La historia de Matías Almeyda está llena de altos y bajos, éxitos y fracasos, depresiones y emociones. Por eso ahora desde su atalaya de entrenador analiza todo lo que le rodea y ve el fútbol con otro prisma diferente. Allá donde ha consumado un fracaso deportivo como jugador ha pasado después como técnico para sacarse esa espinita. Lo hizo con River Plate días después de perder la categoría por primera vez en su historia y ahora, 28 años después, lo hace con el Sevilla.

El preparador argentino llegó al club hispalense en la temporada 1996-97, después de haber levantado cuatro títulos con la escuadra franjirroja, pero tras una mala campaña tanto a nivel colectivo y como personal hizo las maletas para irse a la Lazio. El cuadro andaluz también descendió y Almeyda pasó sin pena ni gloria por el Sánchez Pizjuán. Ahora el destino le ha traído de nuevo hasta Nervión para, con el paso de los años y un gran experiencia, reverdecer a una institución acuciada por las deudas y obligada a tirar de la cantera más que nunca.

Se retiró por primera vez cuando tenía 30 años y defendía la camiseta del Inter

Eso sí, en cierta forma trata de transmitir calma a los suyos y no obligarles más de lo necesario. “Presión es poder tenerlo todo y no tener nada”, apuntó hace unas semanas en una rueda de prensa. El que ha jugado con Maradona, que sabe lo que es tener dinero, fama y tocar la gloria, también reconoce que en cualquier momento puedes caer al fondo, como le sucedió al Pelusa. Por eso también sabe que futbolistas como Azpilicueta y Alexis pueden ser el sostén de esos jóvenes que este verano han irrumpido en el vestuario sevillista y que todavía están asimilando lo que es jugar en Primera. Su idea es guiarles no sólo a nivel deportivo, sino también personal. Que no crean que la fama y el dinero lo es todo en el fútbol.

Retiro y regreso

Él sabe de lo que habla. Se retiró por primera vez cuando tenía 30 años y defendía la camiseta del Inter. Y eso que tenía dos temporadas más de contrato firmadas con la escuadra de Milán. Se fue a su casa de Azul, cerca de Buenos Aires. Lo había conseguido todo, pero no era feliz. Así que se perdió en el campo, cuidando las vacas de su familia. Hasta que una depresión le hizo volver. Fue cinco años más tarde. Un breve paso por un club de cuarta categoría antes de comprometerse con su escuadra de siempre, River. Pero el retorno acabó en drama. Por primera vez en su historia, la mítica entidad descendió. Una verdadera lección para Matías Almeyda, que sin embargo no abandonó el barco. Al contrario. Se puso al frente del mismo ese verano con traje y corbata y doce meses más tarde consiguió reflotarlo. Quienes habían entrado en pánico en 2011, sintieron una alegría tremenda un año más tarde.

De carácter temperamental, pretende inculcar a los suyos que desde el esfuerzo ha de arrancar la base del éxito

Ahora, aunque mucho tiempo después, pretende hacer algo parecido con el Sevilla. Cierto es que los andaluces volvieron a la máxima categoría ya sin él en sus filas, pero dirigirlo desde el banquillo en un momento tan convulso a todos los niveles es otro acicate para el técnico argentino. Él lo ha asumido como un reto, pero es un riesgo dirigir al cuadro del Pizjuán tal y como le han ido las cosas estas dos últimas campañas. Incluso ha habido entrenadores antes que él este verano, como Imanol Alguacil, que no aceptaron la patata caliente. Aunque a Almeyda nada ni nadie le asusta. Lo ha vivido todo en el fútbol y ahora lo que pretende es desquitarse de aquel maldito curso en el que vistió la camiseta blanca. Revertir una vez más parte de su maldito pasado.

De carácter temperamental, pretende inculcar a los suyos que desde el esfuerzo ha de arrancar la base del éxito. No se negocia una gota de sudor. Entiende que es consustancial a un futbolista profesional. A partir de ahí, presión alta sobre el rival y aprovechar las virtudes que su actual plantel tiene. Porque pese al límite salarial y las salidas que se han producido este verano, el Sevilla tiene un bloque con el que pelear cada punto en juego. Estilo parecido al del Deportivo Alavés. Carácter a raudales en ambos banquillos el que se podrá ver en Mendizorroza.