Usted es de esa clase de jugador que se viene arriba con el ánimo de su público. ¿Ansioso por sentir el calor de la afición baskonista en Madrid?

Por supuesto, en una competición un poco atípica como ésta, que es muy corta y son tres días a matar o morir, estar con nuestra afición, verlos y sentirlos ahí nos va a motivar más, pero tanto a mí como a cualquiera de nuestros jugadores. Me apetece sentir a muchísimos de nuestros aficionados en la cancha, y tener la oportunidad de hacer algo bonito para ellos.

Resulta complicado de creer que un jugador como usted vaya a disputar dentro de un par de días su primera Copa del Rey.

Sí, es algo nuevo para mí, pero es una competición que a cualquier jugador le gustaría disputar. Por encima de todo, este fin de semana vamos a ser el centro de atención del basket europeo, así que trataremos de hacerlo lo mejor posible por el club, por la afición y por nosotros mismos. Nos vendría muy bien llegar a la final y tratar de luchar por este título.

Aunque hasta ahora no la haya vivido en primera persona seguro que ha tenido oportunidad de verla por televisión y soñar con estar ahí.

La temporada pasada veía la Copa como algo en lo que me hubiese gustado participar y jugar, pero ahora estoy en un equipo que además tiene aspiraciones de ganarla. Es una excitación muy grande porque es algo que no se vive todos los días ni en todos los equipos en los que he jugado. Va a ser muy difícil, pero la opción de intentar luchar por este título está ahí.

¿Cómo se gana un torneo en solo tres días?

Hay que entrar a morir y con buen pie desde el principio, porque si no esto va a ser un partido y para casa. Son tres partidos que hay que ganarlos como sea, y el primero obviamente lo vamos a jugar con los dientes apretados.

Supongo que estos días le habrá dado tiempo a comprobar que a sus aficionados no les haría ninguna gracia caer a las primeras de cambio contra el Bilbao Basket...

(Sonríe) Sé que este partido tiene muchos alicientes, más allá de que sea la eliminatoria que nos permita avanzar a la semifinal. Sé perfectamente que hay una motivación extra en el aficionado del Baskonia de poder dejar fuera a sus vecinos. Trataremos de hacer lo posible para cumplir ese deseo, ese morbo por dejar fuera al Bilbao en el derbi.

No pasan por un buen estado de forma, pero a pesar de todo nadie puede dudar de que son uno de los grandes favoritos al trofeo.

Somos candidatos por historia y por lo que este equipo viene haciendo los últimos años. El Baskonia siempre está en las finales, pero hay equipos muy buenos y no nos podemos confiar para nada de que vamos a jugar la final así como así. Tendremos que luchar muchísimo y en esas estamos, con la ilusión de que sabemos lo que tenemos que hacer. Sabemos a la competición que vamos y vamos a ir a morir por ello. Es una semana especial por lo que viene y esperemos estar al nivel de esta competición.

¿Siente que los árbitros le respetan más o menos ahora que es un referente de uno de los grandes?

Bueno, tampoco es que en Fuenlabrada me dejasen hacer mucho como para poder comparar (risas). No creo que los árbitros se fijen en qué camiseta tengo cuando juego. A veces uno podrá discrepar en alguna que otra decisión, pero no creo que sea a posta. No tengo problemas con ningún árbitro, aunque a veces alguna faltita puede ser un poquito más o un poquito menos.

¿Intentará controlarse más en la cancha para que no le piten esas antideportivas?

Sé que en la última antideportiva que me han pitado, la de Málaga, se me fue un poco la mano, pero sinceramente fue porque el jugador se me iba y no podía dejarle hacer un dos más uno. Prefería hacerle una falta fuerte, y me la pitaron. Fue un impulso.

Una de las cosas que le diferencia de, por ejemplo, su compañero Stanko Barac es que usted lee y abre muy bien el juego, y el resto del equipo se beneficia de eso.

A mí es algo que me gusta mucho hacer, poder habilitar a mis compañeros. En este equipo, obviamente, es diferente a Fuenlabrada porque, sin menospreciarles, aquí hay mejores tiradores, y eso también permite que tenga más espacios para mí, para mi juego, y en caso contrario poder pasar a mis compañeros que estén abiertos y puedan ser una amenaza constante desde los tres puntos. Eso es algo que beneficia al juego del equipo.