Vitoria - De expediente X en el Buesa Arena a estrella en Novgorod. El Nizhny, una ciudad a medio camino entre Moscú y los Urales, aterriza pasado mañana en el Buesa Arena siendo un auténtico desconocido. Nunca se ha enfrentado al Baskonia en partido oficial, es un debutante que ha accedido esta campaña a la competición merced a su condición de finalista de la liga rusa y únicamente cuenta con un rostro conocido en su plantilla. Se trata de Taylor Rochestie, una de las numerosas apuestas de la dirección deportiva del Baskonia que ha salido por la puerta de atrás en el último lustro.
El base estadounidense con pasaporte montenegrino, de 29 años y 1,85 metros, apenas permaneció medio ejercicio en Vitoria a finales de 2012 a las órdenes primero de Dusko Ivanovic y, más tarde, Zan Tabak antes de ver rescindido su contrato y emigrar al Angelico Biella italiano. Pues bien, aquel jugador sin pegada ni mordiente del que algún aficionado, posiblemente, ni siquiera se acuerde ahora se ha erigido en una de las sensaciones de la presente Euroliga.
En un equipo de perfil medio-bajo como el ruso, donde lleva todo el peso en la dirección y cuenta con la máxima confianza del entrenador Ainars Bagatskis, ostenta el mejor promedio de puntos de la máxima competición. Acredita cada jornada casi 19 puntos, que se ven adornados con más de 5 asistencias para una estadística ciertamente llamativa que debe causar estupor en las oficinas de Zurbano. Rochestie figura en el Top 3 de jugadores más valorados, sólo superado por el gigante Marjanovic (Estrella Roja) y Jamel McLean (Alba Berlin).
Tras conducir al modesto Le Mans hacia el subcampeonato de la Pro A francesa, un caladero al que Josean Querejeta está recurriendo con frecuencia en los últimos tiempos, el Baskonia le suscribió en verano de 2012 un contrato por dos campañas. Prigioni acababa de tomar la inesperada decisión de cumplir su sueño de la NBA y el timón azulgrana precisaba de un base de garantías que evitara que la sombra del argentino fuese alargada. Por entonces, Heurtel era una pieza inmadura que requería de un buen complemento a su lado para dotar de solidez a un puesto crítico al que, más tarde, se sumaría el veterano Carlos Cabezas. Dando un giro radical a su tradicional política de contar exclusivamente con dos cabezas pensantes, la entidad vitoriana añadió ese verano a una tercera. Los roles deberían asignarse con el transcurso de los encuentros y el rendimiento de cada uno determinaría los minutos sobre la cancha.
En el caso de Rochestie, las primeras dudas ya se originaron en el reconocimiento médico. El galeno azulgrana Alberto Fernández detectó unos misteriosos problemas en la rodilla que obligaron al Baskonia a replantearse su incorporación. Tras días de incertidumbre, finalmente se integró en la disciplina del equipo al aceptar incluir en su contrato el uno nacido en Houston una cláusula de corte si el rendimiento que brindaba no era satisfactorio.
Omar Cook, su relevo Arrancó el ejercicio y Rochestie exhibió pronto sus lagunas para conducir una nave de altos vuelos como la vitoriana. A su inadaptación a los métodos de Ivanovic y a un rol distinto al que siempre había gozado en lugares más modestos, se sumó un inoportuno esguince de tobillo en un entrenamiento que le obligó a permanecer en el dique seco por espacio de un mes. La fulminante destitución del montenegrino en noviembre y el posterior aterrizaje de Tabak tampoco alteraron su ostracismo.
El por entonces Caja Laboral inició una explosiva racha de diecisiete victorias consecutivas sin la menor contribución de Rochestie, por entonces ya con los dos pies fuera del Buesa Arena. El club activó la búsqueda de un recambio en el mercado con el fin de encarar con más garantías el comienzo del Top 16, siendo el elegido un veterano con sobrada experiencia en la ACB como Omar Cook. El texano se vio obligado a hacer las maletas rumbo a la Lega italiana.
Su efímero paso por Vitoria se limitó a once partidos, siete de ACB y cuatro de Euroliga, en los que su estilo alegre y vistoso apenas se dejó sentir. Rochestie, formado en la Universidad de Washington State y designado MVP de la final de la Eurochallenge conquistada en 2009 con el Goettingen alemán, se comprometió la pasada temporada con el Montepaschi de Marco Crespi. Sin embargo, la prematura eliminación del conjunto toscano en la primera fase de la Euroliga precipitó su adiós.
En enero de este año puso rumbo a la gélida Novgorod, lugar donde ahora está protagonizando contra todo pronóstico las actuaciones más descollantes de su carrera. Sus anteriores clubes se tiran ahora de los pelos por no haber sido capaces de asistir a su mejor versión. El Baskonia, marcado negativamente por la terrible orfandad de bases dominantes en el último lustro desde la marcha de Prigioni a Nueva York, figura entre ellos.
En Vitoria. Apenas disputó 11 partidos (7 de ACB y 4 de Euroliga) tras sufrir un esguince de tobillo. Promedió 6 puntos y 2 asistencias hasta que fue cortado los primeros días de enero de 2013.
En Rusia. 18,9 puntos y 5,4 asistencias en los 10 partidos de esta Euroliga con el Khimki. Tiene la mejor marca anotadora y la tercera valoración de media de toda la competición. Fue el ‘MVP’ de la primera jornada del ‘Top 16’.