Los medios de comunicación siempre han tenido un papel muy relevante en la historia del Deportivo Alavés. Sobre todo, en esas épocas de fútbol de barro en las que seguir los partidos que disputaba el Glorioso no era algo tan sencillo como encender la televisión y elegir el mismo canal que el fin de semana anterior. En Tercera. Segunda B o incluso Segunda -también en Primera en la primera mitad de siglo-, todo alavesista que no acompañara in situ al equipo por los diferentes campos de España debía pegar la oreja al transistor, preguntar al vecino por el resultado o esperar al día siguiente para leer la crónica en el periódico.

Por ello, como reconocimiento al trabajo que han realizado los medios durante estos 100 años, una de las mesas redondas organizadas por DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA se ha formado con cuatro periodistas que han dedicado parte importante de su carrera a seguir la actualidad albiazul.

Javier Lekuona, por ejemplo, estudió en Madrid y se mudó a Vitoria a realizar sus primeras prácticas como profesional. Comenzó en informativos y poco a poco, echando una mano a Jaime San Martín, fue enfocando su futuro a la actualidad deportiva de Álava. Actualmente, presta su voz a la SER, su pluma al Diario AS y define al Glorioso como “una entidad que vertebra una sociedad vitoriana que, a su vez, cada vez es más alavesista”.

Eneko Aldekoa, por su parte, empezó sus estudios en Leioa y, mientras los cursaba, ya cubría la información deportiva para RNE. Más tarde, se sumó al plantel de Radio Vitoria y se convirtió en una de las voces del Alavés, equipo del que siempre había sido aficionado. “Yo he sido alavesista desde niño. En aquella época, recuerdo que los militares y los más jóvenes entrábamos al campo gratis. Me gustaba mucho el deporte y me aficioné al fútbol”, cuenta. Además, describe al alavesismo como una forma de vida: “El Alavés nos ha enseñado a muchas generaciones a sentirnos orgullos de él en la victoria y, sobre todo, en la derrota. No es el barco más top, pero es nuestro barco”.

Al otro lado, Juan Carlos Cendoya vivió su pasión por el conjunto babazorro y por la radio de forma paralela: “A los nueve años me regalaron un transistor y eso marcó mi vida. Además, poco después empecé a seguir los partidos del Alavés. Lo que seguramente no me imaginaba es que acabaría viviendo del periodismo deportivo”.

Por otro lado, entre todas las historias albiazules que ha tenido que contar durante su trayectoria, Cendoya se queda con el ascenso conseguido en Elgoibar. “Fue muy especial porque el club llevaba cuatro años en Tercera y consiguió subir por fin a Segunda B. Recuerdo que trasmitimos la celebración desde el vestuario y que nos llenaron de champán”, explica.

El último protagonista, que no por ello menos importante, es Alfonso Churruca. Un caso especial porque comenzó estudiando Derecho y unas colaboraciones con DEIA le metieron en el “mundillo” periodístico. Más tarde, pasó por Radio Euskadi y Radio Vitoria hasta que en 1995 entró en el departamento de comunicación de Saski Baskonia, que años después se haría cargo de la entidad babazorra. Churru vivió, al igual que los otros tres compañeros, los ascensos que hicieron crecer al Alavés después de muchos años en la sombra, pero, pese a ello, prefiere recordar un hecho mucho más reciente: “Yo me tengo que quedar con el gol de Guzmán en Jaén”.

Después de tantos años en las trincheras de la información, las anécdotas que pueden contar sobre sus vivencias son muchas, pero lo curioso es que muchos de ellos tengan aún en mente escenas por las que han tenido que pasar sus compañeros. Lekuona comenta, por ejemplo, el problema que tuvo Aldekoa en Gernika: “En aquella época no había móviles y utilizábamos líneas de dos y cuatro hilos. Recuerdo que Eneko se quedo sin ella y que tuvo que pedirle a una señora que vivía cerca si podía narrar el partido desde su piso”.

En esa línea, Aldekoa habla también sobre las circunstancias en las que tenía que relatar algunos partidos. “En los campos en los que no había tribunas de prensa tenía que ponerme a ras de césped y muchos aficionados, tanto de un equipo como de otro, me rodeaban para escuchar lo que decía. El tema es que muchas veces el ambiente se complicaba y, mientras yo contaba lo que sucedía delante de mí, detrás se peleaban más de 20 personas”.

Todo seguidor alavesista que no acompañara ‘in situ’ al equipo, debía pegar la oreja al transistor o leer la crónica en el periódico