado con anterioridad.

En una competición tan exigente como la que disputan los dieciséis mejores equipos del Viejo Continente los más mínimos despistes se castigan con mucha dureza y la escuadra de Zurbano no puede permitirse aumentar su nómina de errores. Porque su arranque de 2017 ha venido acompañado de un claro descenso en cuanto al nivel de su juego y, como consecuencia, sus resultados. Los datos no admiten la más mínima discusión. En cinco de sus seis últimas comparecencias continentales el combinado de Sito Alonso salió derrotado y la única victoria cosechada fue contra un Barcelona que se en encuentra este curso en claro proceso de descomposición.

A tenor de esta trayectoria, resulta más que evidente que si el Baskonia mantiene la misma línea cuenta con muchas posibilidades de sufrir un duro varapalo ante un Efes que ha ido de menos a más y que acostumbra a mostrar bastante fortaleza como local. Sin embargo, el cuadro vitoriano ha ofrecido signos recientes para la esperanza.

Porque lo cierto es que su actuación en los dos encuentros de la Copa del Rey que ha disputado tiene muy poco que ver con sus anteriores puestas en escena. Tras varias semanas lejos de su mejor versión, el torneo del K.O. permitió disfrutar de nuevo de un Baskonia mucho más reconocible. Es verdad que al final terminó cayendo en la prórroga del encuentro de semifinales ante el Real Madrid como consecuencia, principalmente, de la calidad del conjunto blanco y de una mala gestión propia de los últimos minutos del duelo pero también lo es que perfectamente pudo haber conseguido la victoria que le habría situado en la gran final.

Esos partidos de juego consistente y reencuentro con las virtudes que le permitieron brillar hasta convertirse en la gran revelación de la primera fase de la competición continental deben ser los pilares sobre los que el equipo alavés vuelva a reconstruirse el duro tramo final que le queda por delante. La Copa del Rey tiene que ser un punto de inflexión para dejar atrás las dudas de las semanas anteriores y recuperar la confianza para poder afrontar el futuro con cierta tranquilidad.

Algo que desde luego sería mucho más factible consiguiendo el triunfo este viernes en la pista del Efes. Hacerlo permitiría alejar a la escuadra turca a dos victorias más el average con únicamente siete encuentros más por disputarse y, de rebote, poder mirar hacía arriba en el epílogo de la fase regular. Porque, si se cumple la lógica, el Darussafaka -siguiente perseguidor baskonista- también debería perder en la pista del Real Madrid.

Ahora bien, el Efes de Velimir Perasovic sabe que dispone de una gran oportunidad para tener más cerca el acceso a los play off y opondrá a buen seguro una notable resistencia. Llega a la cita, además, con la confianza de haber derrotado a dos colosos como el Fenerbahce y el Darussafaka en la Copa turca (aunque terminó perdiendo la final contra el Banvit). Por lo tanto, solo regresando al pasado para recuperar su mejor versión tendrá el Baskonia opciones reales de salir airoso del trance.