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Cada vez más señalado. Le sobran las excusas y, en cambio, le faltan argumentos para hacer del Baskonia un equipo mínimamente reconocible. De nada sirve sacar pecho tras alguna victoria cuando la situación clasificatoria es la que es y la imagen de impotencia se repite día tras día. Hace tiempo que perdió todo su crédito y es incapaz de reconducir el maltrecho rumbo de esta temporada.

Pecados incorregibles. En otra reedición de una película muy vista este curso, el Baskonia se desangró por culpa de su nula intensidad atrás, el defectuoso cierre del rebote y la falta de clarividencia para atacar las diferentes defensas de Nicola.

Solos ante el peligro. Los únicos que se salvaron de la quema en Murcia fueron Heurtel y Causeur. El primero se hinchó a anotar en transición, mientras que el escolta ejerció como secante perfecto del francotirador Wood.

Lima, un coloso. El brasileño se bastó por sí solo para minimizar la ausencia de Tillie y cuestionar la sangrante debilidad del juego interior azulgrana. Pleiss soñará con él durante días.

Murcia - Por si no habían sido suficientes hasta la fecha los numerosos esperpentos vividos en la presente temporada, el Baskonia añadió ayer un nuevo capítulo para la depresión. Nada nuevo por parte de un colectivo desesperante que continúa empeñado en coleccionar récords negativos de dejadez y absentismo profesional. Si algunas derrotas frente a rivales inabordables se encuentran justificadas por la sangrante pérdida de calidad, otras como la acaecida en Murcia dejan un poso de indignación y estupor por las formas. De poco sirve resolver con solvencia trámites insulsos ante el Anadolu Efes o el Fenerbahce si apenas unas horas después, en el torneo donde puede redimirse de los numerosos pecados anteriores y reconciliarse con un público de uñas que poco a poco le está dando la espalda, exhibe una imagen tan descorazonadora.

En la pista de un conjunto melancólico que se debate entre la vida y la muerte en la ACB, el conjunto vitoriano firmó otra matinal difícil de digerir. Abanderado por una laxitud y tibieza incomprensibles con todo lo que había en juego, se dejó atropellar por un anfitrión hambriento y guerrillero que le superó en todas las facetas del juego. Un duelo entre dos necesitados, uno para huir de la zona caliente y otro para consolidar su ubicación en las series finales por el título, se resolvió con todo merecimiento a favor de un modesto que echó un poco más de sal a una herida imposible de ser cicatrizada. El problema reside en que el baskonismo acoge ya estas afrentas como algo inherente al día día. Con naturalidad, indiferencia y sin ostensibles gestos de reprobación.

Demasiado tarde se despojó las legañas un Laboral Kutxa que, por momentos, dio vergüenza ajena (55-37) tras una actuación incalificable. Sus incesantes defensas fraternales, el defectuoso control del rebote defensivo, su cascada de pérdidas y la falta de rigor para superar las defensas alternativas diseñadas por Nicola le dejaron herido de muerte. Concedió tanto terreno que, pese a sus ímprobos intentos de remontada a los hombros de su pareja francesa, fue incapaz de resucitar los miedos y la ansiedad de un Murcia que en ningún momento añoró a su principal referente interior. Lima, un coloso bajo los aros que no servía en Málaga, se bastó por sí solo para minimizar la ausencia de Tillie y maniatar a Pleiss.

En realidad, el Baskonia volvió a ser un colectivo frágil y plano que se sostuvo a duras penas gracias al incandescente trabajo de Causeur y la chispa de un Heurtel de gatillo fácil en las transiciones. Si se descuenta la impagable aportación de ambos, el marcador pudo haber sido mucho más holgado a favor de los pimentoneros. Nocioni, arrastrado por la pésima inercia colectiva, ya no puede disimular su hastío y hace la guerra por su cuenta, San Emeterio fue ridiculizado por Berni Rodríguez, Jelinek y Mainoldi no dan la talla, Hanga dejó detalles insignificantes, Hamilton se halla a años luz de ser un poste dominante... Demasiados bultos sospechosos en una plantilla que, sin embargo, dispone de más mimbres como para no vivir semejantes apuros clasificatorios.

El barco se hunde poco a poco sin remisión. El Laboral Kutxa se desangra mientras las altas esferas permanecen impasibles ante una irritante secuencia de acontecimientos. Cuando la fase regular de la ACB ya agoniza, el cuadro azulgrana sigue jugando con fuego. Todos dan por hecho que el billete para las series finales por el título no corre peligro, pero las alarmas se hallan encendidas desde hace tiempo. Minuto a minuto, segundo a segundo, el tiempo se agota. Las respuestas brillan por su ausencia, algunos jugadores tienen la cabeza en otro lugar porque ya tienen constancia de que no seguirán en el Buesa Arena y otros, simplemente, carecen de unos mínimos para vestir una camiseta tan respetada hasta hace bien poco. Hubo irrespirables momentos de zozobra en tierras pimentoneras que, en condiciones normales, darían motivos para tomar medidas drásticas.

Con todo lo que llovió durante la mañana, el Baskonia dispuso de opciones para agarrarse al partido. Un triple de Nocioni, autor de un esperanzador 65-63 en el marcador, colocó el aliento en la nuca del Murcia e instaló los nervios en el Palacio de los Deportes. Engordar para morir. Tras circular a través de una autopista huérfana de obstáculos, el cuadro local recobró la confianza y vivió un plácido epílogo. Afortunadamente, los errores del Cajasol y Joventut mantienen a los alaveses en el séptimo lugar.

Un puñal a la hora de anotar en transición y clarividente a la hora de alimentar a sus compañeros. Uno de sus partidos más excelsos en los que se vio solo ante el peligro.