La primera pregunta es casi obligada. ¿Por qué abandonó el pasado verano el Barcelona para acabar recalando en el Estudiantes?
Lo escogí porque de alguna manera reunía las condiciones que buscaba. Tras salir del Barcelona como salí, quería un sitio donde poder jugar con regularidad y cambiar mi rol para sentirme un jugador más importante. En la Ciudad Condal, era inviable tener eso y opté por un cambio de rumbo.
En la vida, a veces, hay que dar un paso atrás para luego dar dos hacia adelante, ¿verdad?
Así es, pero lo he hecho para tratar de reivindicarme y porque era lo mejor para mí. Está claro que voy a bajar el nivel respecto a un lugar donde estaba jugando muy poquito, pero lo que quiero es coger impulso para el año que viene tener la oportunidad de dar el salto a un club de más nivel que tome parte en la Euroliga o la Eurocup.
El Barcelona es el equipo de toda su vida. ¿Cómo tuvo lugar un proceso que, además, dio con sus huesos fuera de la entidad en las postrimerías del verano?
Está claro que fueron circunstancias que nadie quería, ellos tampoco deseaban despedirme el 20 de agosto. Imagino que les hubiese gustado facilitarme las cosas, pero hicieron unos fichajes inesperados y se encontraron con un número de cupos que, quizás, no esperaban. Entonces, eso facilitó que yo pudiese salir. Es complicado tener que dejar el club de toda tu vida y en el que siempre quieres jugar. Que te quiten un poco ese sueño, porque además tenía un año de contrato y podía seguir actuando allí, no es agradable. Pero ya sabíamos que iba a ser complicado, acumulaba dos años en la misma línea de jugar poco y de muchas dificultades, así que ahora mismo estoy contento de haber recalado en el Estudiantes para, digamos, intentar relanzar mi carrera deportiva.
Uno de los pocos aspectos positivos es que ha convivido con Navarro. ¿Qué aprendizaje ha obtenido entrenando con él?
Aunque no haya tenido la oportunidad de jugar, he de reconocer que en estos años en Barcelona he aprendido muchas cosas. Soy mucho mejor jugador que cuando me marché en su día a Fuenlabrada. Se aprenden muchas cosas a nivel técnico-táctico por la forma de hacer baloncesto que hay allí. Por ejemplo, este año me siento más liberado y estoy actuando de una forma más fácil sin tener ese inconveniente de esforzarme cada día al máximo y tener un ritmo de entrenamientos y partidos muy alto. Ahora, con un nivel de concentración óptimo, puedo jugar y estar más atento a todo sin pasar las dificultades que vivía en Barcelona. Allí era complicado seguir el ritmo y ahora me encuentro más cómodo después de unos años anteriores de duro aprendizaje.
¿Qué objetivos se marca a nivel individual y colectivo con el Estudiantes para este ejercicio?
En ambos casos, son los mismos: hacer un buen año. Esto significará que se ha realizado un buen trabajo y se ha cumplido el objetivo que realmente busco. Me estoy sintiendo muy cómodo, aunque espero ir a más porque en estos dos primeros partidos no me han salido las cosas como yo pretendía. Me hubiese gustado ser más importante y he protagonizado dos malas actuaciones, aunque estoy tranquilo y convencido de que las cosas, antes o después, terminarán saliendo. En cuanto al grupo, pasito a pasito podremos marcarnos objetivos. Hacerlo ahora y a tan largo plazo, sería un error. Sabemos que hay que vivir el día a día.
El Estudiantes es un histórico de la ACB que ya no pelea por grandes objetivos. ¿Qué se ha encontrado en Madrid?
Percibo mucha pasión, ambición e ilusión en cada fichaje. Aquí se vive como pocos el baloncesto, cada partido es una final como me pasó en Fuenlabrada. Solo se juega un duelo a la semana, entonces no puedes dejar pasar las oportunidades. En el Barcelona, te toca jugar cada dos o tres días y hay muchos partidos como para olvidarte de una victoria o una derrota. En cambio, aquí es diferente. Cada encuentro, es una final y tienes que ir a muerte. Dos derrotas son dos oportunidades que pierdes y dos semanas de trabajo desperdiciadas.
¿Siente ya el calor de la Demencia?
Sí. La verdad es que estoy muy contento del recibimiento de la afición, del club y de los compañeros.
El Fernando Buesa Arena ahora mismo es lo más parecido a un hospital con tantas ausencias. ¿Un momento propicio para sorprender al Baskonia?
Son cosas que pasan, me recuerda un poco la situación a lo que viví el año pasado en el Barcelona. En este sentido, también padecimos muy mala suerte. Aunque tratábamos de sobreponernos, siempre surgía algo más. Está claro que los jugadores sanos deberán dar un paso adelante, pero tienen plantilla suficiente para salir del paso. Sus bajas son muy importantes, pero no se va a resentir su grado de competitividad y la capacidad de rendir al máximo. Algunos pueden ganar solos cualquier partido. Hamilton está en forma, Pleiss se encuentra a un nivel magnífico, Heurtel te puede hacer un roto si le dejas sentirse cómodo...
Sea sincero. ¿No le sorprende la deriva de estos cuatro últimos años sin títulos ni finales ni, en bastantes ocasiones, carácter?
Si sirve como consuelo, nosotros también empezamos el año pasado la ACB con 0-2. Luego, entramos en la Copa del Rey en el último partido y la ganamos. Al final, eso no sirvió para hacer un buen año pero tampoco uno malo. Es cierto que el Baskonia estaba muy acostumbrado a disputar finales, pero muchos de los jugadores que posibilitaron esos éxitos como Nocioni, Splitter, Scola o Prigioni están ahora en la NBA. No es fácil sustituir a esa gente. Supongo que están creando un nuevo proyecto y sentando las bases para, en uno, dos o tres años, volver a competir por todo.
Viendo la abismal diferencia de los dos grandes sobre el resto, ¿se está muriendo la ACB?
No sé si está perdiendo su interés, pero la diferencia es cada vez mayor. Antes había equipos que podían luchar con ellos de tú a tú con un nivel económico cercano, pero la distancia entre los dos primeros y el octavo se ha ampliado demasiado. La diferencia de presupuesto se nota en las plantillas, los partidos y los resultados. No sé de quién depende ni quién tiene que tomar cartas en el asunto, pero hay diferencias insalvables por culpa del modelo de financiación. Yo he estado en los dos bandos. Quieras o no, cuando estás en el Barça, estás muy bien, supongo que lo mismo en el Real Madrid, pero cuando militas en el Estu vas a muerte con lo que tienes.
Entre su exequipo y este intratable Real Madrid de Pablo Laso, ¿quién será el campeón liguero dentro de unos meses?
La dinámica de los blancos es muy positiva y eso juega mucho a su favor. Ahora mismo, el Real Madrid da una sensación de equipo mejor, pero el Barcelona posee muy buenas piezas y, en cuanto consiga esa racha de victorias, confianza y buen juego, también entiendo que será muy complicado pararle.