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Rigor sin premio. El Baskonia sigue dando pasos al frente bajo la dirección del vitoriano, que al menos ha cambiado la abúlica cara de un equipo que ya es competitivo. La ausencia en la Copa puede ser un borrón dentro de unos meses si el conjunto alavés mantiene su progresión. Nadie duda de que la ascensión en la ACB será inevitable con actuaciones notables como la de ayer en Madrid.
Caótico final. Varias ingenuas pérdidas de balón, errores en los tiros libres por parte de Begic y un ‘dos más uno’ a cargo de Llull ajusticiaron a un Baskonia que contrajo todos los méritos del mundo para haber obtenido otro marcador y regresó a Vitoria con una cornada muy dura en el plano psicológico.
La mejor versión. Otro gallo le hubiese cantado al Laboral Kutxa de haber paseado en otras canchas la raza e intensidad ofrecidas ayer en Madrid. El conjunto vitoriano minimizó a un gigante gracias a un baloncesto rebosante de rigor y altruismo. Su dominio a partir del primer cuarto resultó incontestable, aunque en el epílogo exhibió miedo a ganar.
Adiós a la Copa del Rey con crueldad y muchas dosis de rabia. El torneo más atractivo de la temporada se escurrió ayer definitivamente de las manos en un epílogo caótico que sintetizó todas las lagunas esgrimidas en una primera vuelta para olvidar. Se esfumó un objetivo que durante las últimas temporadas era pan comido y en esta ocasión deberá seguirse por televisión. Quedan retratados así los errores en la configuración de un proyecto que, si bien ahora desprende otro cariz, amaneció con serias carencias. Demasiado tiempo extraviado para recobrar el espíritu competitivo de las grandes ocasiones con un equipo renovado e inmerso en plena pretemporada.
Con todo, emergió una jornada propicia para haber prolongado una semana más el fino halo de vida que le restaba al Laboral Kutxa para incrustar su figura en la cita del KO. Si por la mañana cayeron sucesivamente tres rivales directos como el Valencia, el CAI y el Murcia, pocos sospechaban el excelso rendimiento azulgrana por la tarde en el Palacio de los Deportes. Los vitorianos acariciaron con merecimiento la gesta hasta que un lastimoso minuto final arruinó matemáticamente las últimas posibilidades.
Nunca debió escaparse una victoria de esa manera. Nunca debió languidecer una tropa como la alavesa que hasta ese instante se había partido la cara y minimizado a un rival superior mediante una casta y agresividad conmovedoras, pero el baloncesto castiga a menudo a aquellos equipos que muestran miedo a ganar y carecen de instinto asesino. El Real Madrid resucitó gracias a tres infantiles pérdidas azulgranas y un dos más uno de Llull a falta de 2,9 segundos. Una discutible falta de Begic en la penetración del balear constituyó la puntilla definitiva.
Antes hubo que maldecir infinidad de regalos como dos tiros libres malogrados por el poste esloveno, sendas clamorosas pérdidas de Adams y James o una penetración de Bertans que se fue al limbo. El colmo de los despropósitos se produjo en la última posesión cuando San Emeterio, al poner el balón en juego, no vio a ningún compañero desmarcado y vio cómo Rudy Fernández interceptaba su intento de pase a Bertans. La estampa final en las filas visitantes lo resumió todo: rostros desencajados, miradas al suelo y un alero cántabro fuera de sí que se despojó la camiseta y se marchó raudo al vestuario maldiciendo la inmejorable ocasión desperdiciada.
De haber sumado ayer la primera victoria a domicilio, el milagro hubiese cobrado forma simplemente con una victoria ante el Rio Natura y la derrota del CAI en Donosti. El Baskonia está creciendo con el paso de la temporada, pero su intento de remontada ha llegado demasiado atrás. Pese a su entusiasmo y excelente resistencia ante un grande de la ACB, la Copa no se perdió frente a los merengues, sino mucho antes por culpa de la desidia paseada en infinidad de canchas más sencillas que la de un candidato al reinado continental.
Y es que se transformó para bien el Laboral Kutxa en la jornada donde apuraba sus mínimas opciones de sellar el pasaporte copero. Consciente de que sus constantes vitales seguían vivas tras las derrotas acaecidas por la mañana de todos sus rivales directos, el conjunto vitoriano mostró su mejor versión de la temporada a domicilio. Otro gallo hubiese cantado en esta primera vuelta de haber exhibido este grado de concentración y dureza en otras salidas marcadas por la desidia y una tibieza sangrantes. Durante tres primorosos cuartos iniciales rescató lo mejor de su repertorio un forastero rocoso, sobrio, altruista para dar un pase extra en cada ataque y sin la precipitación ni ansiedad de jornadas precedentes.
Emergió el imprescindible acierto exterior pero también la cordura y el equilibrio tan perseguidos desde el inicio de la temporada. Hicieron daños los alaveses con sus célebres oleadas triplistas y, de igual modo, con la inteligencia de los pívots para buscarse entre sí en las inmediaciones del aro. Un cóctel explosivo que sorprendió a un Real Madrid terrenal y sostenido a duras penas por la raza de Reyes y Nocioni, tan profesional e íntegro para no acusar emocionalmente el reencuentro con el club de toda su vida. Semejante ejercicio de supervivencia acabó, a la postre, en la papelera.
Asentado como el baskonista más cerebral. Notable papel defensivo ante Rudy y grandes pinceladas de calidad en las penetraciones. Sólo adoleció de acierto exterior.