las palmas. Tras su maratoniano viaje a Moscú y sin tiempo para saborear las mieles de su excelente victoria ante el Khimki que ha supuesto un balón de oxígeno para las aspiraciones continentales, el Caja Laboral debe hacer nuevamente las maletas y poner a prueba su capacidad agonística con otro pesado desplazamiento rumbo a las Islas Canarias. Con él viajó ayer Vladimir Golubovic, la flamante última adquisición.
Por si no han sido suficientes los más de 8.000 kilómetros que se ha metido entre pecho y espalda para llegar y volver de la capital moscovita, su fatigado cuerpo deberá soportar estoicamente otro atracón de horas de avión para rendir visita a uno de los anfitriones más rocosos de esta ACB. Así es la vida del maratoniano alavés, inmune al cansancio y entrenado para convivir con este frenético calendario como siempre se encarga de ponderar Ivanovic.
Pese a los alarmantes problemas físicos que viene arrastrando desde el inicio liguero este colectivo cogido con alfileres, nadie está dispuesto a apelar a excusas baratas, hacer regalos ni poner en bandeja un triunfo por el que todos pelearán de manera denodada. La filosofía baskonista carece de secretos, aunque hoy le espera una matinal difícilmente tan plácida como su última aparición europea.
Porque doblegar al cuadro insular, pertrechado en una guarida inaccesible como La Roca, donde la asfixiante temperatura ambiental engulle al más pintado, suele representar una ardua tarea sólo al alcance de valientes. Nuevamente privado de Splitter pero reforzado anímicamente por el baño de autoestima ante el Khimki, el Baskonia afronta un desafío repleto de dificultades.
La fase regular se va adentrando poco a poco en su punto culminante y los tropiezos están permitidos con cuentagotas para seguir colocando el aliento en la nuca al todopoderoso Barcelona y mantener el interesante colchón sobre el Real Madrid. Imbatido desde finales de noviembre tras su traspié en Manresa, la tropa de Ivanovic ha encadenado una magnífica racha de doce victorias consecutivas que le han permitido ubicarse entre los dos mastodontes de la ACB. No es que su baloncesto sea tan avasallador como en campañas precedentes, pero conserva un gen ganador y el oficio suficiente para sobreponerse a las adversidades y convertirse en un hueso duro de roer.
De aquí a la llegada de los play off por el título, pocas citas implicarán un mayor esfuerzo físico y mental. Si bien ha titubeado en muchos tramos de la temporada, especialmente a domicilio, el Gran Canaria se transforma para bien en cada comparecencia que disputa en su feudo. El Barcelona ya sufrió en sus carnes la ira de este equipo que, delante de sus aficionados, eleva sobremanera las prestaciones y aprieta las tuercas al rival hasta reducirle a la mínima expresión.
un regreso emotivo Por si fuera poco, la vuelta de Carl English a la pista que le catapultó durante dos años a la fama añade más gotas de morbo a un choque que se presume áspero por la aguerrida fama que ostenta el anfitrión. El exterior canadiense dejó una huella imborrable y, tras liderar los momentos más gloriosos de la historia amarilla, hoy espera un caluroso recibimiento en forma de agradecimiento por los servicios prestados.
Pedro Martínez ha encontrado un digno recambio en Carroll, segundo máximo anotador liguero y principal sostén de un grupo donde destacan la dirección de Norris, la fortaleza reboteadora de Augustine y la solidez del rocoso Savané. La intermitencia de McDonald no ha variado ni un ápice desde su marcha de Vitoria, donde no dejó precisamente amigos. Más motivado que de costumbre, el de Nueva Orleans puede acentuar los problemas en la zona.