Vitoria. Todos los equipos necesitan jugadores con sangre caliente que inyecten una buena dosis de testiculina e inoculen su carácter al resto. Ese clásico tipo duro que tanto demandan los entrenadores para sacar de quicio a sus pares cuando atraviesan una álgida racha anotadora e, incluso si hace falta, montar altercados públicos que desestabilicen a los equipos y aficionados rivales. Si dos cancheros como los argentinos Prigioni y Nocioni suministran esos intangibles tan valiosos y encarnan con naturalidad ese rol en el Baskonia tras las numerosas batallas que tienen a sus espaldas, el Bizkaia también cree tener en sus filas a esos jugadores capaces de cumplimentar dicho papel. El problema reside cuando alguien, posiblemente con la intención de erigirse en un héroe, apela a las brusquedades si no es capaz de cumplir su cometido dentro de unos límites de la legalidad.

Es el caso de Hervelle, que ha desplazado de largo a Mumbrú como la figura que despierta más animadversión en el Fernando Buesa Arena durante los últimos derbis entre ambos contendientes. Es una costumbre que ambos reciban una considerable música de viento por su repertorio de gestos, bravuconadas y, especialmente en el caso del interior belga, malos modos que está exhibiendo durante sus recientes apariciones. Y es que sus brotes de dureza están siendo una triste constante desde la segunda parte del partido que sirvió para clausurar la fase final de la fase regular. Con su equipo completamente entregado al brillante despliegue azulgrana, el belga calentó innecesariamente un choque de guante blanco con una retahíla de feas acciones que pusieron de uñas al personal. Sus constantes piques con Nemanja Bjelica, que no dudó en revolverse en más de una ocasión antes de ser sustituido por Ivanovic para evitar males mayores, acabaron en un segundo plano únicamente debido a la aplastante superioridad baskonista.

El pasado jueves, fue Maciej Lampe quien probó la medicina de un cuatro cuyos problemas físicos en la rodilla le han arrebatado el esplendor que mostró durante sus comienzos en el Real Madrid. Contratado por Bozidar Maljkovic cuando apenas tenía 21 años procedente del Pepinster, último clasificado de la Liga belga al que pretende reflotar convirtiéndose en su director deportivo desde la larga distancia, sus prestaciones han bajado de manera notable sobre la pista. Si no hace mucho se convirtió en un digno aspirante a recalar en la NBA debido a sus virtudes en ambos lados de la pista, el actual Hervelle aboga ahora por el juego subterráneo y exhibe un comportamiento cuando menos sospechoso que se acrecienta en los choques ante el Baskonia, con quien ya protagonizó ácidas refriegas cuando vestía la elástica merengue.