VITORIA - En un óptimo inicio de temporada donde se acumulan las buenas noticias, hay algo meridianamente claro que ya ha puesto el Baskonia encima de la mesa como principal seña de identidad. Y esa virtud no es otra que su encomiable capacidad destructiva con el fin de poner palos en las ruedas y cortocircuitar el baloncesto de sus rivales. Merced al sello inconfundible de Perasovic, un perfecto aprendiz de la vieja escuela balcánica entregado a una espartana disciplina táctica y un devoto del extenuante trabajo defensivo pese a que fue su primorosa muñeca lo que le permitió ser elevado en su día a los altares en su etapa como jugador, el conjunto vitoriano sabe cómo poner trampas y hacer que sus oponentes se sientan incómodos durante los cuarenta minutos. Es precisamente esta sobria labor de intendencia lo que le ayuda a agarrarse a los encuentros por mucho que su ataque, tal y como sucedió el domingo ante un combativo Gran Canaria, muestre síntomas de espesura.
El dato que ilustra a la perfección el flamante perfil siderúrgico del Laboral Kutxa tiene que ver con la ingente cantidad de pérdidas que ha provocado a los siete conjuntos con los que se ha visto las caras hasta ahora entre ACB y Euroliga. El denominador común es que, con excepción del Emporio Armani en la velada del descorche continental, todos se han visto minimizados hasta límites insospechados. Los italianos perdieron 15 balones, la mayoría de ellos en la recta final en plena remontada azulgrana, aunque finalmente vivieron de las rentas e hicieron los deberes con ciertas dosis de agonía. Peor suerte han corrido las restantes víctimas de los alaveses, desfigurados por la intensidad de un equipo decidido a presionar al máximo las líneas de pase y evitar que los rivales circulen el balón con comodidad.
Desde Adams o Blazic, los perros de presa encargados de defender al base desde que marca una jugada, hasta los pívots, todos siguen a pies juntillas un libreto de Perasovic con unas nítidas coordenadas destinadas a anular por completo cualquier intento de vistosidad en las evoluciones del adversario de turno. Estudiantes (15 pérdidas), Obradoiro (14), Unicaja (20), Gran Canaria (17), Olympiacos (16) y Limoges (21) nunca pudieron despojarse los pesados grilletes de un Baskonia que, cada vez que cierra el rebote defensivo o arrebata el balón al contrario, no duda en salir al contragolpe a un ritmo de vértigo en busca de la canasta fácil. Tampoco sorprende entonces que el Baskonia haya colocado entre los mejores ladrones a nivel doméstico a varios de sus integrantes como Causeur, Tillie o Adams, todos ellos astutos y con manos rápidas para ejecutar dicho plan.
Con sus mejores anotadores fuera de combate (Shengelia y Bertans), el conjunto vitoriano está sabiendo moldear una granítica coraza defensiva para rubricar una excelente racha de resultados. Sobre esa base ha edificado el meticuloso técnico croata unos sólidos cimientos que pasarán una exigente reválida esta semana ante dos transatlánticos como el Efes y el Valencia. Dos pruebas de fuego para terminar de asentarse en la zona noble de la ACB y la Euroliga, dos competiciones en las que el Laboral Kutxa ha incrustado su figura en lo más alto favorecido por el rigor y la seriedad del mejor baloncesto que se está viendo en el Buesa Arena en mucho tiempo para tranquilidad de los nostálgicos.