Vitoria. El inicio del Top 16, un sueño prácticamente inviable durante los últimos meses a tenor de la errática trayectoria que estaba protagonizando el Caja Laboral en la primera fase de la Euroliga, ya es una realidad. Tras un año ausente de la élite continental y coquetear con el desastre por segunda campaña seguida, el equipo vitoriano se adentra desde esta noche en un tramo de la competición donde ya han desaparecido las cenicientas y sobrevive lo más granado del Viejo Continente.
La competencia será salvaje desde la primera jornada y el Buesa Arena podrá degustar nuevamente de los conjuntos europeos más opulentos, arrancando desde esta noche por el vigente campeón continental. El temible Olympiacos constituye la primera piedra de toque en un camino áspero donde la consecución de una de las cuatro primeras posiciones será una tarea para osados si se tiene en cuenta la magna identidad de la mayoría de los rivales y que, a priori, únicamente el Besiktas emerge como un convidado de piedra. Pero, tras haber hecho lo más difícil y resurgir de la tumba cuando todos le daban por muerto, este renacido Baskonia protagoniza el pistoletazo de salida confiado en sus posibilidades y con la moral por las nubes.
Un colectivo entregado a su suerte y endeble mentalmente que se venía abajo a las primeras de cambio durante los últimos coletazos de la era Ivanovic ha comenzado a carburar y emitir unas vibraciones más positivas. Algunas asignaturas pendientes parecen incorregibles, pero queda el consuelo de que el equipo ha recuperado esa gen competitivo que le hacía especial en vísperas de afrontar los desafíos mayúsculos. Y el Olympiacos, donde Spanoulis ejerce como primer espada, lo es por muchos motivos. Durante su última visita a la capital alavesa, paseó una suficiencia atroz y cosechó un triunfo sin paliativos ante un anfitrión que completó un ejercicio de impotencia.
El catatónico estado azulgrana no invitaba por entonces a ninguna gesta, pero las cosas han cambiado y un halo de optimismo se extiende entre la masa social. Se podrá ganar o perder y en ocasiones son los detalles los que sumergen a uno en el cielo o en el infierno, aunque ya nadie duda acerca de que Zan Tabak ha inoculado un aire fresco a la plantilla para plantar cara a cualquiera. El cuadro de El Pireo aterriza no sólo con su rutilante estrella en plena forma sino también con varios lugartenientes de lujo (Hines, Law, Antic, Papanikolau...) dispuestos a aportar su granito de arena a favor de la causa. Su novedad reside en la apuesta por el georgiano Shermadini, procedente del Maccabi.
La respuesta física para contrarrestar a un bloque con puestos hasta por triplicado se antoja básica. Los pupilos de Bartzokas arrancaron con dudas en unos albores de curso donde la sombra del viejo zorro Ivkovic era alargado, pero con el paso del tiempo han evolucionado hasta asentarse como uno de los bloques más potentes y mejor sincronizados. Prueba de ellos son sus siete triunfos seguidos desde que el Zalgiris profanara La Paz y la Amistad el 25 de octubre. Desde entonces, su trayectoria está exenta de borrones.