El Baskonia demostró de nuevo ser un equipo inconsistente en los propios cuarenta minutos que definen un encuentro y, sobre todo, desde los cimientos de todo equipo grande: el juego interior. Unas lagunas que pueden ser salvables en el campeonato doméstico pero que en Europa condenan a cualquiera a la retirada. Y más a un equipo cuyo juego interior descansa, prácticamente, en las espaldas de un sólo hombre. Lampe estuvo maniatado por los hombres de Plaza. Se le concedieron tiros largos y, a pesar de que es un jugador con buena mano, su rendimiento lejos del aro, lógicamente, es mucho menos amenazante para el rival. Ayer quedó claro que contener a Lampe es contener el juego interior azulgrana.

Tras ofrecer un par de encuentros en los que el Baskonia dio muestras de una prometedora constancia en su concentración, ayer los pupilos de Dusko Ivanovic volvieron a las andadas. Después de un comienzo excelso que puso un 14-6 en el marcador, se apagaron las luces. El Caja Laboral deambulo por la pista sujeto a acciones aisladas, buscando un criterio que no consiguió imponer Cabezas ni un Heurtel que arrancó el encuentro mandando con autoridad pero no dio la continuidad precisa a esas buenas sensaciones.

No funcionó bien, en esos compases, la defensa ni el ataque. La primera por los cambios, siempre excesivos merced a la falta de envergadura de los baskonistas; la segunda, por falta de paciencia, criterio y juego dentro-fuera. Pero más allá del análisis en una u otra canasta, la escasa contribución del trío que está guiando al plantel en este inicio de temporada -Lampe, Nemanja y Nocioni- se tradujo en la entrega del mando del encuentro a un Zalgiris que no lo desaprovechó. Plaza ha imprimido su férreo sello en este clásico del basket europeo. El retorno de los Lavrinovic, Popovic o Kaukenas contribuye a azuzar ese aroma clásico del decano del baloncesto en un país tan basketbolero como Lituania.

Durante esos minutos Popovic campó a sus anchas por el parqué del Buesa Arena apoyado en otros puntales como Darjus Lavrinovic que se mostraba infalible en el tiro.

De nuevo, la pintura volvió a ser el lastre de un Baskonia que naufragó, en esta primera parte, en todas sus vertientes. Apenas un par de hombres de la escuadra local daban la cara en otra de las inexplicables ausencias prolongadas que sufre este equipo. Desolador.

Cabezas fue el elegido para arrancar el tercer cuarto pero aún le queda para mandar en un Baskonia campeón. El equipo lo intentó con penetraciones, tiros en buenas posiciones pero nada salía ayer. El Zalgiris seguía mandando en el encuentro e Ivanovic no tuvo otra que pedir un tiempo muerto cuando los lituanos se marcharon de diez en el electrónico. 41-51. El acierto rival fue clave en este nuevo despegue.

Un acierto que no se mantuvo, gracias a Dios, y los azulgrana merced al pundonor de Nocioni y San Emeterio consiguieron acercarse hasta el 51-57 que dibujaba el marcador a un minuto de finalizar el tercer cuarto. Tiempo de Plaza y recuperación de sensaciones tras medio partido en ascuas. Se abría una luz.

El último cuarto presentó a un Baskonia más voluntarioso pero reincidente en errores, sobre todo, de concentración. Pese a todo, el equipo no se iba del partido en lo que era un quiero y no puedo que únicamente dejaba un pequeño espacio para la épica.

Una épica que estuvo a punto de cumplirse merced al ímpetu de San Emeterio pero primero el acierto de Jankunas y más tarde el desacierto colectivo del propio Baskonia dilapidaron las aspiraciones alavesas sepultadas de radicalmente con el triple sobre la bocina de Lafayette. No contó, pero fue igualmente desolador.