vitoria - Remar para morir en la orilla. Javier Beirán acabó con las esperanzas baskonistas de revertir la dinámica negativa sucedida en los últimos encuentros con un palmeo a falta de un segundo para el final. Canasta que, si bien no fue injusta, dado que el Tenerife controló el partido en su mayor parte, sentó como un jarro de agua fría a la afición vitoriana, confiada de poder salir del Buesa con la victoria bajo el brazo. Y es que parecía repetirse la ya clásica dinámica sosegada mañana de domingo en la que al equipo azulgrana le cuesta entrar en dinámica para acabar finalmente con la remontada en los últimos instantes, haciendo alarde de un talento mayor y del famoso carácter Baskonia.
Sin embargo, el rival de enfrente no era uno cualquiera. El Iberostar Tenerife ya demostró ser capaz durante numerosas ocasiones esta temporada de ganar partidos con finales apretados. Sin ir más lejos, los canarios también ganaron de un punto el pasado miércoles al Avellino de la Basketball Champions League, aunque esa vez fue Davin White quien se vistió de héroe para los aurinegros con un dos más uno. Los de Sito Alonso también se han mostrado capaces de decantar la balanza a su favor en los minutos decisivos. No obstante, esta vez en la moneda salió cruz para los locales.
Pero la fortuna, si se le puede llamar así, solo adquiere normalmente una pequeña dosis de protagonismo en los desenlaces del encuentro. Son las decisiones de los jugadores y técnicos lo que acaban decantando la balanza de cara a un lado o a otro.
Y en este aspecto, tanto Txus Vidorreta como sus jugadores tomaron mejores decisiones que sus homónimos azulgranas. Fue el ejemplo de Larkin, uno de los principales artífices del amago de remontada que intentaron los locales. El base estadounidense encadenó una jugada de ensueño tras otra hasta dar el liderato al Baskonia al comienzo del último cuarto (58-56) en el que anotó dos canastas más. Sin embargo, Larkin también cometió algún error de renombre, como una alocada penetración en el último minuto, que condujo a la pérdida de la posesión. Posesión que transformó Carl English en un lanzamiento decisivo, haciendo gala de la buena selección de tiro de los tinerfeños, totalmente opuesta a lo que se vio en la canasta contraria.
Entonces apareció Beaubois. El galo recogió la capa de héroe caída por el eléctrico Larkin y anotó las dos últimas canastas del Baskonia en lo que parecía el culmen a una costosa remontada por parte de los de Sito Alonso. Canastas que parecían previamente diseñadas para él, ya que el francés hizo gala de sus capacidades en el uno contra uno para lograrlas. De nuevo, el Baskonia tiraba de individualismo para resolver en los momentos decisivos. Sin embargo, Beaubois, aunque brillante en la ejecución, pecó de atacar el aro lo suficientemente pronto como para dejar a los visitantes unos preciados seis segundos de partido. Segundos que aprovechó Davin White en un intento por imitar la heroicidad del escolta baskonista. Aunque al estadounidense le saliera mal y su bandeja no acabara en canasta, ahí estuvo Javi Beirán para impulsar el balón y mantener vivo el sueño del Tenerife durante una jornada más.
El Tenerife se ha ganado por méritos propios el ser considerado una de las bestias negras del Baskonia. Y es que tres de sus cuatro últimas visitas al Buesa se han saldado con triunfo isleño. Solo en el curso 2014-15 pudieron imponerse los alaveses (84-74).