CAI ZARAGOZA Llompart (5), Stefansson (11), Tomàs (1), Sanikidze (12) y Shermadini (12) -cinco inicial-, Jones (6), Rudez (5), Tabu (11) y Fontet (4).
LABORAL KUTXA Hodge (8), Jelinek (18), Causeur (7), Nocioni (3) y Hamilton (11) -cinco inicial-, Van Oostrum (8), Heurtel, Pleiss (12), San Emeterio (12), Barbieri, Clark (1) y Diop (1).
Parciales 20-18, 14-22, 21-23, 12-18.
Árbitros Montserrat, Martínez Díez y Martínez Fernández.
Pabellón Príncipe Felipe. 8.000 espectadores.
Zaragoza. El nuevo Laboral Kutxa de Sergio Scariolo se desnudó ayer en el Príncipe Felipe de Zaragoza. Se quitó la careta. Por primera vez insinuó lo que quiere ser, lo que será. Y tiene buena pinta. El técnico italiano tiene las ideas claras. Sólo el tiempo dictará si su apuesta resulta acertada o no, si es suficiente para poder competir ante rivales más poderosos, pero por el momento da la impresión de que la plantilla, aún en fase de acoplamiento, tiene claros los parámetros en los que deberá manejarse.
El equipo azulgrana superó con nota la primera prueba exigente de la pretemporada, quizá el examen definitivo antes del comprometido estreno oficial del viernes ante el Barça. Crece conforme avanza el calendario. Ante el CAI, un equipo también en rodaje pero con potencial, exhibió una imagen mucho más sólida que la de una semana atrás frente a Gipuzkoa Basket o Fuenlabrada.
Aunque los resultados en este tipo de partidos son siempre un factor secundario, el equipo vitoriano buscó la victoria. La plantilla se sabe a examen, no es ajena a las reticencias que ha despertado en buena parte de la afición, hastiada tras las últimas temporadas, y parece ansiosa por reivindicarse. Resulta complicado determinar hasta dónde podrá llegar este equipo, pero ayer quedó más o menos claro qué camino tomará en su viaje. No negociará sobre los métodos a emplear.
El Laboral Kutxa se apuntó el partido gracias a las dosis de intensidad con las que se aplicó en defensa y a una poco disimulada tendencia a abrir mucho el campo en ataque. Dos aspectos que, a tenor de lo visto, se convertirán en señas de identidad de un equipo muy largo, ya que el italiano, al menos en este periodo de pruebas, ha conseguido implicar a muchos jugadores con unas rotaciones muy largas que ofrecen espacio incluso a las jóvenes perlas de la cantera.
Scariolo pretende esculpir un equipo sacrificado, convertir el compromiso en hábito. La defensa empieza en campo contrario. Todo el equipo se implica en la presión. Se ahogan las líneas de pase y se aprecia una actividad defensiva con la que se quiere aprovechar el perfil más físico del nuevo plantel.
Al cuadro baskonista le costó arrancar ante un CAI que sacó partido en los primeros minutos a las virtudes de su pareja georgiana -Sanikidze y Shermadini- para manejarse con ventajas en el primer cuarto. Sin embargo, el trabajo defensivo acabó secando el caudal anotador de los aragoneses y, gracias a transiciones rápidas y un juego sencillo pero tendente a sacar rendimiento a las ventajas, el combinado azulgrana decantó de manera definitiva el encuentro entre el final del segundo cuarto y el inicio del tercero.
Con Jelinek especialmente inspirado y la fundamental aportación de un Fernando San Emeterio que llega como una moto del Eurobasket, el marcador se rompió. Un triple del checo, máximo anotador del duelo con 18 puntos, fijó una máxima renta de 17 (38-55) para el Baskonia mediado el tercer cuarto. Una diferencia que resultó insalvable para un CAI que se resistió.
Espoleados por su afición, los pupilos de Abós trataron de obtener ventajas cerca del aro, pero primero Pleiss y después Hamilton acabaron por secar cualquier caudal de esperanza. Apoyado en una fortaleza coral esperanzadora, el Baskonia sumó, más que la victoria, crédito. Y se presentó en sociedad.