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Más leña al fuego. Prometió que el de Tenerife sería el último esperpento a domicilio de la temporada, pero su profecía ha sido errónea. El Baskonia regresó a las andadas en el sur de Madrid. Lejos del Buesa Arena, se arruga y no desprende más que melancolía y fragilidad. Ninguno de sus innumerables quintetos sirvió para alterar el incontestable dominio del colista de la ACB.

Una película vista. El Baskonia protagonizó otro tétrico episodio de tibieza y desorientación colectiva en el sur de Madrid. Desde el salto inicial, fue un juguete en manos del colista.

Ni ambición ni juego. Además de mostrar menos deseo que el Fuenlabrada y ver cómo todos los balones sueltos acababan siempre en las manos locales, la impotencia del Laboral Kutxa adquirió por momentos tintes sangrantes.

Panko, un maestro. El incombustible ‘tres-cuatro’ americano marcó la senda para su equipo con un inicio colosal en el que retrató al recién llegado Hopson. Otros humildes del cuadro madrileño se sumaron más tarde a la fiesta ante la desgana azulgrana.

fuenlabrada - El enésimo estropicio como visitante. Un suplicio de principio a fin que supone un verdadero jarro de agua fría para las aspiraciones futuras. Otra película de terror que se suma a los tétricos episodios vividos en esta temporada cada vez que toca hacer las maletas. Resulta indiferente si el rival pertenece a la aristocracia continental o yace moribundo en el sótano de la ACB. Lejos del Buesa Arena, el Baskonia es un conjunto desesperante que no irradia más que melancolía, fragilidad y ternura por todos sus poros. Ni siquiera ante el último de la fila puede acreditar ya una imagen de seriedad que haga invadir el optimismo en vísperas del inicio de las series finales.

El último esperpento tuvo lugar ayer en el sur de Madrid, donde el colista le sonrojó hasta límites insospechados y retrató la debilidad de un plantel en el que las sensibles ausencias no pueden ni deben valer como atenuante de algún tipo. Con todas sus bajas y sus imperfecciones, el tropiezo azulgrana resultó imperdonable y, por momentos, indigerible. Fue la estampa de un forastero impotente desde el salto inicial que sólo adornó una inferioridad incontestable en los minutos de la basura cuando el Fuenlabrada levantó el pie del acelerador y Mike James entró en erupción desde la línea del 6,75. Antes de rubricar un marcador engañoso, el Fuenlabrada llegó a amasar rentas superioridad a la veintena de puntos (78-57). Incredulidad, rabia y algo doloroso para los ojos.

Que los humildes, veteranos y encorajinados gladiadores de Jesús Sala vivieran su día de gloria obliga a una reflexión profunda en el vestuario. Si anidaba un propósito de enmienda tras el descalabro de Tenerife, la hiriente caída de ayer echa más leña al fuego de la inconsistencia de un equipo bipolar. Donde el Fuenlabrada opuso ambición, deseo, clarividencia y saber estar, la más absoluta ruina presidió el rendimiento de un teórico grande. Si alguien pensaba que este desconcertante Baskonia, una vez liberado del enorme trajín físico y emocional que supone la Euroliga, podría opositar a grandes cosas en la ACB, estaba equivocado. Posiblemente, el techo sea alcanzar los play off y no haya materia prima para nada más.

Porque reanimó anímicamente el Laboral Kutxa a un modesto en otra velada para olvidar que pone palos en las ruedas para la conquista de la cuarta plaza de la fase regular. Teniendo en cuenta que todavía aguarda el enfrentamiento casero ante el Real Madrid y que debe visitar a dos sólidos anfitriones como el Estudiantes y el Rio Natura, el sueño vitoriano comienza a evaporarse de mala manera. Y es que desperdiciaron los pupilos de Ibon Navarro una ocasión inmejorable para incrustarse definitivamente en la zona noble. El técnico vitoriano, por cierto, dejó claro que Palsson -inédito ayer- no le sirve en exceso.

El comienzo azulgrana reprodujo las peores pesadillas de la presente temporada y no invitó precisamente al optimismo. Con el recién llegado Hopson en el cinco inicial como la sombra del letal Panko, los réditos fueron pésimos. El norteamericano, desubicado y fuera de sitio, se cargó rápidamente de faltas y vivió un calvario ante el mayor pistolero de la ACB. El Fuenlabrada campó a sus anchas durante toda la confrontación con una producción ofensiva impensable. Las vías de agua alavesas fueron de tal calibre que el colista adquirió una confianza, a la postre, letal.

Volvió a comparecer en la periferia de Madrid el Baskonia irreconocible, apocado y melancólico que no da una a derechas lejos del Buesa Arena. La intensidad en el uno contra uno dejó mucho que desear y, en contra de lo esperado, emergieron los tics de indolencia detectados en otros desplazamientos. El balance a la hora de correr atrás y la sangría del rebote ofensivo local implicaron un sufrimiento aterrador en una pista propicia para seguir engordando la autoestima.

En el momento más bajo de los vitorianos, únicamente la puntería de Adams y James evitó males mayores y enmascaró la falta de solidez en todas las facetas. Los triples de ambos bases prolongaron el fino halo de vida en un contexto de desorientación absoluta y descontrol a la hora de controlar el tempo sobre la cancha del Fernando Martín. Y todo ello aderezado, además, con pérdidas inocentes, brotes de individualismo y una dramática falta de liderazgo. Continúan pintando bastos.

Ningún jugador hizo méritos en el Fernando Martín para merecer esta distinción. Si el Baskonia fue un desastre a nivel colectivo, a nivel individual tampoco hubo soluciones.