vitoria. Adiós con dolor, desencanto, rabia y también algo de indignación. Anduvo más cerca que nunca el Caja Laboral de provocar el cara o cruz en el Universal Sports Hall en una eliminatoria donde casi nadie creía en él, pero finalmente se quedó con la miel en los labios, maldiciendo su escasa fortuna y descargando toda su ira contra tres árbitros que terminaron por apuntillarle y arrastrarle hacia una caída cruel.
Un año más, la Euroliga pasa de largo. Es la eterna asignatura pendiente del club para la que nadie encuentra de momento antídotos. El sueño de la quinta Final Four se mantuvo vivo hasta que aparecieron el tremendo oficio del CSKA y el despiadado instinto asesino de una de sus estrellas a las que muchos daban por jubilada antes de tiempo.
Porque Holden, autor de 16 puntos en el acto final, resurgió de sus cenizas para despertar en un momento crítico y truncar un objetivo que se evaporó de mala manera. Con una frialdad pasmosa, el veterano base nacionalizado ruso por decreto de Putin hizo trizas el aparente estado de bienestar alavés a base de suspensiones aterradoras que sumieron al Caja Laboral en la más absoluta confusión.
Víctima del temple moscovita en una situación límite, la parálisis ofensiva en dos desconcertantes minutos finales donde encajó un demoledor parcial de 0-7 y también del delirante criterio arbitral, capaz de regalar tres tiros libres a Langdon tras un leve contacto de Oleson en el antebrazo y no conceder a renglón seguido una falta al mismo escolta azulgrana tras recibir un empujón de libro, el cuadro vitoriano tiró por la borda un esfuerzo heroico. De todas las formas posibles para languidecer, desde luego, el destino volvió a depararle la eliminación más dolorosa.
Tras sobreponerse a un gélido inicio que hizo revivir viejas pesadillas y encadenar dos siguientes cuartos de un baloncesto más que notable, adoleció de instinto asesino. Su inocencia contrastó con las tremendas tablas y el carácter exterminador de un CSKA que, como vulgarmente se dice, tiene el culo pelado en estos epílogos taquicárdicos. Los sempiternos Holden, Langdon y Siskauskas se sintieron en su salsa. Nunca les tiembla el pulso. Todo lo contrario que un anfitrión encomendado a la casta de un colosal San Emeterio, los fogonazos de un renacido Oleson y poco más.
El cuadro vitoriano continúa gafado en una competición donde se arruga en los momentos calientes y carece del punch necesario para plantar cara a rivales de la aristocracia continental. Cuando acariciaba la posibilidad de forzar un dramático partido de desempate, se adentró en una increíble espiral de errores. El fiel reflejo de la irregularidad que le abandera desde hace meses. El perfecto síntoma de que no es todavía un colectivo redondo y que malvive por la ansiedad de ciertos jugadores y la falta de liderazgo en la dirección.
Todos sus esfuerzos resultaron baldíos ante los desaciertos finales en el tiro exterior y las alarmantes concesiones en el rebote. En días así, y ante conjuntos tan curtidos en mil batallas que sancionan al máximo cada error, semejante discontinuidad resulta mortal de necesidad. Una experiencia para aprender de cara al futuro, aunque la cara de tonto perdurará varios días y ya no queda otra que rehacerse anímicamente para afrontar con garantías el final liguero.
desgracias finales Dentro del último minuto, el Baskonia dispuso de tres balones ganadores para llevar el éxtasis a la grada. Oleson erró en primera instancia. Siskauskas regaló un tiro libre (70-72), por lo que el Buesa Arena volvió a recobrar la fe. Teletovic, con la pólvora completamente mojada, malgastó más munición. Rebote ofensivo para los locales. La esperanza se mantenía en pie. San Emeterio asumió esta vez el rol de héroe para coronar una actuación fastuosa. Sin embargo, su alocado triple ni siquiera tocó aro y la puntilla correspondió esta vez sí al gélido francotirador lituano.
Por segundo año consecutivo, la reunión más elitista del Viejo Continente se verá por televisión. Barcelona, Olympiacos y CSKA cumplieron el guión. No así un Partizan que dejó en evidencia a algunos rivales de más pedigrí como el Baskonia.