Ocho largos años ha tenido que esperar el baskonismo para poder volver a disfrutar de este momento único pero, por fin, llegó la hora. No va más. El gran día ya es una realidad y únicamente resta hacerlo todavía más inolvidable y conseguir sobre el parqué del Mercedes Benz Arena que el hueco que ocupe en la historia de la entidad de Zurbano sea mayúsculo.
Después del excelente camino recorrido por la tropa de Velimir Perasovic cuando, probablemente, menos se esperaba, el equipo vitoriano no se da ni mucho menos por satisfecho y quiere poner la guinda al pastel sea como sea. Lo que para muchos sería premio más que suficiente, para este grupo de ambición sin límite no pasa de ser una estación de paso más. El punto final del trayecto únicamente se contempla levantando el trofeo de campeón. Un objetivo de dimensiones colosales pero por el que va a dejarse la vida como ha hecho en todas las etapas anteriores del viaje. Plantarse en una nueva Final Four -la quinta de su historia, a la que habría que sumar la final de 2001 disputada ante el Kinder de Bolonia- tiene ya de por sí un valor incalculable pero ninguno de los integrantes del Laboral Kutxa se da por satisfecho con ello. Todos quieren más.
Y, para conseguirlo, deben superar esta noche el primer gran obstáculo que les corta el camino. Nada más y nada menos que el Fenerbahce. Un repaso a los historiales de ambos clubes podría llevar a engaño, puesto que el conjunto turco disfruta estos días de su segunda presencia entre los mejores del continente. Un balance claramente inferior al del Baskonia. Sin embargo, no conviene fiarse de las apariencias. El otomano es, en estos momentos, uno de los mercados más poderosos económicamente dentro del baloncesto y sus representantes no escatiman en gastos para tratar de conseguir sus objetivos. Teniendo en cuenta que disponen de todo un arsenal financiero, eso es mucho decir.
la máquina turca La mejor muestra es el rival del Baskonia de esta noche. Conformado a base de talonario, no ha dudado en conceder plenos poderes a dos de los pesos pesados de este deporte en busca de su primer título continental. Maurizio Gherardini en los despachos y el mago Zeljko Obradovic en el banquillo han conformado a su alrededor una plantilla de campanillas a la que, sobre el papel, resulta harto complicado encontrarle una pequeña fisura por la que meterle mano. Hombres como Bobby Dixon, Sloukas, Antic, el infranqueable Udoh, Datome o el recuperado Vesely que provocan inevitablemente sudores fríos en cualquiera que deba enfrentarse a ellos.
Unas armas que, indudablemente, conceden al Fenerbahce el cartel de favorito ante el Laboral Kutxa. Pero si algo ha dejado claro la escuadra alavesa desde que arrancó la campaña es que no se arredra ante ningún desafío por desequilibrado que pueda parecer. Es cierto que, a priori, los turcos superan a los azulgranas en cantidad y calidad pero en lo que a buen seguro no están por encima es en carácter, deseo, ambición y rebeldía para acabar con el orden establecido.
Si a eso se le une el baloncesto de muchos quilates -tanto en ataque como en defensa- que ha ofrecido en numerosas ocasiones el plantel de Perasovic y la inspiración de algunas de sus piezas claves, aparece un catálogo de virtudes que, con toda seguridad, provocarán también no poca inquietud en Obradovic y sus chicos. Cuando el balón vuele al aire este noche, arrancará una batalla más del Baskonia, la enésima de este curso. El desenlace será incierto pero habrá una cosa segura. No se rendirá.