Ayer, 24 de septiembre, fue el día de la Merced, patrona de las personas cautivas y privadas de libertad. Y, con motivo de esta celebración, durante la que el Obispo de Vitoria, D. Juan Carlos Elizalde, celebró misa en la cárcel alavesa de Zaballa con la asistencia de los presos que allí viven, DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha hablado con Mercedes López de Uralde, responsable de la pastoral penitenciaria de la Diócesis de Vitoria para conocer cómo es su trabajo, y el día a día de las personas que se encuentran en la cárcel, especialmente en esta situación de pandemia en la que las medidas de seguridad han obligado a alterar las visitas y las actividades que organizan con ellas.

¿Cómo nació aquí en Vitoria esta pastoral penitenciaria?

-Bueno, la pastoral nació en 1995 con el objetivo de trabajar a favor de los presos humanizando su vida en la cárcel y animándoles a vivir con esperanza y arrepentimiento a la luz del Evangelio. La pastoral penitenciaria en España nace hace muchos años. A nivel nacional somos muy fuertes. Hay un director general, el Padre Florencio, y aquí en Araba ahora el capellán es Txarly Martínez de Bujanda, natural de Santa Cruz de Campezo y sacerdote desde 1982. Normalmente tenemos muchos encuentros -aunque ahora con lo de la pandemia está todo en el aire-, y la pastoral penitenciaria cuida los sectores de la prevención, y la reinserción. Además, cuenta con áreas social, religiosa y jurídica.

¿Es importante esa reinserción?

-Sí. La reinserción o reintegración dentro de la sociedad es importante. Hay algunas personas que llevan 10 años dentro, y son muchos los cambios que se producen en una década. Hay a quien le puede sorprender hasta un semáforo, que antes no tenían pitido y ahora lo tienen.

¿Y cómo es el trabajo diario de sus cerca de 65 voluntarios?

-Al voluntario en Vitoria o Araba de la pastoral penitenciaria se le pide que viva su fe dentro de la parroquia. En el área de prevención no hay mucho, pero dentro del área social contamos con algunas actividades. Dependiendo de los programas, si son de visitas, salidas, manualidades, talleres de videofórum, etc., cada grupo tiene su programa y lo desarrolla de acuerdo con las circunstancias y condiciones dentro de la cárcel. Ahora es un poco más difícil, porque cada actividad hay que hacerla dentro de cada módulo.

Con el coronavirus ha cambiado todo, ¿verdad?

-Claro. Es más difícil hacerlo. El tener que realizar todas las actividades en cada módulo, hace que algunas sean más difíciles de realizar. Por ejemplo, las visitas a enfermería son fáciles porque es ir al módulo de enfermería; manualidades que se hacen con mujeres también es más fácil, porque se va al módulo de mujeres y se hacen. Pero, por ejemplo, la actividad del grupo de reflexión en la fe, al que llamamos GPS (grandes preguntas sorprendentes) iban desde todos los módulos; ahora hay que hacerla en cada uno y veremos cómo empezamos el curso, reinventándonos, para ver cómo se puede hacer esa actividad en cada módulo. No es lo mismo hacerla para diez internos que podían venir, que para uno solo. Además, antes se les daban días de permiso para hacer etapas del camino de Santiago, pero ahora con el coronavirus tampoco se está pudiendo hacer. Una semana íbamos con chicas y otra con chicos.

Ayer fue, precisamente, el día de la Merced. ¿Este año cobra especial importancia esta fecha?

-Por supuesto. Ellos han sentido mucha soledad, y en muchos momentos hemos sido su único contacto con el exterior, su única fuente de información real. Bien es cierto que la institución ha puesto medios de videoconferencias, pero eso no llegaba a todas las familias. Dentro, además, se magnifica todo. Con lo cual, su preocupación por lo que ocurría fuera y sus familias era muy dolorosa. Esto también nos ha servido a nosotros para saber lo que supone estar encerrado 24 horas al día y encima teniendo todos nuestros medios alrededor, que no es lo mismo que estar en un entorno mucho más hostil.

En ese sentido, ¿cuál es la preocupación que más les han trasladado las personas internas?

-Su mayor preocupación es su familia. Qué estará pasando con ellos. No saber, no poder verles, no tenerles, es su mayor preocupación.

¿Cómo celebraron ayer esta fecha?

-Hicimos la eucaristía, y no pudimos hacer nada más. De hecho, la institución tampoco lo iba a celebrar como otras veces. No te puedes juntar, al fin y al cabo. Sí queremos darlo a conocer, y que la gente vea que el delito es lo que hay que condenar, y a la persona hay que intentar salvarla.