Los penaltis, y otras decisiones arbitrales, están lastrando al Deportivo Alavés esta temporada. Así se vio el sábado en Butarque (3-3), donde el Leganés se mantuvo en el choque gracias a las dos penas máximas que señaló González Fuertes, y del mismo modo había sucedido en jornadas anteriores. Algo que, por segunda vez en lo que va de campeonato, provocó que el club gasteiztarra mostrara su malestar a través de un comunicado.
En esa nota, el Glorioso informa que trasladará “una queja formal” debido a que la “aplicación de diferentes criterios arbitrales” en distintas “jugadas clave” de los partidos está “condicionando gravemente” el resultado de los mismos. “Nuestro equipo, nuestra afición y nuestros valores merecen competir en condiciones de igualdad y seguiremos luchando por defender el honor y el nombre del Deportivo Alavés”, concluye el escrito.
Aunque hubo varias acciones polémicas, como la no expulsión de Dani Raba por una dura entrada por detrás a Santi Mouriño, la gota que colmó el vaso fue el segundo de los penaltis señalados a favor del Leganés. No hay infracción alguna por parte de Antonio Sivera en la jugada. Diego García intenta picarle el balón y, al ver que se le va a marchar por línea de fondo, decide dejarse caer, exagerando al máximo para engañar al trencilla.
Cualquier profesional del mundo del fútbol, tal y como muchos manifestaron en los medios de comunicación durante la tarde, sabría que en ningún caso puede señalarse la pena máxima en esa acción. Pero el arbitraje español está como está en la actualidad. Se toman decisiones con la imagen parada o a cámara lenta, con el VAR cada vez más intervencionista durante los partidos, y así se crean escenarios alejados de la realidad.
Y no es cuestión de jugadas grises. El penalti que González Fuertes, sobre el verde, y Sánchez Martínez, al frente de la tecnología, señalan a Sivera no es gris. Es un castigo sin defensa posible al Alavés. No así como el primero para los pepineros, en el que entra a interpretación lo que Moussa Diarra hace con su brazo en el área mientras le están agarrando. Ahí pueden señalarse o no los once metros. Debe reconocerse que es pitable.
En el audio de la revisión, publicado por la RFEF, tampoco se dan demasiados detalles respecto a la inexistente segunda pena máxima para el Leganés. Sánchez Martínez recomienda revisar la pantalla, González Fuertes acude a ella y, desde el primer momento, parece tener clara su decisión. La razón por la el asturiano señala los once metros y enseña la amarilla a Sivera es “DOGSO (ocasión manifiesta de gol) con disputa”.
EL SEGUNDO DE EUROPA
Con los dos sufridos en Butarque, son ya diez los penaltis en contra a los que ha tenido que sobreponerse el Alavés a lo largo de la presente temporada, y eso que todavía acaba de empezar la segunda vuelta. Un lastre importante que, en las cinco grandes ligas europeas, solo empeora el Saint-Étienne francés, con uno más (11). Los mismos le han pitado al Brest, también de la Ligue 1.
Si se echa la vista atrás, resulta muy llamativo que, aun con 14 jornadas todavía por disputarse, al Glorioso ya le han señalado más penaltis en contra que la campaña pasada, en la que los de Luis García Plaza sufrieron ocho. También se ha superado la cifra de otros seis de los últimos siete ejercicios. La excepción está en el curso 2019-20, cuando se alcanzaron los once. A este ritmo, lo de Garitano y Muñiz se quedará en anécdota.
No es menos cierto, eso sí, que el Alavés también es uno de los clubes al que más penas máximas a favor le han pitado en lo que va de temporada. Han sido siete en concreto -la última en Butarque, transformada por Joan Jordán- y solo el Madrid ha disfrutado de más (10). Los mismos que los babazorros tiene el Villarreal, y los que menos son Sevilla, Las Palmas, Real Sociedad y Espanyol, todos ellos con dos unidades.